Emilio Lledó, un filósofo ejemplar

Los Premios Princesa de Asturias (antes Príncipe de Asturias) no están al alcance de cualquiera. No en vano, son los galardones más prestigiosos que se entregan en nuestro país y distinguen a las personas que más bien hacen por la ciudadanía en sus diferentes ámbitos. Este año, en la categoría de Humanidades, el condecorado ha sido el sevillano Emilio Lledó, filósofo y miembro de la Real Academia Española desde 1994.

Lledó nació hace 87 años en el barrio de Triana, aunque siendo un niño emigró a Vicálvaro (Madrid). Allí vivió en primera persona la crudeza de la Guerra Civil al tiempo que se instruía con un profesor que le marcó profundamente. Quizás por ello, decidió estudiar Filosofía y practicar la docencia en universidades tan variopintas como las de Heidelberg (Alemania), La Laguna (Tenerife), Madrid o Barcelona. El jurado de los Premios Princesa de Asturias considera que Lledó ha hecho de la Filosofía “una meditación sobre el lenguaje”, incidiendo en la capacidad que tiene el ser humano para comunicar sus emociones y pensamientos.

En sus numerosísimas publicaciones, ponencias y labores de investigación, Lledó se ha declarado enemigo de lo que él califica como “indecencia” y aliado de la esperanza, la felicidad y la libertad. Sus doctrinas filosóficas no sólo han sido reconocidas en España, sino también en Alemania, país en el que también pasó bastantes años. Sin ir más lejos, es miembro vitalicio del Instituto para Estudios Avanzados de Berlín. Pese a la universalidad que impera en todas sus ideas, siempre ha presumido de sus raíces, y buena prueba de ello es que mantiene una estrecha relación con Salteras, el pueblo de sus padres. Tanto es así que la biblioteca municipal lleva su nombre. El nombre de “una persona ejemplar en todos los sentidos”, según la escritora Elvira Lindo.

 

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