Érase una vez una palmera

La avenida de La Palmera se edificó a mediados del siglo XIX con un trazado recto similar al actual, aunque bastante más corto. Fue concebida como una continuación del paseo de Las Delicias y su trayecto fue aumentando con el paso de las décadas, llegando hasta las inmediaciones del barrio de Bellavista. Cuando ya tenía casi un siglo de edad, fue bautizada en 1910 con el nombre de ‘La Palmera’, en honor a una bella especie de este tipo que crecía en la glorieta Plus Ultra (la que está situada junto a la grada de Fondo del Benito Villamarín).

Pese a que a partir de entonces siempre se la ha llamado así, su nomenclatura oficial sufrió numerosas variaciones posteriormente. Así, en 1920 pasó a ser la avenida de la Reina Victoria, ya que era el lugar de paseo preferido de la esposa de Alfonso XIII. En 1931 se transformó en la avenida de Mayo, cinco años después acuñó el nombre de ‘avenida de la Victoria’ y hubo que esperar hasta 1980 para que se restituyera la denominación original. Y si hablamos de fechas, es necesario subrayar la Exposición Iberoamericana de 1929 como el acontecimiento que explica la eclosión definitiva de La Palmera.

No en vano, en aquel momento se convirtió en la arteria principal de la muestra, gracias al ensanchamiento de la vía, la expropiación de los terrenos aledaños y la construcción de pabellones y viviendas de lujo en ambas aceras. Asimismo, se consolidó como puerta de entrada para muchos andaluces, ya que conectaba directamente con la antigua carretera de Cádiz. Hoy día sigue siendo una de las avenidas de Sevilla con más tráfico, si bien no ha perdido ni un ápice de belleza por ello. Es más, por muchos coches que inunden su calzada, la vista siempre tira hacia las inconfundibles palmeras que cobija.   

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