La empresa Pagés negó el acceso a los carruajes para preservar el piso del coso. La tradicional exhibición de enganches prevista para ayer en la Real Maestranza de Caballería resultó un fiasco. La empresa Pagés -concesionaria de la plaza de toros sevillana- se negó a abrir las puertas del coso con la excusa de preservar el piso plaza para la corrida de rejones anunciada por la tarde que, además, finalmente se suspendió por decisión unánime de los tres rejoneadores anunciados. La organización del multitudinario acto, el Real Club de Enganches de Andalucía, no tuvo más remedio para salvar los muebles -que no el dinero- y no defraudar a las miles de personas que estaban ya en las inmediaciones de la plaza de toros que organizar la exhibición por las calles aledañas a la plaza de toros (Adriano, Antonio Díaz y Paseo de Cristóbal Colón).
Según explicó el presidente del Real Club de Enganches de Andalucía, Jesús Contreras, a este medio de comunicación, a las 9.00 de la mañana recibieron el aviso de que las puertas de la plaza de toros no se abrirían para que accedieran los carruajes, cuando el acto estaba previsto para poco después, las 12 del mediodía. Tras una áspera reunión con los responsables de la empresa Pagés -Ramón Valencia y Eduardo Canorea-, éstos arguyeron que debido a las previsiones de lluvia no podían retirar la lona que cubre al albero maestrante porque en caso de que ocurrieran precipitaciones el ruedo quedaría en muy mal estado para la corrida de rejones, y en caso de suspenderse provocaría un grave daño económico a la empresa Pagés.Visiblemente molesto, Contreras replicó que la exhibición de enganches es el principal ingreso anual que tiene la institución que preside, y les dejó bien claro a los empresarios que el daño que les estaba causando era bastante grave dado que deben devolver el dinero de las entradas vendidas -prácticamente todas- y perderían los aproximadamente 6.000 euros que suelen obtener de beneficios después de pagar los cerca de 30.000 euros que les cuesta la organización del acto y el alquiler de la plaza de toros. «La Real Maestranza [propietaria de la plaza] nos cede las instalaciones igual que a ellos, así que no tienen derecho a impedirnos la entrada», sostuvo Contreras. Este periódico intentó ponerse en contacto ayer con algún portavoz de la empresa Pagés, pero las llamadas no fueron atendidas.Indignación. Según el presidente, la sinrazón de Pagés era muy grande dado que las previsiones no anunciaban lluvia hasta pasadas las 15.00 horas según les había explicado el meteorólogo sevillano José Antonio Maldonado -como así fue realmente-, por lo que la exhibición se podía haber realizado perfectamente.Y el daño, continuó Contreras, no era sólo para la organización sino para «toda la ciudad». «Nos hacemos daño a nosotros mismos, entre los sevillanos estamos empobreciendo la imagen de Sevilla. Ha venido gente de todas partes de España, desde Barcelona incluso para ver la exhibición y también hemos quedado fatal con el embajador de México en Madrid, Jorge Zemeño, que en esta ocasión era el país invitado al acto», criticó Contreras. También quiso explicar que el Real Club de Enganches requirió la presencia de un notario para que levantara un acta notarial en el que diera fe de la imposibilidad de acceder al coso taurino.Con la decisión tomada de forma firme y las puertas de la plaza de toros cerradas a cal y canto, a la organización de la exhibición de enganches no le quedó más remedio que organizar un improvisado desfile alrededor del coso del Baratillo, debido a que ante tanta premura resultaba prácticamente imposible avisar a los concursantes para que no se presentaran en el punto de control. Muchos ya habían llegado a la calle Adriano con los carruajes en perfecto estado de revista para la exhibición.Ante este importante contratiempo, también tuvo que trabajar a destajo la Policía Local, que no tuvo más remedio que organizar a toda prisa un nuevo dispositivo especial porque el Paseo de Colón tuvo que cerrarse por completo al tráfico rodado, algo que no estaba recogido inicialmente en las previsiones del Ayuntamiento de Sevilla.Con este panorama, al público aficionado a los enganches tampoco le quedó más remedio que ir tomando las aceras de las calles para intentar ver, de la mejor forma posible, los 79 carruajes que estaban inscritos en el concurso. En la Puerta del Príncipe se habilitó una pequeña zona preferente y acotada en la que se colocaron los miembros del jurado y la megafonía por la que se fueron explicando uno a uno todos los tipos de carruajes que participaban así como su principal utilidad, ya fueran de campo, caza, ciudad o paseo, así como el tiro de enganche que empleaban -limonera, tronco, tándem, tresillo, potencia, cuarta, media potencia, cinco a la larga o gran potencia-.Poco a poco, fue pasando por delante del jurado la larga hilera de carruajes, aunque a paso lento y sin que los cocheros pudieran demostrar la doma a la que someten al tiro de animales, algo que resulta espectacular en el interior del recinto cuando los coches ganan velocidad y realizan giros inverosímiles pegados a las tablas del callejón. Con este panorama, los espectadores sólo pudieron ver con todo detalle los coches, caballos, mulos y guarniciones pero eso sí, al trote y sin ninguna emoción.Que viene la duquesa. Aunque se vieron coches de gran nivel, excelentes trajes de época y sevillanas tocadas con la tradicional mantilla blanca, el público que había permanecido estoicamente de pie durante más de una hora ante el cortejo invadió la calzada y formó un pequeña bulla en el Paseo de Colón cuando apareció en uno de los últimos coches de caballo la duquesa de Alba, con la que una gran mayoría de los presentes quería sacarse una fotografía.Ante este revuelo, la organización tuvo que parar el desfile y pedir con insistencia por la megafonía a los asistentes que despejaran la calzada del Paseo de Colón porque los carruajes iban a iniciar una segunda vuelta, aunque algunos propietarios optaron por no darla e irse definitivamente, con lo que el festejo quedó aún más deslucido y a la espera de que el próximo año, pueda verse de nuevo en el albero de la Maestranza tras dos años de ausencia, porque en 2010 se suspendió completamente por las fuertes lluvias que hubo el domingo de preferia.