La Virgen de los reyes

Virgen de los ReyesDice la leyenda que el Rey San Fernando soñó con la Virgen y que al día siguiente hizo llamar a los maestros imagineros de la corte para que tallaran una imagen igual a la que se le había aparecido en sus sueños. Los artífices llegaron labrar hasta cuatro imágenes de la Madre de Dios: la Virgen de los Reyes que hoy se venera en el Monasterio de San Clemente; la Virgen de las Aguas, que recibe culto en la Parroquia del Salvador y que el 30 de mayo de 2007 cerró la procesión dedicada al rey conquistador de Sevilla; la Virgen de los Reyes, titular de la hermandad de los Sastres, de San Ildefonso, y la actual Patrona de la Ciudad , Nuestra Señora de los Reyes, que recibe culto en la Capilla Real de la Santa Iglesia Catedral.

Cuando el Santo Monarca contempla todas las imágenes realizadas por los escultores del Reino, se fijó detenidamente en la efigie de la Virgen de los Reyes que está en la Catedral. El Rey se aproximó a la imagen, manifestando que veía en Ella a la Madre de Dios que había visto en sus sueños.Según todos los historiadores, el Rey Fernando III intervino muy directamente en la realización de esta escultura de la Virgen , aunque también se ha recogido en otros documentos que la efigie fue realizada en Alemania o Francia y donada al monarca por el Emperador Federico II o por el rey francés Luís IX.

 

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La Valiente

La ValienteMuchos recuerdan la Semana Santa de 1932, fecha desventurada en la que el ambiente envenenado no era nada propicio para la magna manifestación de las procesiones sevillanas. Pasó el Domingo de Ramos, sombrío y helado, bajo la amenaza vociferante de la exaltación atea.Pero llegó el Jueves Santo, y la Hermandad de la Estrella decidió salir a la calle. A su estación de penitencia acudió Sevilla entera, uniéndose en el testimonio viril de la Hermandad de temple y valor a raja tabla.Durante el camino no falta el atentado sacrílego. En las puertas mismas de la catedral un forajido, que no era sevillano, hizo a la sagrada imagen dos disparos de pistola, que, gracias a Dios, ní le rozaron. La fuerza pública hubo de proteger al desdichado.El regreso de la Cofradía hasta el templo trianero de San Jacinto fue una apoteosis de fervor. Miles de sevillanos acompañaron a los hermanos, desagraviando a la Virgen de la Estrella en una pletórica demostración de sentimiento religioso.La proclamación de la Republica en abril de 1931 puso inquietos a muchos. Tanto para los que pensaban que solo era un escalón en su camino a la Revolución, como para los que consideraban que era un salto bastante grande. Los incidentes no tardaron en surgir.Estos sucesos no incidieron en la Semana Santa de 1931., que transcurrió en paz e hicieron estación de penitencia cuarenta y cuatro cofradías. Pero, después del empeoramiento experimentado a lo largo de ese año, dieron motivos a los cofrades para coger miedo y el ambiente se enrareció.Y antes de concluir el año hubo contactos propiciados por las autoridades para garantizar la salida de las cofradías en la Semana Santa del venidero año.

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La Cucaña

CucañaDurante la Velá de Santa Ana, fiesta popular que se celebra en el mes de julio en la orilla derecha del Guadalquivir, la orilla del Triana, los trianeros, ahora repartidos por los nuevos arrabales, vuelven a su antiguo barrio para mostrar su naturaleza nunca perdida , engalanando al río y ocupando su orilla con las casetas donde se asan sardinas, se comen avellanas verdes, se bebe vino o cerveza, se canta, se baila… En las tardes, cuando el calor de la ciudad parece que comienza a diluirse en su propio sofoco, las aguas del río son tomadas por decenas de jóvenes que se refrescan y comienzan a organizarse para participar en “La Cucaña”.La Cucaña es un antiguo juego-concurso que ha persistido hasta nuestros días y en la que participan los jóvenes trianeros demostrando sus habilidades sobre un poste encerado en cuyo final se  coloca una bandera que es necesaria coger para llevarse el premio.

Cucaña quiere decir  palo ensebado, es un juego consistente en escalar, trepar, marinear sólo con la ayuda de brazos y piernas por un poste vertical u horizontal de aproximadamente 5 metros, que suele estar alisado o embadurnado con alguna sustancia resbaladiza, hasta atrapar el premio, el poste se coloca horizontalmente sobre la proa de una barcaza en el río y los participantes deben caminar sobre el poste evitando caer al agua, hasta alcanzar el premio.

 

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La Virgen llamada la Sevillana

Iglesia de San BuenaventuraEn el altar mayor de la iglesia de San Buenaventura puede verse una imagen de la Virgen a la que llaman la Sevillana, obra del escultor Juan de Mesa. El origen de su nombre es el siguiente:

Esta imagen se encontraba en la Casa Grande de San Francisco,  una noche fue desvalijada  de sus joyas por unos ladrones. Se le hicieron cultos y  el fraile que los predicaba exhortó al vecindario para dar donativos para poder reponer a la Virgen sus joyas. Pero en medio de la predicación se alzó una voz entre el público que dijo: » No es verdad, que la virgen es tan bonita y tan sevillana, que no precisa alhajas».

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La torre de Don Fadrique

Torre de Don FadriqueEl rey San Fernando había estado casado con la reina doña Beatriz de Suabia, de ilustre estirpe europea. Doña Beatriz dió al rey varios hijos, siendo el primero de ellos don Alfonso » el Sabio», quien después de la muerte de Don Fernando ocuparía el trono de Castilla y León con el nombre de D. Alfonso X el Sabio. El menor de los hijos fué el infante don Fadrique.
Cuando doña Beatriz murió, el rey, con casi 50 años de edad,  contrajo nuevo matrimonio con doña Juana de Pointiheu, con la finalidad de entablar relacines de amistad con Francia. la diferencia de edad entre el rey y doña Juana era demasiada pués ella tan solo tenía 17 años.
Pero poco después de contraer matrimonio el rey se puso en marcha para conquistar Córdoba y Sevilla. Las campañas le mantuvieron alejado de su esposa. El rey sólo se acercaba a ella por cumplir como caballero y cristiano y por oblñigación matrimonial, por lo que la joven tuvo varios hijos, más como deber que por placer.
Los reyes se vinieron a Sevilla y se instalaron en el Alcázar, pero el rey  por preocupaciones, por ejercitaciones piadosas y por una enfermedad que contrajo al pasar el Guadalquivir por Lora del Río, de la que nunca se repuso, se alejaba aún más de su esposa.

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La Maldegollada

Plaza de San FranciscoCuenta la leyenda, que en la calle Hernado Colón, cerca de la calle San Francisco, vivía en 1624 un sastre llamado Cosme, con su esposa, de nombre Manuela y que era más joven que él. El artesano, contrató a un joven ayudante, el cual, entró en relación ilícita con la mujer. El joven aprovechaba cualquier excusa, para subir a los aposentos y así tener encuentros íntimos con Manuela. Los encuentros se hicieron tan seguidos, que un día el marido los descubrió. Se enfureció tanto, que se lanzó a la calle gritando y culpando a los adúlteros. En aquella época las leyes eran diferentes y las penas eran más fuertes, por lo que se esperaba que esta historia acabase en desgracia. El marido enfadado se encaminó hacia el Santo Oficio, donde trasladó su queja, y donde impusieron que el castigo sería la muerte para los dos amantes .

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San Isidoro

San IsidoroCuando Almothadi subió al trono de Sevilla, este entabló relación con el Rey de León,Fernando I, al que envió regalos para consolidar dichas relaciones.Fernando I pidió a Almothadi recuperar para los cristianos las reliquias de Santa Justa y Santa Rufina, y llevárselas a León ya que en aquella época era necesario contar con importantes reliquias para engrandecer así a la iglesia. El rey de Sevilla accedió pero no sabía dónde podrían encontrarse dichas reliquias. Don Fernando le comunicó que tendrían que estar bajo el suelo de alguna de las iglesias visigodas que había en Sevilla. Almothadi le dijo a Don Fernando que lo mejor era que enviara a algunos cristianos para que las buscaran ellos mismos. Así, el rey de León envió al obispo de León junto con algunos monjes y caballeros que estuvieron buscando las reliquias durante un tiempo. Como no encontraban nada decidieron de regresar a León, y según cuenta la leyenda el mismo día que decidieron regresar se le apareció en sueños al obispo de León un hombre con una túnica blanca y una mistra en la cabeza que decía ser el obispo de Sevilla, San Isidoro, y que le indicó dónde podía encontrar sus restos y para  fuesen de regreso con ellos a León.

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El lagarto de La Catedral

Lagarto de la CatedralEn una de las naves ubicadas en el Patio de Loa Naranjos de la Catedral de Sevilla, se pueden observar colgados del techo tres objetos: un lagarto de tamaño natural, un colmillo y unas riendas de algún animal.

Cuenta la leyenda que por el año 1620, un sultán musulmán envió una embajada al rey Alfonso X  para pedir la mano de su hija. La embajada trajo algunos regalos entre los que se encontraban un colmillo de elefante, un cocodrilo del Nilo vivo, y una jirafa domesticada.

Pero el rey rechazó la petición de mano de su hija por lo que devolvió al sultán la embajada y los regalos excepto el cocodrilo, la jirafa y el colmillo de elefante.

 

 

 

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Cristo de Las Mieles

Cristo de Las MielesExiste en el cementerio de San Fernando de Sevilla algo que no podemos dejar de admirar: la escultura en bronce de un Cristo crucificado que se encuentra en la glorieta principal de dicho cementerio. Éste cristo es llamado de Las Mieles por un fenómeno muy curioso, que ha quedado como leyenda a través de generaciones, y que podría haber sido argumento para un episodio de Expediente X. Es obra de Antonio Susillo, famoso escultor sevillano del siglo XIX. Nacido en Sevilla de familia humilde, el 17 de Abril de 1857, concretamente en La Alameda de Hércules, desde muy jóven gozó del mecenazgo de la Infanta Luisa Fernanda de Orleans, y la duquesa de Montpensier, que fué su principal valedora. Gracias a ellas, considerado un «niño prodigio», pudo desarrollar su don innato como artista y escultor. Ya a los veinte años aproximadamente, Antonio Susillo comienza a recibir encargos de la alta aristocracia europea, consolidándose como el escultor sevillano más famoso de todos los tiempos. Cuenta la leyenda que cuando el escultor talló este cristo, lo hizo con las piernas al contrario, y que al contemplar la obra terminada y ver el fallo, se sintió tan angustiado y le afectó tanto que se disparó con una pistola, pues además, en ese momento se encontraba en la ruina y esa obra significaba mucho para él.

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