La cofradía instala un sistema de vigilancia en el templo con visión nocturna. ¿Se acuerdan de aquella película titulada La Emboscada en la que Catherine Zeta-Jones, aprendiz del famoso ladrón de guante blanco Sean Connery, se contornea como una bailarina para sortear los haces de luz de un campo eléctrico a prueba de intrusos originado por una alarma láser? Pues ni embutidos de pies a cabeza en aquellas negras mallas que vestía el dúo protagonista del filme para perpetrar su último gran robo se van a librar ahora los cacos de ser detectados por las nuevas cámaras de infrarrojos instaladas en el templo de Los Gitanos.
La cofradía de la Madrugá ha sido la última hermandad en sumarse a esa corriente preventiva instalada en el imaginario cofradiero de incrementar la seguridad de puertas para adentro a raíz de la brutal agresión que sufrió el Señor del Gran Poder en el mes de junio pasado, cuando un funcionario de prisiones accedió al camarín de la imagen y le arrancó un brazo de cuajo.En este caso no se trata de una nueva mampara de seguridad para blindar a las imágenes titulares, sino de la instalación en el santuario de Los Gitanos de un sistema de videovigilancia que, mediante un circuito cerrado de televisión y cámaras con led infrarrojos para la visión nocturna, permitirá el control permanente de Nuestro pare Jesús de la Salud y María Santísima de las Angustias.Según reconoce Julián León, consiliario de la cofradía y gestor del templo, esta medida es fruto de un acuerdo del cabildo de oficiales de la hermandad orientado a «incrementar la seguridad del santuario y muy especialmente de nuestros sagrados titulares».»Cualquier incidencia, por mínima que sea, que se produzca en el templo, aun cuando no haya iluminación natural o artificial en su interior, quedará recogida en una filmación gracias a un grabador digital que posibilita la grabación interrumpida de las imágenes durante las 24 horas», apunta el responsable del nuevo sistema.tres domos. De momento, la hermandad ha instalado en el interior del santuario tres cámaras, «con posibilidad de una más», que vigilan todos y cada uno de los rincones de la iglesia. Se trata, explica Julián León, de tres cámaras de seguridad o domos con 360 grados de acción y cuya instalación ha sido convenientemente disimulada para respetar la estética del santuario de Los Gitanos.El sitio elegido para situar las cámaras en el interior del templo ha sido estudiado con detalle: «Una de ellas ofrece una panorámica general de toda la iglesia y la segunda se centra en la imagen del Cristo de la Salud y su besapiés, mientras que la última de ellas enfoca de manera permanente al camarín de la Santísima Virgen».Las cámaras están dotadas de un sistema de led infrarrojos para la visión nocturna de manera que cualquier incidencia que registren durante el horario en que el templo permanece cerrado originará que se dispare un aviso en una central de alarmas, a la que el sistema permanece continuamente conectado.Las imágenes que capten en vivo y en directo estas tres cámaras serán supervisadas y analizadas desde un monitor central que la hermandad instalará en la pequeña tienda de recuerdos de entrada al templo, y cuyo montaje quedará culminado entre hoy y mañana.Este monitor estará vigilado por cualquiera de los tres empleados encargados de la apertura del templo, bien el sacristán, el capiller o la persona que atiende la tienda de recuerdos.Julián León, que se dedica profesionalmente al sector de la seguridad, reconoce que el nuevo sistema de videovigilancia implantado en el templo de Los Gitanos, una de las iglesias de mayores dimensiones de la capital, no podrá impedir que se produzcan agresiones como la sufrida por el Señor del Gran Poder, pero el tiempo de reacción del personal de la hermandad ante una amenaza de este tipo se acortará bastante. Además, añade, la presencia de las cámaras y el registro permanente de cuanto suceda en el templo en una grabadora digital servirán de efecto disuasorio ante eventuales agresiones.Paralelamente a la instalación de estas cámaras, la hermandad ha procedido a la renovación del «sistema de seguridad anti intrusos», tanto del santuario como de las dependencias de la casa de hermandad. Lo dicho, hasta la Zeta-Jones lo tendría complicado.