Wolfgang Amadeus Mozart no necesita presentaciones, ya que está considerado como uno de los músicos más influyentes de la historia. Sin embargo, no todo el mundo sabe que, pese a no haber viajado nunca a Sevilla, ambientó dos de sus óperas en nuestra ciudad (‘Las bodas de Fígaro’ y ‘Don Giovanni’, ésta última inspirada en Don Juan Tenorio). Por esta razón, Sevilla decidió homenajearle con un monumento que fue inaugurado bajo una lluvia torrencial el 5 de diciembre de 1991, coincidiendo con el bicentenario de su muerte. Aquel mismo día, la Sinfónica de Sevilla dio un concierto en la Catedral ante nada más y nada menos que 9.000 personas e interpretó la famosa pieza del austriaco ‘Requiem’.
La escultura, realizada por el sevillano Rolando Campos, se quiso instalar inicialmente en los Jardines de la Caridad, pero al final, por discrepancias políticas, fue colocada en el paseo Cristóbal Colón, en la acera más cercana al río Guadalquivir y muy próximo a la Torre del Oro. Representa a Mozart apoyado en una silla sosteniendo una partitura, una pluma y un violín. La partitura y la pluma fueron robadas al poco tiempo y el violín también sufrió varios intentos de hurto, aunque logró resistir.
Gravemente deteriorado, el monumento fue retirado trece años después y restaurado por Manuel de Vicente. Una vez concluido el proceso, volvió al Paseo de Colón, aunque en este caso, a la otra acera, justo entre el Teatro de la Maestranza y los Jardines de la Caridad. Para evitar más actos vandálicos, se le incorporó un pedestal y se colocó en una posición más alta, de espaldas a una Giralda que se asoma en la lejanía.