‘El barbero de Sevilla’ no es una ópera cualquiera, sino una de las más representadas en el mundo. Inspirada en la obra de Beumarchais que lleva el mismo nombre, fue compuesta por el italiano Gioachino Rossini en 1883 y estrenada en el Teatro Argentina de Roma, donde ocurrió absolutamente de todo. Cuentan las crónicas que uno de los intérpretes rompió una de las cuerdas de su guitarra, otro se resbaló, cayó el suelo y continuó cantando con la nariz ensangrentada, un gato negro atravesó el escenario en medio de la función… Hay quien dice que el estreno fue saboteado por la competencia y otros piensan que se estrenó demasiado pronto; sea como fuere, acabó en desastre.
Afortunadamente, a partir de la segunda representación todo fue sobre ruedas y poco a poco fue convirtiéndose en unas de las obras más aclamadas por el público italiano antes de dar el salto a otras ciudades europeas. Aunque es una ópera bufa (cómica), la trama es romántica, ya que relata las andanzas de una pareja de enamorados compuesta por el conde de Almaviva y la joven huérfana Rosina. Todo se complica cuando entra en escena un tercero, Bartolo, profesor de ella, quien no duda en cortejarla a pesar de la diferencia de edad. Y para deshacerse de él, la joven pareja recurre al barbero Fígaro, quien les presta una inestimable ayuda.
Para conmemorar el bicentenario del estreno de ‘El barbero de Sevilla’, el pasado 20 de febrero se celebraron en la capital hispalense diferentes actos relacionados con esta afamada ópera. Sin ir más lejos, en la Plaza Nueva acogió un popular y diversas actuaciones de coros, tenores y sopranos. Por un día, la ópera estuvo en la calle, y, habida cuenta del éxito que cosechó, los organizadores no descartan seguir divulgándola al aire libre.