La carrera en la que nadie pierde

Carrera Nocturna SevilaLa Carrera Nocturna del Guadalquivir es, sin lugar a discusiones, el evento deportivo de Sevilla que más ha crecido en los últimos tiempos. Bastaría con recordar que fue creada hace 25 años y que desde entonces no ha parado de sumar participantes, pero su éxito va más allá de los números. De hecho, si por algo de caracteriza esta competición es por reunir a atletas profesionales y modestos aficionados en un clima de máxima fraternidad. No importan tanto las marcas y la clasificación como el afán de superación y el atractivo de recorrer la ciudad bajo las estrellas en compañía de un gigantesco grupo humano.

La nocturna celebró sus bodas de plata el pasado viernes 27 de septiembre, y lo hizo por todo lo alto, pues se batió un nuevo récord de participación tras agotarse las 20.000 inscripciones. El circuito fue inédito y el recorrido, más corto de lo habitual (8,3 kilómetros) para ponerlo al alcance de más personas. El pistoletazo de salida se produjo en el Paseo de las Delicias y a partir de ahí los corredores fueron avanzando por Paseo Colón, Reyes Católicos, Puente Triana, San Jacinto, Plaza de Cuba, Asunción y Puente de los Remedios hasta llegar a la meta, situada a escasos metros de la Plaza de España.

Esta última edición estuvo marcada por la lluvia, que se dejó notar antes, durante y después de la carrera. No obstante, lejos de acabar con la fiesta, las precipitaciones añadieron ciertas dosis de épica, pues no hubo ningún corredor que cruzara la meta sin estar completamente empapado. Además, si bien los cortes de tráfico fueron inevitables, la organización resultó un éxito gracias a la inestimable ayuda de más de 300 voluntarios. David Palacios, en categoría masculina, y María Belmonte, en la femenina, fueron los ganadores de la prueba popular, la segunda más importante de España tras la San Silvestre de Vallecas, la que no tiene perdedores.     

Una ‘pará’ en Gines

una para en ginesGines es uno de esos pueblos que ha sabido aprovechar la cercanía de la capital hispalense (está situado a sólo seis kilómetros) sin perder su idiosincrasia. Y es que no sólo conserva sus tradiciones más antiguas, sino que en los últimos años ha puesto en marcha nuevos proyectos que están arraigando en la localidad. Un buen ejemplo de ello es el evento ‘Una pará en Gines’, cuya séptima edición se celebrará del 26 al 29 de septiembre. Hablamos de una serie de actividades enfocadas al mundo rociero y a la naturaleza que llegó a tener más de 42.000 visitas el pasado año.

Basta con echar un vistazo al cartel para comprobar la diversidad y calidad del programa. El jueves 26, día de la inauguración, comenzará el concurso (morfofuncional) de caballos de pura cepa, que es de carácter internacional y valedero para el Campeonato de España SICAB 2013. Además, en el apartado musical actuarán el grupo ‘Amigos de Gines’, la Banda de Música de Gines y finalmente, un disc-jockey. El viernes, al margen de la continuación del certamen equino, habrá una exhibición de manejo de ganado con perros de pastor, una muestra de galgos, un partido de polo, un encuentro andaluz de tamborileros, un desfile de moda flamenca, un homenaje a la Hermandad del Rocío de Triana por su 200º aniversario y las interpretaciones de su coro, Melhaza y Raquel Morey. Y todo ello, sin olvidar el simpático número de Jazmín, el poni que sueña con ser toro.

El sábado no le irá a la zaga y contará con una carrera de galgos, una gymkhana a caballo, un concurso de arrastre de piedras con mulos, una exhibición a caballo de salto de obstáculos, una demostración de doma infantil y un puñado de actuaciones musicales protagonizadas por Sal Marina, Paco Candela, etcétera. Como colofón, el domingo tendrá lugar el desenlace del concurso de caballos de pura cepa, otro de yuntas y carreteros, y el espectáculo ecuestre ‘Sentimiento a caballo’. Y todo ello, sin olvidar los 70 stands, los más de 200 boxes y el ambigú que permanecerán abiertos durante todo el evento. Sin duda, una oferta de primer nivel.

Sevilla quiere más

torre del oro noche para web 20100126 1118495480Sevilla no se conforma con que la Catedral, el Archivo de Indias y el Alcázar estén reconocidos como Patrimonio de la Humanidad desde 1987. Quiere más, y por ello ha solicitado formalmente que la Plaza de España y la Torre del Oro reciban la misma distinción. Así lo anunció el alcalde, Juan Ignacio Zoido, durante el Encuentro internacional sobre arquitectura contemporánea en ciudades históricas que se ha celebrado estos días en la capital hispalense, precisamente en uno de los edificios de la Plaza de España, argumentando que ambos monumentos cumplen, holgadamente, con los requisitos que fija la Unesco para conceder esta prestigiosa denominación.

Lejos de poner trabas, el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, que es el organismo que debe tramitar la petición de forma oficial, ha animado a Sevilla a conseguir su propósito, por lo que la candidatura cuenta con el respaldo total del gobierno nacional. Atrás quedaron aquellas desavenencias entre Sevilla y la Unesco a colación de la Torre Pelli, cuya construcción puso en peligro el sello de Patrimonio de la Humanidad, y el clima que se respira es de optimismo. Eso sí, la resolución no se conocerá ni mucho menos a corto plazo y es posible que haya que esperar aproximadamente dos años.

No es producto de la casualidad que Sevilla haya anunciado ahora esta pretensión. El Ayuntamiento ha aprovechado la presencia de emisarios influyentes en nuestra ciudad -con motivo del encuentro internacional mencionado anteriormente- para poner el asunto encima de la mesa. Entre ellos se encuentran Karim Hendili, director de Ciudades del Centro de Patrimonio Mundial de  la Unesco, y  Gustavo F. Araoz. Vílchez, presidente del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos). Si Sevilla consiguiera su propósito, su reclamo turístico se vería reforzado sensiblemente con la acreditación más importante que existe para la Torre del Oro y la Plaza de España, dos de las grandes maravillas de nuestra tierra.  

El Alamillo gana terreno

alamilloEl 12 de octubre se celebrará el 20 aniversario del Parque del Alamillo y para entonces será más grande y cautivador gracias a las obras que se están realizando en la actualidad. Concretamente, el pulmón de la ciudad ganará unas 40 hectáreas de extensión y llegará hasta la margen del Guadalquivir, incorporando así una amplia zona de naranjales y unas vistas espectaculares. Dichos terrenos pertenecían al parque, pero no estaban acondicionados para el ocio y el tránsito de personas. En ellos, al margen de vegetación, se hallan también restos de antiguas infraestructuras agrarias de los siglos XVIII y XIX, tales como norias de agua, pozos, acequias, albercas, etcétera.

Otra de las novedades que presentará el Parque del Alamillo es el huerto urbano. Hablamos de una parcela situada entre el Puente del Alamillo y el Hotel Barceló Renacimiento que ha sido reservada con la idea de que familias y colegios cultiven verduras, frutas y hortalizas para consumo propio. El espacio será dividido en unos 130 huertos y las adjudicaciones correrán a cargo de la EPSA (Empresa Pública del Suelo de Andalucía). De igual modo, se llevará a cabo un cerramiento de la estación ornitológica para que las aves estén más controladas.

En cualquier caso, la gran novedad que presentará el Parque del Alamillo este otoño será la posibilidad de acceder al mismo en barcas no motorizadas. No en vano, se construirán un embarcadero y un muelle junto al puente, así como una pasarela peatonal. El proyecto contempla que, con la implantación de rampas flotantes, los usuarios de piraguas, kayaks y pequeñas embarcaciones de vela también puedan llegar hasta el recinto verde por la vía fluvial. En definitiva, el parque se abrirá definitivamente al río Guadalquivir y juntos formarán un binomio realmente sugestivo.  

El tren más carismático

trenUna de las grandes sensaciones de la Exposición Iberoamericana de 1929 fue, sin lugar a dudas, el tren Lilliput. Durante mucho tiempo se creyó que fue un regalo del rey Alfonso XIII a la ciudad de Sevilla, aunque recientemente algunos historiadores han encontrado documentación que pone en duda esta afirmación. Sea como fuere, el pequeño ferrocarril causó más furor que todas las atracciones del parque, incluida la montaña rusa, y recorría el recinto de punta a rabo haciendo paradas en sus cinco estaciones: Glorieta Becquer, Paseo de las Delicias, Barrio Moro, Parque de Atracciones y Plaza de América.

Al parecer, fue José Cruz Conde, Comisario Regio de la muestra, quien adquirió personalmente las cinco máquinas (bautizadas como Sevilla, Santa María, Pinta y Niña) durante su visita a la Exposición de Colonia de 1928. De fabricación alemana, cada locomotora medía siete metros de largo, arrastraba diez vagones y podía transportar a unas 150 personas con una velocidad máxima de 30 kilómetros por hora. Para que el viaje fuera más atractivo si cabe, se construyó el túnel que actualmente atraviesa el Monte Gurugú y cerca de la Plaza de España se habilitó una galería que simulaba a las Grutas de las Maravillas de Aracena.

Más de 500.000 personas de todas las edades se montaron en él, dejando una recaudación de 684.000 pesetas. En otras palabras, el tren Lilliput, que jamás se averió ni sufrió ningún accidente, se convirtió en la tercera fuente de ingresos de la exposición tras las entradas y la explotación comercial de los terrenos. A la conclusión del evento fue almacenado en unas cocheras que se encontraban próximas a la Avenida de la Borbolla y rescatado en dos ocasiones (1930 y 1932) para sendas exhibiciones. Tras la última de ellas, las máquinas fueron abandonadas a su suerte y se deterioraron notablemente, aunque en 1969 una de ellas (la Santa María) fue restaurada y vendida al parque de atracciones de Madrid, donde fue reciclada durante un tiempo como el Tren del Oeste. Por su parte, la Niña fue reparada posteriormente por la Asociación Sevillana de Amigos del Ferrocarril y actualmente se halla en la Estación de Santa Justa. Así las cosas, el tren miniatura sigue vivo pese a las vicisitudes que le han acompañado durante su existencia.  

Rebobinando hasta 1929

expo 1929El año que viene Sevilla celebrará el 85 aniversario de la Exposición Iberoamericana de 1929 con una serie de actos culturales que pretenden revivir la muestra que cambió para siempre la fisonomía de la ciudad. El programa arrancará con un concierto de la Banda Sinfónica Municipal, que interpretará temas inéditos y recuperará el mítico himno de la exposición, el cual fue compuesto en su día por Francisco Alonso (música) y los hermanos Álvarez Quintero (letra).  Asimismo, el Ayuntamiento tiene previsto reabrir los pabellones al público tras haber llegado a un acuerdo con varias delegaciones internacionales.

De esta manera, Estados Unidos rehabilitará la actual sede de la Fundación Madariaga para tal efecto, Portugal hará lo propio con su consulado y se espera que en los próximos meses se unan más países a la iniciativa. Además, guías turísticos y voluntarios explicarán al público la transformación física y funcional que ha sufrido cada uno de los edificios, añadiéndole un valor didáctico a las visitas. Pero también habrá momentos para la diversión, puesto que uno de los objetivos que se ha marcado el Consistorio para esta efeméride es recuperar el entrañable tren Liliput, del que ya hablaremos en profundidad próximamente.

Más difícil, por no decir imposible, sería reconstruir el antiguo parque de atracciones que se encontraba entre las avenidas de La Palmera y La Raza, aunque los organizadores de este evento quieren compensarlo con una exposición temática. No será la única, pues también se pondrá en marcha una feria de pinturas, cuadros, iconografía, mapas y objetos de 1929 en el Casino de la Exposición. Y la cosa no acabará ahí, puesto que también está programado que un globo aerostático rememore los inolvidables vuelos del zepelín. Todas estas actividades tendrán lugar en los meses de mayo y junio de 2014

El muro de Torneo

muro torneo sevillaEn Sevilla hubo un muro. No como el de Berlín, obviamente, ni con sus connotaciones políticas, pero sí lo suficientemente importante como para ser recordado. Vayamos por partes. A mediados del siglo XIX, el Ayuntamiento removió cielo y tierra para que el ferrocarril llegara a la capital y finalmente consiguió que la reina Isabel II aprobara la construcción de una estación de trenes en Plaza de Armas. Y fue así como, en aras de paliar el ruido y ganar en seguridad, las autoridades decidieron levantar un tabique que separaba las vías y los andenes de la carretera que recorría los antiguos barrios de Los Humeros, San Juan, y Santa Clara.

Para que nos hagamos una idea, la tapia abarcaba aproximadamente la extensión de la actual calle Torneo. En aquellos tiempos, su calzada era sensiblemente más estrecha y se caracterizaba por la sucesión de adoquines que provocaban el clásico traqueteo y por la interminable compañía del muro. Esta estampa se mantuvo durante muchas décadas, ya que Torneo no ganó la anchura ni la magnificencia que tiene en la actualidad hasta los prolegómenos de la Exposición Universal de 1992, cuando el Consistorio remodeló a fondo la margen del río y decretó el derribo del muro.

Fue concretamente el 26 de mayo de 1990 cuando el alcalde Manuel del Valle procedió a la demolición simbólica de la última ‘muralla’ edificada en Sevilla. Aquella escena simbolizó la ruptura con el pasado más prescindible, por llamarlo de alguna forma sutil, y la apertura hacia el futuro más prometedor, en el que Sevilla debía brillar con luz propia a los ojos de todo el mundo. A diferencia del de Berlín, la caída del muro de Sevilla no supuso ningún hito histórico, pero a partir de entonces el tren dejó de condicionar la fisonomía de la ciudad y ésta pudo contemplar la infancia de La Cartuja desde la otra orilla del río.  

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