El equipo arqueológico que dirige Miguel Ángel Tabales, en el transcurso de las tareas de limpieza que se llevan a cabo previas al inicio de la nueva campaña de investigaciones arqueológicas en el Patio de Banderas de Sevilla, encargadas por el Patronato del Real Alcázar y de la Casa Consistorial, ha localizado los restos de un relieve pétreo con forma fálica situado en uno de los muros exteriores del edificio romano fechado durante el siglo I A.C. En concreto, se trata de una imagen fálica en bajorrelieve con una clara justificación profiláctica y apotropaica, algo común en la época romana y muy especialmente en los momentos finales de la República, época a la que pertenece el edificio en el que se dispuso, según aclaró en una nota el Ayuntamiento hispalense. Además, la imagen aparece frecuentemente en edificios de todo tipo, sobre todo públicos como puentes, como en Emerita Augusta (Mérida)–; acueductos, como el de Segovia; murallas, en Ampurias; puertas urbanas e incluso en simples domus, como en Clunia.
Asimismo, en ocasiones como sucede en Pompeya, fue utilizado en fachadas y pavimentos como indicadores de la situación de lupanares, si bien en este caso la justificación parece ser otra. La costumbre de atribuir al falo erecto poderes para combatir el mal ojo –la fascinatio– y evitar a los malos espíritus, estuvo tan extendida entre los hispano romanos que fue común llevar amuletos de este tipo –sobre todo en mujeres y niños– hasta bien avanzada la cristianización. Por otra parte, el presente relieve muestra el fascinum sustentado por dos extremidades traseras en movimiento –tal vez patas de bóvido– y cola de león, motivo con abundantes paralelos como los ejemplares localizados en el decumano de Leptis Magna o en Clunia. En cualquier caso, su interés radica, sobre todo, en su significado como elemento arquitectónico que podría justificar una función para el edificio que se excava, a la vez que consolida la teoría del equipo arqueológico de la existencia de una calle en ese espacio durante el periodo republicano. Con independencia de su interés científico y de su localización, in situ, el relieve contribuye a la valorización del yacimiento y su futura puesta en valor, gracias a la calidad de la talla y a su fuerza formal.