Matemáticas y algo de tiempo. No hace falta mucho más. Con estos dos elementos como herramientas pueden analizarse las consecuencias para las arcas públicas de la singular forma de gobernar de los responsables municipales de Sevilla, que tienen en el proyecto de remodelación urbana de la plaza de la Encarnación, retrasado y desbocado desde el punto de vista presupuestario, la gran metáfora de una etapa política que, con independencia de lo que pase en las próximas elecciones locales de 2011, debería pasar a la historia.
El interventor municipal -funcionario encargado de velar por la legalidad de todas las operaciones de crédito hechas por el Ayuntamiento- ha emitido hace unos días un informe negativo al expediente administrativo que el pasado mes de enero autorizó el ex concejal
de Urbanismo de Sevilla, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, nombrado hace apenas unas semanas alto cargo de la Junta, para cubrir parte del sobrecoste que viene arrastrando la ejecución de esta obra.
El motivo de la posición del interventor municipal no es otro que la insuficiencia de la propuesta elevada al Pleno por el anterior edil de Presidencia -delfín del alcalde e hipotético aspirante, hasta hace unos meses, a sucederle en la Alcaldía hispalense- para cubrir la totalidad del coste real del nuevo modificado del proyecto, fruto de la segunda gran desviación presupuestaria de la obra.
Celis anunció en su día que el sobrecoste del Parasol era de sólo 18 millones de euros y, en consecuencia, dio curso administrativo a un expediente por ese valor económico para cubrir dicho coste. El problema es que el desfase real del Parasol, producto de la suma de diversos criterios relacionados con la ejecución de la obra, entre ellos los defectos en su diseño, según los técnicos de Urbanismo, suma hasta 30 millones de euros. Tal y como en su día desveló este diario, todavía quedan por cubrir 12 millones de euros. Dinero que no sólo no está liberado por parte de la Gerencia de Urbanismo, sino que aún tiene que ser objeto de la obligada tramitación administrativa. Incluyendo además una autorización del Consejo Consultivo, al tratarse de un encarecimiento del contrato inicial de construcción superior al 20% del presupuesto inicial.
La posición del interventor municipal obligará al nuevo delegado de Urbanismo, Manuel Rey -un hombre del equipo político de Celis, que hasta su marcha ocupaba el cargo de coordinador del área de Urbanismo- a volver a aprobar en el consejo de la Gerencia, y posteriormente en el Pleno, un expediente correcto que cubra definitivamente la totalidad del desfase.
Esto implica que el Ayuntamiento tendrá que hacer frente a una modificación presupuestaria en los presupuestos de la Gerencia de hasta 12 millones de euros. Una cantidad que, probablemente, volverá a provocar las críticas del único partido de la oposición, el PP, que en su día ya censuró que los números oficiales de la obra diseñada por el arquitecto berlinés Jürgen Mayer para la Encarnación habían sobrepasado las previsiones.
La aprobación del nuevo expediente en los órganos municipales, en todo caso, no garantiza que la liberación del crédito llegue a buen puerto. El interventor validará el expediente si los responsables municipales son capaces de detraer dinero de otras partidas de Urbanismo para cubrir la totalidad del segundo desfase de la Encarnación. La opinión del Consultivo, sin embargo, aún se desconoce.
En cualquier caso, el sobrecoste del Parasol -todavía a medio hacer- ha sobrepasado con creces todas las previsiones iniciales. El último modificado objeto de la polémica -30 millones de euros- se suma a uno anterior por valor 8,4 millones de euros. La desviación oficial se acerca, por tanto, casi a los 40 millones de euros. Una cantidad que, para hacerse una idea de su envergadura, supone justamente el 83% del importe de lo que ha costado la segunda fase de la rehabilitación del Palacio de San Telmo. O casi la mitad de lo que se pagó -oficialmente- por las obras de construcción de la línea de tranvía que conecta el Prado con la Plaza Nueva. Ambos proyectos han sido calificados como dispendios por el PP. El presupuesto oficial de licitación de la obra rondó los 55 millones de euros. Dicho de otra forma: sólo el sobrecoste que ha experimentado el Parasol desde que comenzó su ejecución es ya algo más del 72% del dinero que, en teoría, debía de haber costado su construcción completa. Incluyendo todos los conceptos.
El coste global del Parasol, sin embargo,es bastante más elevado. Tanto que su factura puede sobrepasar los 123 millones de euros. Urbanismo hasta ahora se ha cuidado mucho de dar datos detallados de este punto. Manuel Rey, el nuevo delegado, dijo hace unas semanas -rompiendo la estrategia de Celis, que en público sostenía que el coste del Parasol no se conocerá hasta que la obra esté culminada- que la factura podía aproximarse a los 90 millones de euros.
¿Cuánto es la cifra real? Depende de cómo se hagan las cuentas. Del criterio de cálculo. En líneas generales, el proceso de financiación de la reforma urbana de la Encarnación tiene dos grandes etapas. La primera es la que corresponde a la etapa del gobierno PSOE-PA. La segunda es la que se inicia tras el acuerdo PSOE e IU y la posterior decisión de paralizar el primitivo proyecto de mercado con aparcamiento -diseñado en su última versión por el arquitecto sevillano José Antonio Carbajal- para convocar un concurso de ideas del que salió ganadora la propuesta de Jürgen Mayer. Propuesta cuya realización fue adjudicada, mediante un concurso público cuyos criterios se han incumplido posterioremente de forma evidente, a la empresa constructora Sacyr. Esta entidad mercantil construye el Parasol, el mercado y los diferentes espacios comerciales que irán en la Encarnación a cambio de su explotación privativa durante un periodo de hasta 40 años. El contrato suscrito en su día -que no ha sido modificado a pesar del más que notable incumplimiento y el sobrecoste producido a lo largo de la ejecución de la obra- incluye como compensación no dineraria en favor de Sacyr del edificio que todavía ocupa en la zona la delegación municipal de Hacienda.
La decisión de cambiar el proyecto contratado por el PA -y que el alcalde aprobó personalmente hasta en cinco ocasiones; tantas veces como el asunto tuvo que pasar por los correspondientes foros municipales de gobierno- tuvo el coste económico derivado de indemnizar a los anteriores adjudicatarios, el consorcio formado por las empresas Martín Casillas y Ficoán. Éstas sociedades mercantiles cobraron 9 millones de euros en concepto de compensación y, por otra vía, percibieron 5,3 millones de euros correspondientes al contrato de las obras de emergencia que se hicieron en el solar antes del concurso de ideas. En total, 14, 3 millones de euros.
A partir de ese momento se inicia el proceso para elegir el nuevo diseño de la Encarnación. Los gastos derivados de esta circunstancia empiezan entonces a multiplicarse: 5 millones de euros para el arquitecto, nuevos trabajos arqueológicos (1 millón), el proyecto del Antiquarium (8,4 millones) y el primer presupuesto de licitación: 55 millones de euros. Casi 70. Sobre esta cifra hay que añadir el coste real de las dos grandes desviaciones presupuestarias, que alcanzan entre ambas casi los 40 millones de euros. El Ayuntamiento, para que la operación saliera a Sacyr con una rentabilidad del 8%, decidió dar a la empresa -a fondo perdido- una subvención por valor de 25 millones de euros. La pagó en dos ejercicios presupuestarios. El interventor tuvo que dar una autorización especial. La segunda aportación en favor de la concesionaria fue en especie: los espacios lucrativos previstos tanto en el complejo Metropol Parasol como en el edificio de Hacienda. Hace cinco años años la valoración económica de estos espacios terciarios (comerciales y para oficinas) se fijó en unos 32,2 millones de euros.