
Por tanto, el portavoz de dicho colectivo conservacionista reiteró la necesidad de «dedicar un poco más a las pequeñas cosas» y lamentó la actitud de una ciudad «novelera» en la que «la situación del patrimonio no es la más óptima», además de referirse a ejemplos de abandono tales como las iglesias de Santa Catalina y Santa María La Blanca.»Las hermandades y los sevillanos deberíamos estar más preocupados, no sólo por las figuras fundamentales que procesionan, sino por el conjunto de esculturas y altares que, en muchos casos, están en situación lamentable», afirmó Egea, quien añadió que «la solución sería quizás que las personas se impliquen más en evitar la barbarie participando en la defensa de las imágenes y actuando con prontitud».»Si lo que ha pasado al Gran Poder significa que la ciudad va a comprometerse, no solo con dos imágenes, sino en defensa del patrimonio, bienvenido sea, pero si no, será una anécdota elevada de nivel por la falta de noticias», agregó.Con respecto al debate abierto sobre la protección de imágenes veneradas como el Gran Poder, Joaquín Egea, consideró que «no se puede convertir una capilla en una especie de banco» y concluyó que «por muchas medidas que se tomen, cuando un loco quiere destrozar algo no hay protección de ningún tipo que valga».No obstante, se refirió a la posibilidad del uso de vitrinas de cristal que, según apuntó, ya se utilizaban a finales del siglo XVIII y principios del XIX y recordó que «esto no es nuevo, ya ha sucedido en el paso, en la prensa del siglo XIX aparecen destrozos de este tipo, como el incendio que se llevó la Virgen del Patrocinio».