Historia de la Feria de Abril de Sevilla

Se conoce como Feria de Abril al conjunto de casetas y atracciones que se instalan para la celebración de la fiesta local de Sevilla (España).

 

Etimología

 

La palabra «feria» es latina feria, feriae, era usada en plural feriae, feriarum. Los romanos la citaban para señalar fiestas y días de descanso, pero no era descanso referente del trabajo, sino de todo acto civil para dedicarse al culto religioso (vacare diis) y festejos que se celebraban.

Historia de los primeros mercados y ferias

 

Con la creación de las ciudades a lo largo y ancho de Europa a partir del siglo XI comienzan los negocios y mercaderías de todo tipo de artículo con el que comerciar. En cada ciudad con una asiduidad semanal o diaria hay un mercado, reunión de comerciantes, u otro encuentro comercial, y en ciudades más preparadas por su riqueza o situación estratégica se organizan las ferias. En un principio surgieron para que los comerciantes que no podían proveerse de mercancía en las cercanías pudieran hacerlo en un sitio específico y en una fecha señalada, sobre todo al por mayor.

Al ser tan numerosos los mercados y pudiesen desarrollarse con tranquilidad, hubo de hacerse un código de respeto conocido como paz de mercado otro de paz de la feria y del camino y un tercero de franquicias o privilegios, cada uno guardaba a los mercaderes según el momento en que se encontraba, ya fuera en el desplazamiento de un mercado a otro, la tranquilidad durante la estancia semanal del lugar donde le perteneciera en el momento, los hurtos, prohibición de uso de armas y otras restricciones incluidas a comerciantes.

Con el tiempo se fijaron fecha de celebraciones, siendo por costumbre de una duración semanal, se organizaron para evitar coincidencias y así poder desplazarse de un mercado a otro los vendedores: tomando como inicio las fechas del «buen tiempo» comenzaban las ferias situadas en las cercanías del Camino de Santiago adentrándose seguidamente en las ciudades de interior y el sur, para volver a terminar en septiembre nuevamente en el Camino de Santiago.

Una de las primeras ferias documentalmente conocida es la de Valladolid de 1152, creada por Alfonso VII, así como unas cuantas más iniciadas en el mismo siglo (Sahagún, Palencia, Madrid, Cuenca, Cáceres, etc.). Alfonso X, «el Sabio», constituye en Sevilla a mediados del siglo XIII, dos ferias al año (abril y septiembre) con una duración cada una de 30 días.

Como las ferias eran frecuentadas por mercaderes del exterior trayendo sus propias mercancías, se vieron en la situación de poner puertos de control estratégicos para transporte de mercancía y cobro de impuestos (aduanas). En Andalucía fueron los de Huelva, Cádiz, Vejer, Sevilla y Jerez los que se crearon.

 

Historia

 

Los orígenes de la Feria de Abril se encuentran en el 25 de agosto de 1846 cuando Narciso Bonaplata (catalán) y José María de Ybarra (vasco) redactaron una propuesta que llevaron al Cabildo Municipal pidiendo que le autorizaran durante los días 19, 20 y 21 de Abril para celebrar una feria anual, permiso que les fue concedido después de unos «tiras y aflojas» con el alcalde Conde de Montelirio, que pensaba que ya existían otras dos ferias muy próximas, la ganadera de Mairena del Alcor (cuya Feria es la más antigua de Andalucía, desde 1441, y primera en celebrarse, una semana antes que la de Sevilla), que velarían el éxito que prometían los dos organizadores. En marzo de 1847, la reina Isabel II concedió a Sevilla el privilegio de feria, celebrándose un mes más tarde la primera de la ciudad con la duración de los tres días expresados. La reina no visitó la feria hasta pasados unos años, en 1877, siendo su acompañante el alcalde Ybarra.

El Cabildo Municipal vio que la idea del vasco y el catalán era buena y además estaba secundada por numerosos ganaderos y agricultores. Ahí es cuando comienza la primera Feria de Abril sevillana.

La primera feria ganadera se ubicó en el Prado de San Sebastián, en esos tiempos este espacio se encontraba en las afueras de la ciudad, en el presente es uno de los lugares más céntricos de la capital, codeándose con la Fábrica de Tabacos (actual Universidad de Sevilla) que era el único edificio que estaba levantado por esas fechas, mucho más tarde se edificarían la Plaza de España y también se colocaría el monumento a Rodrigo Díaz de Vivar, «El Cid Campeador». Contaba con un total de 19 casetas y fue tan grande el éxito obtenido que pocos años más tarde, en 1950, hubo que separarse lo que era la mercadería del ganado y el espacio para la diversión.

Viendo el éxito de sus primeras vísperas, al Ayuntamiento se vio obligado a ir ampliando el lugar de celebración y la publicidad de la ocasión, en 1890 es editado el primer cartel oficial anunciador de la feria, en 1910 se difunden folletos divulgativos.

El año 1914 los tres días se convierten en cinco, la añadidura del sexto día de feria se produciría en 1952.

A partir de la década de 1920 la feria se empieza a parecer a lo que es ahora, una ciudad artificial y efímera de sólo unos días de duración donde se instalan casetas para el regocijo de los visitantes foráneos y autóctonos, vendedores, juerguistas, curiosos, artistas y famosos.

Durante años el recinto de la feria se conoció como «la Pasarela», debido a una estructura existente que era utilizada para cruzar la calle, hasta el año 1973 que fue preciso reubicar las casetas por las distintas demandas, de feriantes, organismos y público, el espacio se quedó pequeño y su lugar de asentamiento fue el barrio de Los Remedios, una zona casi rectangular con una medida de 1,5 km por 600 m, con nombre propio el «Real de la Feria», con calles que fueron bautizadas con nombres de toreros de todas las épocas, adornadas de farolillos de distintos colores que iluminan la oscuridad de la feria cuando cae la noche.

Como la feria no deja de «crecer» se espera que en un plazo próximo cambie nuevamente de ubicación a un lugar de mayores dimensiones, se estudia que sea lo que se conoce como el Charco de la Pava.

 

Portada

 

La primera portada que se levanta en la Feria data del año 1949, cada año la portada está dedicada a algún acontecimiento importante, monumento o edificio de la ciudad, pudiendo alcanzar una altura cercana a los 50 m de arcos y torres con cierto toque de arquitectura regionalista, y puede ser observada tanto de día como de noche gracias a los varios miles de bombillas que la iluminan.

El punto de partida de la fiesta se inicia en primer lugar con la noche del pescaíto, cena previa al alumbrado o alumbrao cuyo plato principal es pescado frito acompañado del característico vino fino o la manzanilla. Después se prepara todo para el alumbrao, esto es el encendido de las miles de bombillas de la portada y calles del recinto. Se realiza cada martes oficialmente a la 0 hora en punto.

El punto final es el domingo siguiente con el apagado de las bombillas de la portada y acompañado momentos después por un castillo de fuegos artificiales. El lunes referido es el lunes de dos semanas posteriores a la finalización de la Semana Santa en Sevilla, excepto si eso obligara a que la Feria fuese en mayo, en cuyo caso caso sólo transcurre una semana entre una fiesta y otra.

El número total de bombillas que iluminan la Feria asciende a un total aproximado de 350000 cubiertas por sus peculiares farolillos venecianos de distintos colores, consiguiendo con esto una vistosidad y luminosidad muy peculiar. En las bifurcaciones de las distintas calles estas bombillas están dispuestas en forma de paraguas, que culminan en un alto mástil, aquí no las recubren los farolillos.

 

Relación de algunas portadas, antiguas y recientes

 

La primera portada que tuvo la Feria fue la gran “Pasarela” que se levantó durante 24 años (1896-1920) en el anterior emplazamiento del Real en el Prado de San Sebastián, tuvo tanta influencia que aún hoy se le conoce (al Prado de San Sebastián) con ese nombre.

Las primeras portadas que dio otra característica a la Feria eran construcciones más pequeñas, desde 1949 se tiene como obligación edificar una gran entrada a la Feria, a partir de ese año las portadas comienzan a construirse con mayor envergadura.

La portada previa, del año 1948, a las monumentales fue pionera en tamaño, era una especie de faro gigante, que cubría la fuente donde se ubicaba y se llamó la Torre de los Toreros, estaba decorada con cabezas de toros, capotes de paseos y trofeos taurinos de todas clases.

La portada de 1966 fue una de las más grandes construcciones de su tipo, abarcaba dos calles y la fuente estaba como centro. Otras portadas que especialmente ornamentadas y grandes son las de los años 1968 y 1969, que representaban respectivamente al Puente de Triana y al Puente de Navarra de la Plaza de España.

En 1970 se homenajea a la añorada estructura de La Pasarela haciendo una imitación como portada. En 1971 se vuelve a imitar otro puente de la Plaza de España, en este caso el Puente de Aragón. La portada del año 1972 llevaba motivos árabes, recordando sus torres a la Giralda antes de poseer el campanario. Fue la última portada de la Feria celebrada en el Prado de San Sebastián.

La nueva ubicación de la Feria no permitía estructuras gigantescas como portada, ya se tuvieron que resignar a un tamaño un poco más pequeño en anchura. La del año 1973 estuvo dedicada al torero Antonio Bienvenida.

En el año 1974 tuvo una particularidad la portada, se le añadieron unas escaleras y los visitantes de la Feria pudieron acceder a la misma, fue la única ocasión en que una portada pudo ser visitada interiormente, y por razones de seguridad no ha vuelto a repetirse. Estuvo dedicada a la Pasarela nuevamente que tenía como principal uso el de sortear la calle que puenteaba.

La portada del año 1975 es en esta ocasión otro puente, pero en esta ocasión no es de la Plaza de España sino el Puente de Triana, motivo que se repitió en la portada en 1982. En los años 1983 y 1984 la temática de la portada de Feria vuelve a ser los puentes de la Plaza de España. La Pasarela vuelve a ser el motivo elegido por tercera vez como portada en el año 1986.

En el año 2003 se realiza la portada de Feria más alta de todas las que se han celebrado hasta el momento, con 47 metros. Conmemorando el 500 aniversario de la fundación de la universidad de Sevilla, representa la Fachada del Rectorado de la Universidad de Sevilla. La portada del año 2004, de estilo barroco, representa al Seminario Mayor de la Diócesis, que anteriormente fue Universidad de Mareantes y también residencia de los Duques de Montpensier. En el año 2005 se realiza una portada en forma de tres abanicos superpuestos unos sobre otros y se quiere homenajear al equipo de fútbol de Sevilla FC en el año de su centenario.

En el año 2006 la portada tiene la particularidad de que es sacada a concurso público por el Ayuntamiento de Sevilla, siendo encargada a Ricardo Suárez, realizando una representación de la Puerta del Príncipe por donde salen los toreros si han realizado una buena faena en la Plaza de Toros de la Maestranza de Sevilla. En el año 2007, la portada conmemora el centenario del equipo de fútbol del Real Betis Balompié. En el año 2008, la portada se denominó «CostureroSevilla» y su diseño estaba inspirado en el edificio el Costurero de la Reina.

 

Las «casetas»

 

En los primeros tiempos de la feria, al estar relacionada con la venta de ganado, lo que se calificaba de caseta era el equivalente a un establo. En la correspondiente al año 1849 el Ayuntamiento montó la primera caseta tal como se entiende el término ahora. Su estilo era el de una tienda de campaña, con la intención de vigilar y mantener el orden público, que cambió al poco tiempo debido al ambiente festivo que allí existía. Un año después se colocaron otras casetas con diversos elementos de ocio, alimenticios y otras utilidades.

Con el transcurso de los años, familias y algunas instituciones quisieron disfrutar más tiempo de ese espacio que se aventuraba anual, eso hizo que el número de casetas fuese en aumento, cada cual la adornaba a su antojo quedando todo muy pintoresco, adquiriendo formas morunas, circulares, militares… Fue en el año 1919 cuando se consiguió cierta uniformidad en el estilo, basandose en un diseño realizado por el pintor Gustavo Bacarisas. La uniformidad total se consiguió en el año 1983 cuando se establecieron normas para el montaje.

Cada caseta está compuesta por una estructura de tubos enganchados unos a otros recubiertos por una lona con listas en colores verdiblanco o rojiblando de unos 10 cm de ancho, la parte externa tiene como principales objetos decorativos la pañoleta, coronando la fachada adornada con dibujos o motivos barrocos tradicionales o regionales y conteniendo el nombre de la caseta o un elemento identificativo, o las dos cosas al mismo tiempo, y la barandilla, que hace de «terraza» al mismo tiempo.

Las cortinas de la entrada a la caseta deben estar cubiertas obligatoriamente de material ignífugo. En el interior existe una división realizada por unas simples cortinas en dos partes, la perteneciente a la entrada al espacio, está decorada a gusto de los responsables de la caseta, sin motivo publicitario alguno, es la llamada «parte noble», aquí debe existir un «suelo de tablas», aunque muchas casetas lo tienen hormigonado, pero no es impedimento para colocar una tarima que sirva para el baile. El acceso al interior o la trastienda no debe estar oculto por nada.

Los motivos decorativos sirven para además de llevarse algunos de los diversos premios que el Ayuntamiento otorga a las casetas, también son para mostrar características particulares de los responsables de la caseta en sí.

En la actualidad el número de casetas que conforman la Feria asciende aproximadamente a 1047.

Los sevillanos que tienen casetas propias, (no todas las casetas son propiedad de sevillanos, muchas son gestionadas por empresas) hacen de la caseta un trozo más de su propia vivienda donde reciben a los distintos grupos de amigos, familiares, conocidos e invitados, todos tratados con la misma cordialidad en un ambiente amigable y de relajación, donde se les invita a probar los dispares alimentos y vinos de la región, al tiempo que existe un ambiente musical muy típico de la época como son las sevillanas y hay hasta quien se arranca a cantar y bailar bajo los sones de las distintas melodías ambientales.

Muchas de las casetas, a pesar de lo abierta que es la fiesta, no permiten el acceso al interior si no es previa muestra de invitación o compañía de socio de la caseta, tratando de evitar el pillaje y otras malas artes. A los visitantes de la feria que no tienen donde acudir a refrescar sus resecas gargantas y descansar sus cuerpos, se les invita a pasar por las casetas que tienen acceso libre a todas horas del día y de la noche, estas son las múltiples casas regionales, los sindicatos y partidos políticos y los distritos de la ciudad. Para identificarlas se puede acudir a la caseta de información situada justo al lado de la portada donde se puede solicitar un plano de la Feria, con una relación detallada de las casetas existentes o simplemente la ubicación de tal o cual caseta.

 

Comer en la Feriar

 

Comer y beber es uno de los principales placeres que disfruta todo visitante de la Feria. Todas las casetas y multitud de puestos ambulantes, ofertan una amplia gama de manjares que permiten al público satisfacer su apetito o su sed en cualquier momento del día.

Sin duda, el primer gran encuentro gastronómico de la Feria es la noche del «pescaíto». Se trata de una cena restringida sólo para los socios de las casetas, se celebra el lunes para recibir la fiesta y confraternizar entre ellos. Esta cena suele durar hasta poco después del «alumbrao» de la portada y el Real, siendo esto alrededor de la medianoche. El plato estrella de esta cena, como su propio nombre indica es el “pescaíto” frito (su componente es el pescado). Es costumbre servir una selección de pescados frescos, tales como las pijotas, boquerones, adobo y calamares.

Junto al pescado, se sirven como entremeses o acompañándolo distintos platos, que pueden variar según la caseta que se trate. Como norma general no faltará el jamón ibérico o de Jabugo, las chacinas ibéricas o los langostinos de Sanlúcar. Todos estos platos se acompañan con la omnipresente manzanilla o con cualquier otra bebida al gusto (cerveza, refresco o el «rebujito»).

El resto de días se puede seguir disfrutando de la amplia y variada oferta culinaria existente. Para el almuerzo es costumbre que en cada caseta se prepare un “guiso” del día. Entre ellos se podrá encontrar mucha variedad, como las papas con chocos, los garbanzos con bacalao, la caldereta y así un sin fin de platos típicos andaluces. También existe para los menos amigos del cuchareo, otras exquisiteces tales como chacinas ibéricas, gambas de Huelva, revueltos, salmorejo, pimientos fritos, montaditos y por supuesto la famosa y exquisita tortilla española o tortilla de patatas.

La hora del almuerzo en la Feria no suele existir, aunque por norma general será tarde, entre las 15.00 y las 15.30 o incluso las 16.00. El motivo de esto es que todos los días, de lunes a viernes de la semana de Feria, son laborables en la ciudad, con lo cual la gente se incorpora al Real una vez han salido de sus trabajos y han conseguido llegar hasta el recinto ferial. Los que no tienen, por distintas razones, que trabajar esos días o los visitantes foráneos, podrán empezar el aperitivo un poco antes, aun así no es normal comenzar a almorzar antes de las 13.30. Es muy habitual, sobre todo los primeros días, que grupos de amigos o compañeros de trabajo queden para comer en la Feria. Son momentos agradables de confraternización fuera de lo que es la rutina diaria, que se aprovechan para charlar, contar anécdotas o simplemente disfrutar de la compañía en un ambiente distinto al de todos los días. Con frecuencia estas comidas desembocan en una larga sobremesa que puede alargarse hasta empalmar con la noche.

La cena, si existe (ya que a veces simplemente se empieza a picar a media tarde y se continúa hasta la noche), no suele variar mucho en contenido respecto al almuerzo, si bien no se suele servir el guiso del día.

Para altas horas de la noche, cuando el continuo beber empieza a provocar algunos estragos en algunos cuerpos, nada mejor que tomar un caldito del puchero. Este reconstituyente se suele servir acompañado de una ramita de hierba buena.

Los buñuelos o los churros, a elección del consumidor, acompañados de chocolate caliente, son otra de las tradiciones del feriante. Una vez que emprendemos el viaje de retorno se puede parar en los puestos de buñuelos. En estos puestos, regentados por familias gitanas, se puede disfrutar de la pintoresca estampa de las mujeres ataviadas con bonitos delantales de color blanco inmaculado, friendo los buñuelos en enormes peroles de aceite hirviendo a la antigua usanza, mientras otros miembros de las familias los sirven en mesas dispuestas para su consumo. Igualmente existe la opción de llegar hasta uno de los múltiples puestos de churros que se encuentran de la Feria al centro de la ciudad y paladear el último bocado antes del merecido descanso.

 

Manzanilla o vino fino

 

Estos vinos tradicionales andaluces acompañan a la Feria desde sus inicios. El vino fino es originario de Jerez y la manzanilla de Sanlúcar de Barrameda, se consume en cantidades astronómicas durante toda la semana que dura la fiesta, ya sea de forma refrescante o también para calmar el apetito acompañado de alguna ración de gambas, jamón, queso, chacinas, el «pescaíto», la famosa tortilla española (de patatas), aunque también hay otros platos de guisos con todas las legumbres de toda la vida.

En la última década se está imponiendo el «rebujito», otra bebida refrescante inventada por los que quieren «aguantar» más tiempo entre sus amistades y familiares, se trata de la combinación entre manzanilla y una bebida gaseosa con ligero sabor a lima, para rebajar la graduación de alcohol acompañado de mucho hielo.

Aunque también se puede consumir cerveza para los incondicionales de esta bebida y otras bebidas sin alcohol que permiten estar más tiempo con todos los sentidos que con los típicos finos y manzanillas.

 

El «traje de feria»

 

Consiste en el traje típico de la ciudad, su antigüedad se remonta a los primeros tiempos de la feria, donde acudían las mujeres de los tratantes o comerciantes, muchas de la etnia gitana y también campesinas, vestían cómodas batas de faena, a las que se les añadía dos o tres volantes que con el transcurrir de los tiempos se fueron convirtiendo en moda, además de ser una prenda cómoda de llevar, realzaba el cuerpo femenino dándole un toque de sensualidad que no conseguían con otras ropas. Este hecho llamó tanto la atención que las distintas clases de alta cuna comenzaron a copiar la indumentaria a partir de la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929. El traje de flamenca había dado el salto a formar parte de la moda.

Con el tiempo, aquella bata que comenzó siendo una prenda cómoda de llevar a faenar, pasó a ser el «traje de feria» para grandes y pequeñas, familias acomodadas y humildes, no había distinción de clases ni edad, y su evolución fue paralela con el resto de diseños que se actualizaban con cada época, apareciendo con distintos escotes, pelo recogido de una manera u otra, traje ceñido o más suelto, acompañándose con otros complementos como son las flores, collares, pendientes, mantones de Manila… en pocas palabras, en constante evolución sin dejar de ser una prenda cómoda y vistosa de llevar.

Se trata del único traje regional que tiene moda, variando su estilo con el paso de los años. Sirva como ejemplo la definición que hizo el pregonero de la Semana Santa de Sevilla, D. Manuel Toro Martínez, en su pregón en el Teatro Lope de Vega en 1979, del traje de flamenca y el baile por sevillanas:

•Extracto del Pregón de la Semana Santa de Sevilla de 1979

Nuestro traje regional, por ejemplo,

ni tiene un color obligado,

ni siquiera una hechura definida con rigor.

El frío de las marismas le pondrá manga larga

y abril la señalará corta.

Llegará al suelo o no,

tendrá o no volantes según los años,

y por supuesto, su tela

no se pesará como en algún sitio.

Nuestro baile exigirá conservar

la medida que impone el ritmo,

pero el corazón mandará más en los pasos,

que el que sean contados.

En la indumentaria masculina, los caballistas van vestidos con el tradicional traje de corto y el sombrero cordobés o también llamado de ala ancha, también era un traje de faena del campo y por lo tanto con el que se acudía a tratar, vender y comprar, el sombrero sólo era estética de la época, pero bien agradecido que es para impedir que los rayos solares, que son casi un constante de la feria, calienten la cabeza de quien lo utiliza.

Por motivos de comodidad a la hora de cabalgar, también pasó a formar parte del atuendo femenino para las amazonas, siempre entrando dentro de unas normas o márgenes, tanto para moda masculina como femenina, así los sastres de la ciudad impusieron unas «leyes» que son de obligado cumplimiento cuando se trata de vestir el traje corto, siendo de unos tonos oscuros, lisos o con pequeños dibujos típicos de trajes, así como haciendo juego el sombrero y los pantalones, incluidos los complementos…, y a los que se añaden otras normas pertenecientes al físico de quien lo lleva, quedando fuera de estilo el uso de corbata, bufanda, guante, incluso el reloj de muñeca queda fuera de lugar, prefiriendo físico imberbe con un corte de pelo casi militar, por supuesto las gafas de sol, deben ser dejadas a buen recaudo, para nada a la vista, por mucho que el sol brille en su intensidad. Tampoco está bien visto acompañarse de un catavinos ni medallas, que se encuadra más dentro de una romería, lo mismo que los zahones y espuelas, son elementos que están de sobra.

De sobra está decir que cada cual puede ir vestido al recinto como más cómodo se sienta, a nadie se prohíbe la entrada al Real de la Feria porque no lleve puesto un traje de flamenca o vaya de corto.

 

Las sevillanas (cante y baile)

 

El cante y baile típico de la Feria de Sevilla, aunque como su nombre indica, de Sevilla en general. Su origen se encontraría en los años previos a la época de los Reyes Católicos, en unas composiciones que eran conocidas como «seguidillas castellanas», con el tiempo evolucionaron, añadiéndose el baile en el siglo XVIII hasta llegar a los cantes y bailes con que son nombradas actualmente.

A la Feria de Sevilla llegaron el mismo año de su fundación con el nombre que la caracteriza, aunque no fueron reconocidas legalmente con ese término por la Real Academia Española de la lengua hasta el 1884 que fue incluida en el diccionario de la lengua española.

En las sevillanas existe una variedad infinita de temáticas entre las que podemos clasificar como las más relevantes: las regionalistas (Feria, Semana Santa, personajes famosos, toros, Sevilla, etc.) de tipo amoroso, rocieras, corraleras, etc.

También se pueden clasificar los bailes como rápidos o lentos. Las sevillanas se suele bailar por pareja, salvo excepciones y experimentales combinaciones donde el baile lo ejecuta una formación de más de dos personas al mismo tiempo.

Aunque es el cante y baile el que más se escucha -se canta, se baila y se tararea mientras dura la fiesta-, también hay casetas donde se puede pasar el día acompañado con otros sones y danzas, orquestas y cantantes famosos.

 

Paseo de caballos (de carruajes y caballos)

 

El «coche de caballo» es el único elemento de transporte permitido en el Real de la Feria, siempre ha sido así y así se supone que será de por vida, salvo la excepción de los vehículos de sanidad, auxilio y seguridad pública que si van motorizados.

Desde el principio de su existencia el público se trasladaba a la Feria en calesas y jardineras para negociar con el ganado, así mismo los carruajes también rivalizan entre sí, pudiéndose observar transitando por las calles toreras los más bellos de España, con sus nobles caballos y sus cocheros, cada uno ataviado con sus correspondientes galas, el traje corto y sombrero denominado también de ala ancha, así como los caballos con sus borlas, campanillas y cascabeles.

Por las calles del Real de la Feria se realiza un «recorrido oficial» al que no deben faltar cada jornada a la hora del mediodía aproximadamente estos «coches de caballos» embellecidos y tirados por enganches enjaezados con sus caballos y chóferes bien acicalados o caballos y caballeros o amazonas bien emperifollados y acompañados o a solas, haciendo gala del título que ostentan en esos momentos realizando el «paseo de caballos», que no es otra cosa que una exhibición y muestra de sus dueños. Al principio en el siglo XIX se notaba la calidad social entre carruajes, distinguiéndose entre los que podían mostrarse en coches de paseo con cocheros profesionales y lacayos y los tratantes de ganado que tiraban de la calesera, cada cual siendo tirado por caballos y mulos respectivamente.

El presente no hace distinción entre unos y otros, siendo arrastrados los carruajes tanto por mulos como por caballos indistintamente, durante la década de 1970 se produjo un descenso del número de coches por diferentes razones, esto influyó en los distintos gremios del sector (guarnicioneros, herradores, carroceros, carpinteros, etc.), quedando muy pocos en activo en estos momentos.

Paralelamente a esta exhibición diaria por el recorrido del Real, también se producen otros en días previstos en la Maestranza de Caballería, gracias a que un grupo formado por personas de renombre en Sevilla como Antonio Sánchez Bedoya, Luis Millán y Luis Rivero Merry, que eran aficionados al «arte del enganche» y se preocuparon por recuperar y salvaguardar los coches de caballos, fundando en 1983 el Club de Enganches de Andalucía, por donde pasaron cientos de coches de toda Andalucía con gran valor artístico y económico. En esta Exhibición de Enganches realizada en el recinto torero se pueden ver carruajes de todos los tiempos, de la aristocracia y burguesía andaluza. Muchos de ellos son de categoría superior.

Los caballos y carruajes se pueden ver deambulando por la Feria desde el preciso instante que comienza el «paseo» hasta la hora oficial de acceso permitido para los animales: las 20:00 (a esa hora deberán empezar a desalojar obligatoriamente el Real). A partir del año 2005, debido a la masificación existente, se ha optado por permitir el acceso de los carruajes en días alternos, según su matrícula sea par o impar.

La «calle del Infierno»

Durante una semana el «Real de la Feria» se convierte en un hormiguero humano que no para en ningún momento. Siempre hay una caseta que tiene «vida», donde hay gente cantando y bailando sevillanas, mujeres vestidas con el traje típico de flamenca y el niño que pide que lo lleven a los cacharritos. Estos cacharritos al que ningún niño quiere faltar, no son otra cosa que el parque de atracciones, con su adecuado nombre propio: «La calle del Infierno». Es el típico conjunto de artilugios (aproximadamente unos 500) para dar vueltas y ganar premios, admirar payasos y «otras fieras» que deambulan cerca, todo acompañado por el olor típico de las carnes que se guisan para disfrute de los que estén en ayunas todavía o les apetezca un bocadito y el ruidoso sonido con el que se intenta tentar al público a las distintas atracciones.

 

Los toros

 

Por ser una fiesta de tradición ganadera al mismo tiempo, se celebra paralelamente y desde una semana antes del comienzo de la Feria, el ciclo taurino en la Real Maestranza de Caballería, con unos carteles en los que se dan cita los mejores matadores del momento y las mejores ganaderías españolas. Los festejos dan comienzo a las 18.30 horas con el tradicional paseillo a los sones del pasodoble «Plaza de la Maestranza» interpretado por la banda de música del Maestro Tejera, titular del coso del baratillo. A los toros suele acudir la gente directamente desde la feria en coches de caballos y es muy habitual encontrar entre los asistentes a muchas caras conocidas de la sociedad sevillana, andaluza y española. La plaza de toros de la Maestranza, por su historia es considerada por muchos la más importante del mundo. Un triunfo en la Maestranza, en la que hay que cortar 3 orejas para salir por la Puerta del Príncipe, encumbra al torero a lo más alto de los escalafones.

 

La noche

 

Se inicia cuando los últimos rayos de sol acarician los techos de las casetas y los cacharritos de Calle del Infierno, cuando los caballos ya sea a solas con sus caballeros o bien enganchados a sus coches abandonan el recinto del Real para descansar de la agotadora jornada de paseo por la Feria.

Las miles de bombillas iluminan la Portada y las distintas calles invadidas por miles de personas, son alumbradas por largas tiras donde adornan los farolillos de colores y sus correspondientes bombillas.

Aquí y allí se puede uno topar con grupos improvisados de cantantes de sevillanas y bailarinas parejas que esperan con paciencia la llegada del resto de amigos con quien se han citado, para pasar una agradable noche de Feria.

Con más o menos suerte uno puede acceder a las distintas casetas para tomar unas copitas de fino o manzanilla en compañía de amigos y futuros amigos (aunque es algo que también pasa de día, en la noche tiene otra gracia) pero tampoco es necesario cruzar el umbral de la caseta para disfrutar del frescor de la bebida por antonomasia de la Feria, sólo basta tener a mano un vasito para llenar y la botella con el suministro.

Es la hora que la gente aprovecha para acercarse al recinto con más frescor, aunque hay muchos diurnos que se convierten en noctámbulos, sacando fuerzas de donde no quedan para no desperdiciar ni un solo minuto de fiesta, dejando, las mujeres, el traje típico de flamenca, aunque hay muchas que todavía tienen fuerza para lucirlo o le gusta ponérselo con las luces artificiales de las bombillas acompañado del típico «mantón de Manila» que hace juego con el traje, también para aplacar un poco la bajada de temperaturas que acompaña la oscuridad de la noche, también es típico llevar el mantón sin tener que llevar el traje de flamenca, por el hecho de darle uso a esa prenda y también para combatir el frío.

Entre bailes, cantes, charlas, bromas y conversaciones se acerca también el momento de tomar algo con lo que mantenerse en pie para continuar con fuerzas toda la noche que queda por delante, lo mejor para tomar a estas horas es el caliente «caldito» con su hierbabuena, y cenar con buenas raciones de chacinas, tortillas o platos preparados.

Las luces en las calles se desconectan a las 3:00 horas aproximadamente con idea de dejar trabajar a los empleados de la limpieza para que adecenten el lugar y los reponedores de material puedan acabar a tiempo su trabajo, y así, la mañana siguiente estén limpias y uniformes todas las calles preparadas para un nuevo paseo tanto de personal como caballar.

Con el transcurrir del tiempo llega el fin de la jornada o comienzo, y al mismo tiempo la hora de tomar algo con lo que ir cómodo a la cama o reconstituir el cuerpo para un nuevo día: el «chocolate» hirviendo, que se puede adquirir en alguno de los muchos puestos preparados para servirlo, ya sea con churros u otro sólido con que alimentar al cuerpo. Los rayos de sol están a punto de iluminar nuevamente el recinto.

 

Calendario-resumen semanal de la Feria

 

Cada día de Feria suelen cumplirse unas normas basadas en la propia costumbre, entre ellas destacan las siguientes:

Lunes: reunión de socios en las casetas e inauguración de la misma con la «cena del pescaíto». El «alumbrao», el Alcalde da la luz a la Portada y el resto de farolillos iniciando así la semana grande y festiva de Sevilla a las doce de la noche.

Martes: se organizan los almuerzos de amigos, compañeros de trabajo y empresas, así como recepciones oficiales. La iluminación dura hasta las 3.

Miércoles: día central de la Feria. El horario de las bombillas tarda una hora más en apagarse.

Jueves: primer día de los de más afluencia. El número de caballos que frecuentan la feria asciende. Permanece encendida en la noche hasta las 5.

Viernes: es frecuentada por un gran número de visitantes, muchos de ellos famosos del espectáculo, nobleza y otros conocidos popularmente. Suele llegarse al millón de personas que deambulan por el Real.

Sábado: el segundo día de más afluencia. Los sevillanos dejan espacio para los que vienen de fuera, desplazándose ellos a otros destinos o descansando en sus hogares. El horario de alumbrado es hasta las 6.

Domingo: último día de feria. La Maestranza se llena de la ganadería Miura, toros famosos por su envergadura. Llegadas las 12 de la noche, la feria dará fin a su semana con el estallido de fuegos artificiales junto al río.

 

La inclemencia de la meteorología

 

Es el «sino» de la Feria, no hay año que no llueva; unos más, otros menos, pero pocos han sido los años que la Feria de Abril se ha librado de estas aguas regaladas por los cielos de Sevilla (años que la ardiente temperatura también hacía estragos). Algunos tormentosos, otros no tanto, y como todas las lluvias caídas en primavera, más exactamente, en el mes de abril, la mayoría de las veces de forma esporádica, alternándose con las salidas de sol cuando las nubes están viajeras y al mismo tiempo con temperaturas sofocantes. Y a pesar de todo la noche no cambia, pues debido a la estación del año en la que estamos ésas siguen siendo gélidas por mucho calor que haya sufrido el visitante de la Feria.

El año 2006 tuvo un previo de Feria sorprendente: una granizada como la que no caía en muchos años en la ciudad descargó sobre Sevilla, interrumpiendo la corrida de toros que se celebraba en ese preciso instante y suprimiendo un partido de fútbol al tiempo que anegaba muchísimas zonas de la ciudad y provincia. Todos temían que fuera la «estampa» de la Feria que se acercaba.

 

Efemérides – Resumen cronológico

 

•1847-1972. La Feria de Abril se celebra en el Prado de San Sebastián.

•1848. Coinciden los días de celebración con las jornadas de Semana Santa. Actualmente es algo inconcebible; en aquel tiempo no hacían Estación de Penitencia los primeros días de Semana Santa.

•1850. Fue el año del ganado, acudieron más de sesenta mil cabezas. Se instalaron hasta 15 puestos de buñuelos con sus licencias, y también se permitieron 34 puestos de turrones y avellanas. De tabernas llegaron hasta 93.

•1856. Se pensó cambiar la ubicación de la Feria.

•1863. Llega el circo por vez primera, el Circo Price instala su carpa en la Calle del Infierno.

•1864. Es el primero en el que se cierra la feria con fuegos artificiales.

•1866. Se cambia el petróleo por el revolucionario sistema de gas.

•1870. Se le añaden dos días más de duración a causa de la lluvia.

•1871. Se intenta el alumbrado con energía eléctrica procedente de baterías del recinto ferial.

•1873. La Compañía de Gas niega sus servicios por impago del Ayuntamiento.

•1874. Se experimenta por primera vez con bombillas eléctricas y sólo se instala una.

•1875. Instalación de la primera caseta con armazón de hierro, la del Casino Sevillano.

•1877. Son cubiertas las lámparas con farolillos de papel (venecianos) por vez primera. También es el año que acude la reina Isabel II a disfrutar del ambiente festivo de la Feria.

•1883. La Reina Madre Isabel II hace su segunda visita a la Feria.

•1884. Vuelve a visitarla por tercera vez la Reina Isabel II.

•1885. Se instalan en la calle San Fernando treinta y cuatro arcos con globos de cristal conteniendo luces de gas ardiendo, haciendo un efecto muy llamativo y siendo muy visitado.

•1886. Cambia el calendario fundacional de la Feria pasándose a celebrar los días 28, 29 y 30 de abril.

•1888. Por petición de los comerciantes, la Feria aumenta su duración a cinco días.

•1893. Se levantan las primeras grandes casetas de casinos y círculos mercantiles sevillanos.

•1894. Se organiza la primera convocatoria de concurso de cartel anunciador. Se llevó el primer premio, de una cuantía de 500 pesetas, Francisco Candela.

•1896. Se celebran las bodas de oro de su fundación, en tiempos de sequía, celebrado por los periódicos como beneficioso para los visitantes.

•1896. Se inaugura «la pasarela» que sigue dando nombre al lugar donde antiguamente se celebraba. Fue iluminada en un primer momento por 798 luces de gas y un arco voltaico de batería en su cúpula. Hasta 1920, año en el que fue demolida, estuvo presente en la vida sevillana. Los miles de kg de hierro (81.297 en total) se vendieron como chatarra (a 2 reales el kg) a un empresario almeriense.

•1900. El premio del concurso de carteles del Ayuntamiento es otorgado este año al pintor regionalista Gonzalo Bilbao.

•1902. El proyecto de organización de una cabalgata ferial fracasa estrepitosamente.

•1904. Todavía predominaba el estilo de arte extranjero. El Círculo Mercantil levantó su caseta con estilo japonés en su totalidad siendo galardonado en esta ocasión con el primer premio de casetas. Los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero y un grupo de sevillanos montaron una caseta con estilo regional que causó cierto impacto. Las casetas comienzan a adoptar un aire más sevillano.

•1905. Vuelve a ser el Círculo Mercantil el que se lleva el primer premio a la mejor caseta, al levantar la suya con estilo árabe.

•1913. Se abre al público la primera caseta del pueblo. Es rechazada la propuesta municipal de nombrar una «Reina de la Feria». La dehesa de Tablada, que era el lugar de exposición de ganado bravo para las corridas feriales, deja de serlo para pasar a la huerta de Tabladilla, junto al paseo de la Palmera.

•1914. Se aprovecha el primer día de Feria para inaugurar el Parque de María Luisa.

•1916. Los reyes vuelven a visitar la Feria de Sevilla. En esta ocasión asistieron Don Alfonso XII y Doña Victoria Eugenia.

•1917. Se coloca por vez primera el título de «Real» en la caseta del Círculo de Labradores.

•1919. Desde este año se marca un nuevo estilo de casetas gracias al pintor Gustavo Bacarisas con un dibujo que consistía en unas pañoletas unificadas en las casetas.

•1921. Se desmonta la estructura de la Pasarela.

•1928. Hacen una nueva visita los Reyes de España.

•1930. Coincide con la Exposición Iberoamericana, teniendo que trasladarse fuera de su asentamiento habitual pues parte de éste iba a ser ocupado por dicha exposición. En este año se ubicó en el Sector Sur. Los Reyes de España vuelven a visitar la Feria al mismo tiempo que inauguraban la Exposición.

•1931. se proclama la Segunda República, el día 14 de abril, a falta de tres días para la celebración de la fiesta. El Ayuntamiento tuvo que trabajar duro estas jornadas para conseguir tener un buen número de banderas tricolor, gastándose la gran cantidad para la época de 13250 pesetas.

•1934. Se realiza una fuerte crítica en los periódicos del elevado número de casetas comerciales en comparación con las de tipo familiar.

•1937-1939. Durante la Guerra Civil Española la feria es suspendida, celebrándose únicamente el mercado ganadero.

•1940. Se reinicia después del paréntesis bélico. Continúa con su emplazamiento en el Prado de San Sebastián. Se incorpora al Cabildo don Manuel Bermudo, siendo delegado de Feria y Festejos, imponiendo ideas de revitalización mercantil y recuperación de tipismo de la caseta familiar.

•1940-1948. Los años de posguerra también afectaron a la feria en lo económico y alimenticio.

•1944. La escasez de gasolina promueve la recuperación de carruajes de tracción animal.

•1945. Los niños acogidos en el Sanatorio de San Juan de Dios acuden de manera colectiva al recinto ferial en camiones del Regimiento de Automovilismo.

•1948. Se conmemora el primer centenario de la Feria de Abril.

•1949. Se instala por primera vez la «Portada» en la Avenida del Cid.

•1953. A partir de este año la duración la fiesta es de seis días. El general Franco y su esposa visitan la Feria por primera vez.

•1954. El Real Círculo de Labradores monta su caseta de manera permanente.

•1956. El general Franco visita por segunda vez la Feria.

•1961. El por aquel entonces Jefe del Estado visita la Feria por tercera vez.

•1962. La Feria se celebra por primera vez los primeros días del mes de mayo. Los «locos» de la peña «Er 77» proponen entre sus numerosas bromas que el calendario oficial marque los «días 31, 32, 33, y 34 de Abril».

•1964. Ocurre el más triste suceso de la feria: se incendia, destruyéndose 64 casetas y contándose un gran número de heridos y el fallecimiento de un anciano. La solidaridad llega a todos los sevillanos, pues se reconstruyó con la ayuda de todos lo que quedó destruido.

•1966. La realeza vuelve a formar parte de la fiesta. En esta ocasión la extranjera, a cargo del Príncipe de Mónaco y su esposa Grace. Jacqueline Kennedy, La viuda del presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, también pasó alguna jornada por la feria este mismo año.

•1967. Vuelven de visita a la Feria el Jefe del Estado y su esposa.

•1968. Fueron los herederos al trono de España, los actuales Juan Carlos I y Sofía, los que visitaron la feria por primera vez.

•1972. Último año que se celebra la Feria en el Prado de San Sebastián, pues por falta de espacio cambiará su ubicación.

•1973. Primer año de su nuevo destino. Desde este año hasta nuestros días se ubica en el Barrio de los Remedios. Este año se celebra en el mes de mayo, entre los días 1 y 6, y para que siguiera la tradición de ser la «Feria de Abril», se inauguró a las 21 del día 30 de Abril.

•1990. Por primera vez y por causas ajenas a la ciudad y la fiesta en sí, la Feria no tiene permitido tener entre sus principales elementos al caballo; la peste equina estaba haciendo estragos entre ellos en algunas zonas del mundo, afectando a la cría caballar española.

•2004. Algunas de sus calles estuvieron constantemente vigiladas por cámaras de seguridad por vez primera, para evitar incidentes.

•Una ordenanza hace que se cumpla la tradición de que sea en abril, pudiendo flexibilizarse la fecha de comienzo de la fiesta cada año que sea recomendable.

•El «Paseo de Caballos y Enganches» tiene un horario oficial: desde las 12 hasta las 20 que deben ser llevados a sus cuadras.

•Según las ordenanzas, las casetas deben estar abiertas con sus cortinas recogidas durante el horario del paseo de caballos y la noche, mientras haya iluminación.

•2008. Por primera vez se habilita un espacio donde los feriantes pueden llevar sus trajes de flamenca y de corto para hacer arreglos a algún descosido de forma gratuita. También por primera vez se reparten unas 10.000 pulseras identificativas para localizar a los niños en caso de pérdida.

 Fuente: www.wikipedia.org

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