La Macarena

 

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Basílica de la Macarena

Arco y fachada de la basílica de la Macarena

En el sevillano barrio de la Feria se estableció a finales del siglo XVI la orden monacal de los basilios, cuya fundación se debió a un rico mercader de origen chipriota llamado Nicolao Triarki. En este templo, perteneciente a la collación de la Parroquia de Omnium Sanctorum, se funda la Cofradía de Nuestra Señora de la Esperanza y Hermandad de Penitencia, siéndole aprobadas sus primeras Reglas por la Autoridad Eclesiástica el 24 de Noviembre de 1595. La Hermandad radicó en este templo hasta el año 1653, en el que se trasladó a la Iglesia del Señor San Gil.

La proximidad a la Parroquia de San Gil había llevado a la Cofradía de la Esperanza un buen número de hermanos que vivían en esta última Parroquia, trabajadores del campo y hortelanos que vieron con agrado la decisión que había adoptado la Hermandad. A pesar de que los beneficiados de San Gil habían intervenido decisivamente en el traslado desde San Basilio, la Hermandad encontró serias dificultades para su instalación en la Parroquia. Al principio sólo se dispuso de un altar a los pies de la iglesia, junto a San Miguel, donde colocaron las imágenes, el Santo Cristo Crucificado, la Virgen de la Esperanza y más tarde la del Señor de la Sentencia.

 

Estación de Penitencia:

 

Los hermanos de la Cofradía de la Esperanza parece que en el año 1613 solicitaron salir en Estación durante la Semana Santa, mas el Provisor D. Gonzalo de Ocampo, luego Arzobispo de Lima, no lo juzgó oportuno y solamente les autorizó a salir detrás del Cristo de la Humildad de la Cofradía de dicho título. Los hermanos de la Esperanza salieron, posiblemente desde 1615, hasta el año 1622 detrás del paso de dicho Cristo, pero sin formar parte de esta Hermandad pues llevaban su Estandarte propio, sus túnicas, un crucifijo entre las manos y un escapulario al cuello.

La Hermandad realiza su primera Estación de Penitencia sin la obligación de acompañar a otra Cofradía en la tarde del Viernes Santo, 5 de abril de 1624, pero pronto y de ello ya hay constancia en 1628 se traslada a la Madrugada del Viernes Santo. La Hermandad de la Esperanza añade en 1654 nuevos capítulos a sus Reglas y se titulará de la Sentencia.

Se tiene constancia de que en el año 1658 la Cofradía salía con tres pasos: el Cristo de la Sentencia, el Cristo Crucificado y la Virgen de la Esperanza, según las cuentas que en el citado año presentó el Mayordomo de la Hermandad D. Juan de Lineros y Bravo. De este mismo año se tienen los primeros documentos sobre la existencia de los «armaos» o representación de pretorianos de Pilato acompañando al Cristo de la Sentencia. Este cuerpo estaba formado por unos veinticinco hombres vecinos de la collación. Su coste total era de cincuenta reales de vellón y arroba y media de vino. Las armas que llevaban eran del Milanesado y del Reino de Nápoles que se almacenaban en el viejo caserón de la Alhóndiga y en la Torre de Puerta de Triana, y a estos arsenales acudían los cofrades de la Sentencia para poner a punto a los «armaos».

A finales del siglo XVII se fijaba casi siempre la hora de salida de la procesión a las cuatro de la madrugada. Desde la Semana Santa del año 1720 dejó de salir en el cortejo el paso del Crucificado. Asimismo acompañaban niños de la Doctrina, que portaban en las manos atributos de la Pasión.

Un incidente se produce en 1763 entre la Hermandad de las Tres Necesidades y la de la Sentencia en la Estación de Penitencia del presente año, no era éste el primer incidente que se producía entre ambas corporaciones.

En Junta de Gobierno de fecha 22 de marzo de 1807 se acuerda que la cofradía: «al regreso de la Catedral, salga por la puerta de la Macarena, vía recta al Hospital de la Sangre a visitar aquel Sagrario, y sin detenerse en ninguna otra parte, salga del ángulo de la calzada, dirigiéndose rectamente a su Capilla.»

En el año 1820 se suspendieron las procesiones de Semana Santa, al haber dictado un bando las autoridades locales dando disposiciones por las que las cofradías de la Madrugada no salieran a la calle hasta romper el día, que las otras tendrían que recogerse a las oraciones y que los individuos que acompañasen sus cortejos llevasen las caras descubiertas, sin túnicas ni antifaz. Las cofradías, contrarias a dicho bando, acordaron no hacer la estación, lo que hizo empeorar las relaciones con la Autoridad y ésta hasta incluso pensó en la posibilidad de disolverlas.

En el año 1822, caracterizado por los continuos motines y alborotos, el Alcalde de la Ciudad, después de celebrar distintas reuniones con las autoridades superiores, pudo comprobar que éstas continuaban firmes en sus propósitos de evitar la salida de las cofradías, a menos que se continuasen con las condiciones establecidas en el año 1820. Persistiendo la Autoridad con aquellas disposiciones, las hermandades siguieron firmes en su decisión.

A las doce de la noche del Viernes Santo, 13 de abril de 1827, empezó a llover por lo que aguardó la salida procesional la Cofradía del Gran Poder y a las cinco de la mañana determinaron hacerlo, mandando la Cruz de Guía con cuatro nazarenos con cirios a la Cruz de Cerrajería, para que no se adelantasen los de la Sentencia; en efecto, se unieron en la Plaza del Duque, pero siguió adelante la de San Lorenzo. La de San Gil, cuando llegó a la Punta del Diamante, se tornó por Alemanes a calle Placentines y no entró en la Catedral, retornando delante de la Cofradía del Gran Poder.

Según cuentan las crónicas, el Viernes Santo de 1846 «La Hermandad dispuso que la Cofradía entrara en el Hospital. En efecto, lo ejecutó el cuerpo de nazarenos del Cristo y el paso del Señor; mas al efectuarlo el paso de la Virgen se alborota el numeroso concurso allí reunido, prorrumpiendo en tales voces y amenazas que temiéndose un conflicto, que en realidad lo habría, si la Virgen continuase adelante, retrocedió la Cofradía sin pisar el paso de la Señora los umbrales de la puerta del Hospital»…

Por la crónica de D. Félix González de León conocemos como era la cofradía en el año 1852. En la Semana Santa de 1861 se seguía haciendo la ceremonia de la humillación con los dos pasos, este acto consistía en que cuando vuelve a su iglesia la Cofradía por la mañana, sale al campo de la Macarena y colocan los dos pasos, uno frente a otro, y vienen juntos entre los vivas del pueblo hasta llegar al templo.

El 10 de abril de 1864 se celebró un Cabildo General Extraordinario para tratar de establecer un Cuerpo de «Armaos», dado que ya se había conseguido la autorización del Sr. Provisor del Arzobispado, después de no haber efectuado la estación durante cincuenta años. Se aprueba por unanimidad y se lee el Reglamento por el que se regirán. Se acuerda que en adelante la insignia Senatus formará parte del cuerpo de armados. Al año siguiente vuelven a salir en la procesión de Semana Santa.

En 1878 se acordó cambiar el cinturón de las túnicas de los nazarenos, sustituyéndolos por un cordón con borlas moradas y verdes. En la Semana Santa de 1889 salen por primera vez las túnicas de nazarenos diseñadas por Juan Manuel Rodríguez Ojeda.
En el Cabildo de Toma de Horas del año 1902, la Hermandad pidió la autorización para poder cambiar el itinerario en un pequeño sector del recorrido antes de su entrada en la Carrera Oficial, comprometiéndose a situarse en la plaza del Duque a esperar allí el momento en que le tocara pasar. La petición no fue concedida por la negativa absoluta del representante de la Hermandad del Gran Poder, olvidándose de los títulos preferentes que le correspondían a nuestra Hermandad.

El Viernes Santo del año 1905, S.M. el Rey Alfonso XIII invita después de la entrada de la Cofradía en la Parroquia de San Gil a la Centuria Romana en los Reales Alcázares; la Guardia Real recibió a la Centuria militarmente formada y fue revistada por D. Alfonso en el Patio de la Montería, saludando personalmente a cada uno de sus miembros, a quienes después obsequió con un ágape.

La evolución de la cofradía a lo largo del siglo XX ha sido incesante. El número de nazarenos, que lucen las vistosas túnicas ideadas por Juan Manuel Rodríguez Ojeda, ha ido en aumento, sobrepasando en la actualidad los dos millares; tanto el paso de la Sentencia, como el de la Virgen de la Esperanza Macarena, se han ido transformando hasta alcanzar la perfección que hoy podemos contemplar; el fervor popular y la devoción que despiertan las imágenes cuando procesionan convierten a la Estación de Penitencia de la Hermandad de la Macarena en la Madrugada del Viernes Santo en uno de los momentos más esperados de la Semana Santa sevillana.

 

                                                             Fuente: www.hermandaddelamacarena.es

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