Fernando III: Rey, Santo y Patrón

San Fernando. Sevilla
Todo el mundo sabe que San Fernando es el patrón de Sevilla, pero no todo el mundo conoce su historia y los motivos que propiciaron ese nombramiento. Antes de nada, hay que subrayar con tinta indeleble que estamos hablando de uno de los reyes más relevantes e influyentes de todos los tiempos en nuestro país. Y a decir verdad, su vida no fue precisamente un camino de rosas. De hecho, Fernando III (así se le conocía hasta ser canonizado en 1671) tuvo que superar adversidades prácticamente desde su nacimiento, pues existía la sospecha generalizada de que sus padres cometieron incesto y fue tratado como hijo bastardo muchos años. Sin embargo, gracias a su perseverancia y a su carácter conciliador, no sólo consiguió hacerse con el poder, sino también extenderlo durante su largo reinado.

San Fernando. SevillaLa responsabilidad de gobernar le llegó antes de alcanzar la mayoría de edad. Su madre, doña Berenguela, que tenía muy reciente la anulación de su matrimonio y la muerte de su hermano, le cedió el trono de Castilla en 1217. Obviamente, aquella sucesión generó bastante controversia y pronto tuvo que lidiar con una revuelta encabezada por la poderosa familia de los Lara y con la invasión de su propio padre, Alfonso IX, rey de León, que creía estar más legitimado que él para hacerse con la corona de su antigua esposa. De ambos envites salió victorioso y poco a poco fue poniendo fin a las fricciones internas. Tanto es así que, gracias a la mediación del Papa Inocencio III, llegó a hacer las paces con su progenitor. Sin embargo, éste no le incluyó en su testamento y dispuso que fueran sus hijas Sancha y Aldonza las que heredaran el reino a su muerte, algo que sucedió en 1230.

Lejos de desatar su ira, Fernando III usó la cabeza y buscó una solución pacífica para hacerse con esos territorios, consiguiendo finalmente la renuncia de sus hermanastras a cambio de una renta anual de 30.000 maravedíes. De esta forma, unificó los reinos de Castilla y León, y dadas sus fuertes convicciones católicas y nacionales, reanudó la cruzada contra los musulmanes que dominaban Andalucía. Sin pausa pero sin prisa, fue conquistando la zona occidental tanto a través de la fuerza como de la diplomacia y en 1245 ya sólo se le resistía la joya de los almohades: Sevilla.

Sevilla. San Fernando. Tuvo que recurrir a un despliegue militar sin precedentes para tomar la ciudad, incluyendo ataques marítimos y terrestres. Sus tropas liberaron Constantina, Lora, Cantillana, Guillena y Alcalá del Río y llegaron hasta Tablada, donde estableció la base de operaciones. Mientras tanto, la flota de su almirante Bonifaz se empleaba a fondo para hacerse con el control de la desembocadura del Guadalquivir. Después de feroces combates, la capital quedó sitiada y los árabes no tuvieron más remedio que claudicar el 23 de noviembre de 1248, día en el que el emblema de Fernando III fue izado por primera vez en el alcázar sevillano.

De no haber acontecido aquel episodio histórico sería imposible imaginar una Sevilla como la actual, con costumbres y tradiciones católicas tan arraigadas como las derivadas de la Semana Santa. Por ello, no sorprende que San Fernando sea el Patrón de la ciudad, que exista un monumento en honor a él en la Plaza Nueva y que cada 30 de mayo (fecha en la que falleció) se exponga públicamente su cuerpo incorrupto en la Capilla Real de la Catedral, donde siempre está acompañado por la Virgen de los Reyes, una imagen con la que soñó en vida antes de ordenar que la tallaran, según cuenta la leyenda.

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