Habitualmente asociamos el golf a una práctica elitista reservada a personas acaudaladas, omitiendo el incontestable dato de que es el tercer deporte con más federados en España. Prejuicios al margen, estamos hablando de una actividad en plena expansión que genera mucho dinero, de ahí que cada vez sean más las ciudades que ofrecen este servicio, normalmente a nivel privado. El gran problema del golf con respecto al resto de deportes es que se practica en un escenario muy grande y costoso, precisando además determinadas condiciones geográficas y una serie de infraestructuras hidráulicas que no pueden ser resueltas de manera artificial así como así.
Para construir un campo de golf se necesita principalmente un buen terreno, a poder ser, llano y con pequeñas ondulaciones, requisitos que, según el Ayuntamiento de Sevilla, cumplen perfectamente dos parcelas de propiedad municipal situadas en Los Bermejales. Allí mismo veremos emerger más pronto que tarde un campo de golf, puesto que su edificación ya ha sido aprobada por los cauces oficiales tras el fuerte interés mostrado por diferentes inversores privados, que serán los que financien las costes.
Cabe aclarar que tanto la construcción como la gestión se llevarán a cabo en régimen de concesión administrativa previo concurso público. El proyecto promete ser sostenible y respetar todo el entorno urbanístico de la zona, si bien el impacto visual será inevitable. No en vano, se habilitarán más de 30.000 metros cuadrados para el campo de prácticas, unos 9.500 estarán reservados a los hoyos y unos 1.500 se destinarán al levantamiento de un club social con cuatro pistas del pádel, el otro deporte de moda. Con este arriesgado plan, el Consistorio pretende generar puestos de trabajo, y por ende, beneficios para la ciudad, al tiempo que amplía la oferta deportiva (y turística) de la ciudad con unas infraestructuras modernas y, del mismo modo, accesibles para todos los públicos.
Por motivos que la razón no puede explicar, Triana ha sido siempre una excelente cuna de artistas. En sus inconfundibles calles nacieron y crecieron grandes cantantes, bailaores y toreros que cosecharon un éxito rotundo, pero no sólo debemos hablar de su cantera en pasado, sino también en presente y en futuro. Buena prueba ello es que en la pasada edición de la Velá de Santa Ana fue distinguido un niño de ocho años como ‘Trianero del año’. Responde al nombre de Leonardo Aguilar Naranjo y dejó el anonimato tras ingresar en el elenco de ‘Los Miserables’, el célebre musical basado en la obra de Víctor Hugo, y realizar una extensa gira por todo el territorio nacional.
No se puede decir que Mariano Bellver sea una personalidad pública, pero sí es un hombre tremendamente respetado en el mundo del arte. Bilbaíno de nacimiento, se trasladó con 12 años a Sevilla, ciudad en la que su abuelo, Ricardo Bellver, había dejado su huella previamente. No en vano, en 1885 fue el encargado de realizar el relieve de la Asunción de la Catedral y del apostolado que flanquea la misma puerta. Mariano no hizo carrera como escultor sino como profesor (es dueño del colegio privado San Juan Bosco) y actuario de seguros, si bien la pasión por el arte que heredó de sus antepasados nunca le abandonó.
La Iglesia Colegial del Divino Salvador, conocida de forma abreviada como ‘El Salvador’, es el segundo templo más grande de la ciudad tras la Catedral y un lugar tremendamente concurrido durante todo el año, especialmente, durante la cuaresma, pero… ¿conocemos todos sus recovecos? Muy pocos pueden responder afirmativamente a este pregunta porque algunas de sus dependencias no están abiertas al público habitualmente, si bien este verano desaparecen las barreras. Concretamente, y por segundo verano consecutivo, se han habilitado unas visitas guiadas para dejar la magnificencia de El Salvador completamente al descubierto.
En Sevilla, como en Roma, hay una iglesia en cada esquina y resulta materialmente imposible jerarquizarlas porque todas tienen su encanto. Hoy hablaremos de la de San Luis de los Franceses, uno de los mejores exponentes del barroco hispalense. Fue construida con un gusto exquisito entre 1699 y 1730 por la Compañía de Jesús, que ya había levantado previamente la Iglesia de la Anunciación. Los terrenos eran propiedad de Doña Lucía de Medina, quien puso dos condiciones para donarlos: que el templo se consagrara a San Luis (rey de Francia) y que ella misma fuese enterrada en su Capilla Mayor cuando pereciera. Ambas peticiones fueron aceptadas.
De Melonares se lleva hablando tanto tiempo… que ya nos parece un pantano antiguo. Y nada más lejos de la realidad, pues oficialmente aún no se ha estrenado. Pero vayamos por partes. A principios de los setenta se llegó a la conclusión de que era ineludible construir un nuevo embalse para aumentar el abastecimiento de agua en el área metropolitana de Sevilla y acabar con el temor a las prolongadas sequías. La ubicación elegida fue la Sierra Norte, y más concretamente, un parque natural situado entre las localidades de El Pedroso y Castilblanco de los Arroyos que recibe el nombre de Los Melonares.
Todo el mundo sabe que los cines de verano causaban furor en Sevilla. Quienes peinan canas tendrán recuerdos en primera persona, mientras que los que aún gozan del privilegio de la juventud a buen seguro que habrán oído historias y anécdotas de sus padres y abuelos. Y es que en aquellas calurosas noches de los años sesenta y setenta no había mejor manera de divertirse que acudiendo a una de las numerosas terrazas hispalenses que proyectaban películas bajo las estrellas. Los nombres de los cines hacían referencia a la zona en la que estaban ubicados: Santa Catalina, Alfarería, Avenida, Osario, Trinidad, Miraflores, Alfonso XII, Estrella, Candelaria, Palmera, Pagés del Corro, San Gonzalo, y un largo etcétera.
La originalidad de la Puerta del Perdón de la Catedral de Sevilla no reside precisamente en su nombre, pues tiene ‘tocayas’ en ciudades como Santiago de Compostela, Burgos, Toledo, Ciudad Real o Jaén, pero sí en otros rasgos que le hacen ser diferente a todas las demás. Si nos centramos en el templo hispalense, hablamos de la puerta más antigua y la única que perteneció a la vieja mezquita almohade. Fue construida a finales del siglo XII bajo el mandato del califa Abu Yusuf y ha llegado a nuestros tiempos en buenas condiciones, si bien las distintas remodelaciones han cambiado parte de su fisonomía.