El Instituto de Higiene del doctor Murga

El error más repetido en la historia de Sevilla ha sido el de demoler edificios sin tener en cuenta su valor artístico y patrimonial. Un buen ejemplo es el del Instituto de Higiene, que estaba situado en el número 35 de la calle Marqués de Paradas. Fue construido entre 1905 y 1907 para ser, simultáneamente, la residencia, el laboratorio y la clínica del doctor Leopoldo Murga Machado, y estuvo en pie hasta 1958. Quienes no hayan oído hablar nunca de él, a buen seguro que se sorprenderán al ver fotografías de su fachada, pues parece mentira que un inmueble con semejante encanto se redujera a escombros.     

Su estilo era neoclásico y recordaba a los antiguos templos romanos, si bien se inspiró en el Museo Británico de Londres. Estaba organizado en torno a tres naves: la central era utilizada como laboratorio y zona de consultas, en la de la izquierda se practicaba la electroterapia y en la de la derecha se realizaban sesiones de hidroterapia. También contaba con un vistoso jardín, bordeado por esculturas relacionadas con la higiene, y nada más y nada menos que catorce cuartos de baño, dos de ellos de lujo. Asearse en ellos costaba una peseta, dato que deja a las claras que se trataba de un edificio que rozaba el elitismo.

Pese a que tuvo mucha clientela durante más de dos décadas, en mitad de la Guerra Civil cerró sus puertas y quedó abandonado hasta que en 1958 se decretó su demolición. Curiosamente, las autoridades decidieron construir en su emplazamiento otro centro sanitario, en este caso un ambulatorio (el que sigue operativo hoy día), aunque ahí acaban las similitudes, puesto que se trata de un edificio nada pretencioso y orientado a la practicidad. Sea como fuere, cuando uno compara las imágenes del pasado con las del presente, inevitablemente se pregunta por qué no se rehabilitó el edificio anterior en lugar de hacer borrón y cuenta nueva. 

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