Siempre es un buen momento para visitar el Real Alcázar de Sevilla, pero actualmente hay un motivo adicional. Y es que la Sala Cantarera, que siempre había estado cerrada al público porque hacía las veces de almacén, ha sido habilitada por primera vez como espacio expositivo. Hablamos de un recinto que fue construido por Alfonso X en el siglo XIII y redecorado por Felipe II tres centurias más tarde, cuando pasó a formar parte del Palacio Gótico. Su gran atractivo reside en su vistosa azulejería, que fue encargada a Cristóbal de Augusta, el mejor ceramista de la época, en el año 1577. Fueron las primeras baldosas planas policromadas que llegaron a la capital hispalense.
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Las tortas de Castilleja de la Cuesta
En España sólo hay cuatro productos que cuentan con el sello ETG (Especialidad Tradicional Garantizada): la leche certificada de granja, los panellets, el jamón serrano y las tortas de aceite de Castilleja de la Cuesta. Esta prestigiosa distinción sólo es otorgada por la Unión Europea a aquellos alimentos artesanales y saludables que cumplen unos requisitos de calidad superiores a la media y poseen rasgos que le diferencian de todos los de su categoría.
La historia de Castilleja de la Cuesta, localidad situada a tan sólo 5 kilómetros de Sevilla capital, está estrechamente ligada a la de sus tortas de aceite. No en vano, se tiene constancia de que ya se elaboraban en el pueblo a finales del siglo XIX, aunque el despegue definitivo se produjo en el primer tercio del siglo XX. Dos mujeres, Inés Rosales y Concepción Cansino, fueron pioneras en el arte de elaborar y comercializar (cada una por su lado) las tortas de aceite y polvorón. Obviamente, empezaron desde abajo, transportando sus productos caseros en canastos y vendiéndolos de casa en casa, primero en Castilleja de la Cuesta, y posteriormente en la capital hispalense, pero pronto la demanda se disparó y tuvieron que instalar hornos en sus domicilios para satisfacer a una clientela cada vez mayor.
Nuestra particular Altamira
La cueva de Altamira, situada en el municipio santanderino de Santillana del Mar, es famosa por albergar las pinturas más antiguas de España. Algunas tienen nada más y nada menos que 33.000 años de existencia y son imprescindibles para entender la Prehistoria, o lo que es lo mismo, el origen más remoto de la especie humana. Dado que Cantabria nos ‘pilla’ un poco lejos, hoy vamos a hablar del sitio más parecido que podemos hallar en nuestra tierra. Hilando fino, podríamos decir que, si limitásemos el perímetro a Sevilla y su provincia, el equivalente a Altamira lo encontraríamos en la Sierra Norte de Sevilla, y más concretamente, en el municipio de Almadén de la Plata, ubicado a 70 kilómetros de la capital hispalense.
Una noria imperecedera
Ya no es un rumor ni un proyecto en negro sobre blanco, sino una realidad. La noria de Las Delicias se encuentra totalmente montada y a la espera de los últimos retoques para abrir sus cabinas al público, algo que podría producirse a mediados del mes de junio si no hay contratiempos de última hora. Las pruebas de funcionamiento, seguridad e iluminación ya han sido realizadas de manera exitosa y lo único que falta es acondicionar el entorno. Cabe recordar que las obras sufrieron un retraso de varios meses debido a las particularidades del terreno, que forzaron la instalación de 44 enormes pilotes para reforzar la estructura. Dicha actuación no estaba inicialmente prevista.
¿Una Feria más larga?
A falta de tan sólo unas semanas para la celebración de las elecciones municipales, un asunto que tiene que ver con la Feria de Abril acapara buena parte del debate político. Nos referimos al posible adelantamiento del alumbrado, que pasaría de la noche del domingo a la del viernes previo. De esta manera, la muestra duraría dos días más, el Real se descongestionaría y los comerciantes podrían aprovechar el tirón de dos fines de semana en lugar de uno. Los principales partidos (PP y PSOE) ya se han mostrado abiertos a este cambio, aunque cada uno con sus propios matices, por lo que todo podría quedar en papel mojado. O no.
El rebujito: de Londres a Sevilla
Aunque parezca mentira, el rebujito tiene su origen más remoto en… Inglaterra. Tal como lo oyen. Los británicos lo llamaban ‘sherry cobbler’ y estaba elaborado con vino de Jerez, agua carbonatada, una rodaja de naranja y hielo, ingredientes casi idénticos a los que hoy se utilizan para hacer el cóctel más famoso de la Feria de Abril. Este cóctel gozó de una gran popularidad durante la época victoriana (1837-1901) y estaba considerado como una bebida para enamorados. De hecho, solía tomarse con pajita para darle un toque más romántico y muchos personajes célebres, como el novelista Charles Dickens, cayeron en sus redes.
El pescaíto: una nueva tradición
Si hay alguien que piensa que la noche del pescaíto tiene siglos de historia y que nuestros abuelos ya disfrutaban de ella en su juventud, se equivoca. Se trata de una tradición relativamente nueva, con no más de 30 años de antigüedad, que ha arraigado con fuerza y rapidez entre los sevillanos. Originalmente, la noche del lunes al martes de Feria era especial porque se realizaban las pruebas del alumbrado y los propietarios de las casetas se reunían para dar los últimos retoques a sus dependencias, no porque ese día abundaran los chocos, el cazón en adobo y las puntillitas. De hecho, no era un día de afluencia masiva al Real, sino más bien de carácter íntimo y reservado.
Una calle, una feria y un motín
Hay calles que tienen vida. Nacen en un momento determinado, echan a andar antes de lo previsto, maduran con la experiencia de los años y van desarrollando una personalidad propia que les hacen ser diferentes a todas las demás. Un buen ejemplo es la calle Feria, cuyo semblante es fácil de recordar e imposible de olvidar. Su trazado arranca en la Iglesia de San Juan de La Palma y finaliza en la calle Resolana, dejando entre medias una estela de 900 metros repletos de comercios tradicionales, viviendas con el sello autóctono y edificios con mucha historia. Entre ellos, la Iglesia de Omnium Sanctorum, la capilla de Monte-Sion, el Mercado de Abastos y el Palacio de los marques de la Algaba.
Plenitud imperfecta
La lluvia no hizo acto de presencia y Sevilla pudo disfrutar de todas sus cofradías sin excepción. El pleno, que no se producía desde 2009, estuvo aderezado por la primera visita de Felipe VI en su flamante condición de rey de España, y, como no podía ser de otro modo, por los incontables momentos emotivos que se vivieron en las distintas procesiones. Sin embargo, no podemos decir que fue una Semana Santa perfecta, pues algunos hechos puntuales pusieron de manifiesto que sigue habiendo bastante margen de mejora en términos de organización, comportamiento cívico, solidaridad entre hermandades, etc.