La Capilla de las Ánimas de San Onofre

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capilla onofreLa capilla de San Onofre data del siglo XVI, fundada por  la Hermandad de las Ánimas de San Onofre con la finalidad de celebrar misas por las ánimas del purgatorio.Esta Hermandad siempre ha sido propietaria de la misma.La capilla es pequeña y presenta arquitectura barroca, constituyendo junto con el arco del Ayuntamiento los únicos restos que quedan del convento Casa Grande de San Francisco, antiguo edificio que ocupaba toda la plaza y parte de sus inmediaciones. Su derribo en 1840 afectó a las dependencias de la capilla de San Onofre. Esta capilla es poco conocida, ya que su fachada presenta un aspecto primitivo y pasa desapercibida  entre las otras fachadas de los edificios de la plaza. Se encuentra localizada contigua al edificio de la Telefónica.

 

Desde el año 2005 se realiza en la capilla la Adoración Eucarística Perpétua, en la que los voluntarios dedican una hora a la semana para acompañar al Santísimo  las veinticuatro horas del día.En el interior de la capillase conservan cuatro retablos, y algunas esculturas de Pedro Roldán. El retablo mayor cuenta con un gran camarín y columnas salomónicas. La figura central es la de la «Inmaculada Concepción» y a ambos lados las de San Fernando y San Hermenegildo.Cuenta además con otro retablo, el retablo de «San Onofre», cuya arquitectura y pintura fue realizada a parir de 1604 por los artistas Martínez Montañés y Pacheco.Hay un tercer retablo que está dedicado al «Niño Jesús», y que se llama el retablo de las Ánimas y la Virgen de la Candelaria,  se carcateriza por estar revestido de azulejos. Y el cuarto retablo es obra de S. de Pinelo, está dedicado a «San Laureano».Según las crónicas en esta capilla ocurrió un  suceso en el año 1600 en una de esas noches de noviembre, en las que se conmemoraba a los Fieles Difuntos. Se  encontraba  en la capilla de San Onofre el lego y sintió  que alguien entraba, y vio que se trataba  de un fraile de su misma orden, que se acercaba al altar  vestido con ropajes como para oficiar misa. El fraile depositó el cáliz en el altar, miró hacia los bancos, suspiró, y sin decir misa, recogió el cáliz, se dirigió hacia  la sacristia y se fue de la iglesia. El lego se quedó atónito al ver el  comportamiento del fraile que se comportó como si fuese a decir misa pero no la dijo. Durante dos noches más se volvió a repetir el mismo extraño suceso, con la llegada del fraile y su salida sin decir misa. El lego se lo comunicó al prior del convento, y este le dijo que si volvía  a ocurrir lo mismo, que se acercase al fraile para pedirle que si le ayudaba a decir la misa.Y así lo hizo, cuando el fraile volvió a  aparecer una noche más junto al altar con el cáliz en la mano y revestido para decir misa, el lego, se le acercó  y se ofreció para ayudarle a decir la misa.El fraile en un principio no contestó, pero de pronto empezó a decir con una voz casi ininteligiblelas palabras  del Santo Sacrificio, pero al comienzo en vez de decir » leatificat juventutem mea » dijo las terribles palabras: » leatificat mortem mea».El lego comprendió que se trataba de un clérigo de su misma orden que había fallecido hacía años y que se le había aparecido. Manteniéndose firme y sin que le temblase el pulso, siguió respondiendo al clérigo. Cuando terminó de decir la misa, dejó el cáliz en la sacristía donde se despojó de los ropajes. Entonces le dió las gracias al lego  por el gran favor que le había hecho a su alma, y le contó que era  un fraile de su mismo convento, que por negligencia tuvo que dejar de oficiar una misa de difuntos,y como murió no puedo oficiarla y por eso   Dios le había condenado a permanecer en el purgatorio hasta que satisfaciera aquella deuda. Pero que nadie hasta aquel momento le había querido ayudar a decir la misa, a pesar de haber estado viniendo a intentar decirla, durante todos los meses de noviembre, cada año, durante más de un siglo.Tras estas palabras el clérigo desapareció para siempre.   

San Onofre fue hijo de un rey egipcio que vivió en el siglo IV. El demonio instiga a su padre para que lo pase por el fuego para comprobar si era un hijo bastardo. Pero Onofre salió ileso y fue criado por los monjes en un convento en el desierto de Egipto. Según cuenta la leyenda al crecer sale del convento y  vive como un ermitaño, alimentándose de dátiles y agua, vistiéndose con sus propios cabellos y dicen que  un ángel le llevaba pan  los domingos la Eucaristía.

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