La invención de la imprenta supuso un antes y un después en la historia de la humanidad. No en vano, hasta entonces el conocimiento se transmitía únicamente a través de la palabra hablada y, en menor medida, de la manuscrita, que implicaba un esfuerzo nada baladí a la hora de reproducir los libros. Por ello, la posibilidad de mecanizar la producción cambió el mundo para siempre, aumentando exponencialmente la difusión de los textos y el interés por leerlos. Si bien previamente ya se habían probado diferentes artilugios para realizar copias, el avance más significativo lo aportó el alemán Johannes Gutenberg a mediados del siglo XV, ya que su flamante aparato necesitaba la mitad de tiempo que el más rápido de los copistas para imprimir un libro.
¿Y por qué estamos hablando de todo esto? Pues porque nuestra ciudad custodia la Biblia de Gutenberg, el libro que simboliza el comienzo de una era tecnológica: la de la imprenta de tipos móviles. Sólo se conservan 21 ejemplares completos de esta preciada obra y uno de ellos se encuentra en la cámara de seguridad de la Universidad de Sevilla. Cabe reseñar que recientemente ha sido sometido a un delicado proceso de restauración, después de que se hubiesen detectado algunos pequeños síntomas de deterioro, sobre todo en su encuadernación, pero ya se halla en perfectas condiciones.
Antes de llegar a las dependencias de la Hispalense, la Biblia de Gutenberg, también conocida como Biblia de las 42 líneas o Biblia de Mazarino, estuvo en poder de la Compañía de Jesús, cuya sede se encontraba en la calle Laraña. Allí era guardada con celo, aunque las medidas de seguridad no eran tan extremas como las de hoy día. De hecho, dado su incalculable valor, no se expone al público salvo en ocasiones muy puntuales, si bien sus 130 páginas ya han sido digitalizadas para poder ser consultadas cómodamente.