La joya de La Cartuja (I)

El Monasterio de Santa María de las Cuevas, conocido popularmente como el Monasterio de La Cartuja, es una de las joyas menos conocidas de Sevilla. Quizás por estar situado lejos del casco antiguo y rodeado de edificios modernos, su valor histórico ha pasado un tanto desapercibido, aunque ni mucho menos ha caído en el olvido. Es más, en los últimos tiempos ha ido recuperado progresivamente su vitalidad, y buena prueba de ello es que en 1997 se convirtió en sede del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo y en el rectorado de la Universidad Internacional de Andalucía.

Lo más remoto que sabemos de dicho emplazamiento es que los almohades instalaron allí hornos alfareros debido a la proximidad del río. Para extraer la arcilla del Guadalquivir tuvieron que labrar cuevas, y en una de ellas, según cuenta la leyenda, hallaron una imagen mariana: la Virgen las Cuevas. El descubrimiento se produjo en 1248, si bien volvió a ser escondida hasta que los castellanos dieron con ella años más tarde.

Para venerarla en el mismo lugar en el que fue encontrada, se construyó una ermita bajo la supervisión de la Orden Franciscana. Así, la devoción fue creciendo a pasos agigantados y aquella ermita se quedó pequeña, de ahí que Gonzalo de Mena, a la sazón Arzobispo de Sevilla, decidiera ampliar las dependencias y transformarlas en un convento, contando con la inestimable ayuda (económica) del noble Ruy González de Medina y forzando el traslado de los franciscanos al Aljarafe.

Las crecidas del río y la muerte del mecenas dejaron al convento en una difícil situación, pero logró sobreponerse con el apoyo de otro hombre acaudalado e influyente: el Adelantado de Andalucía Per Afán de Ribera. Él se encargó de costear la edificación de la iglesia y el mantenimiento de todo el edificio a cambio de poder ser enterrado allí. A su muerte, tomó el testigo la Orden los Cartujos, pero de ello hablaremos en profundidad en el siguiente artículo.  

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