¿Quién no recuerda el Pabellón de la Navegación? Ubicado a los pies del Guadalquivir, tan cerca del río que se podía palpar la humedad, sus interiores nos hacían creer que caminábamos por un enorme barco que se modernizaba al son de nuestros pasos. De esta forma, partíamos inicialmente de la navegación primitiva hasta llegar a la era contemporánea, pasando previamente por el salto al océano, la edad de los descubrimientos marítimos, la época del auge del comercio y cómo no, la carrera de Indias. Su atractivo estético y cultural le convirtió en el pabellón más popular de la Exposición Universal de 1992, recibiendo más de 12 millones de visitas en los escasos seis meses que duró la muestra. Pero, ¿qué fue de él?
Una vez clausurada la Expo, el Pabellón de la Navegación permaneció abierto dos años más para aprovechar su tirón y formar parte del Parque de los Descubrimientos, aquel intento fallido de
transformar La Cartuja en una zona lúdica vanguardista que terminó precipitadamente en enero 1995. Desde entonces a esta parte, su uso fue limitado y discontinuo, deteriorándose su estructura y cayendo prácticamente en el olvido. Sin embargo, esto no llegará a suceder del todo, ya que la profunda renovación a la que ha sido sometido en los últimos dos años le augura un esperanzador porvenir.
transformar La Cartuja en una zona lúdica vanguardista que terminó precipitadamente en enero 1995. Desde entonces a esta parte, su uso fue limitado y discontinuo, deteriorándose su estructura y cayendo prácticamente en el olvido. Sin embargo, esto no llegará a suceder del todo, ya que la profunda renovación a la que ha sido sometido en los últimos dos años le augura un esperanzador porvenir.
