Travesía a ritmo de sevillanas y cornetas

muelle de las delicias
muelle de las deliciasLa partida de la Cruz de los Jóvenes en el Galeón Andalucía se convierte en una verdadera fiesta

Hasta pañuelos blancos al viento se vieron en el Muelle de las Delicias. No pedían ningún trofeo taurino. Decían adiós a la Cruz de los Jóvenes y al Icono de la Virgen, que, tras diez días de peregrinaje por Sevilla, partieron ayer, Guadalquivir abajo, hasta tierras gaditanas. Lo hacían en el Galeón Andalucía, aquel que estuvo en Shanghai y que ahora atracará en Cádiz para unirse a los fastos conmemorativos del bicentenario de la Pepa. La despedida de estos dos símbolos de las Jornadas de la Juventud -previstas para este agosto en Madrid- recreó los grabados del XVI, de aquella Sevilla portuaria, de vital importancia en el comercio con las Indias y la evangelización del llamado Nuevo Mundo (hoy América).

 

Ayer un batallón de jóvenes -que se contaban por centenares- enarbolaban sus banderas vaticanas y diocesanas en el pasillo de honor creado a pie de escalerilla, mientras que desde el escenario levantado junto a la orilla se cantaban sevillanas para el adiós. El coro Entre Tablas, formado por los antiguos alumnos de los colegios de Tabladilla y Entreolivos, había cantado la misa previa de despedida y ahora amenizaba el embarque del Icono de la Virgen, primero; y la Cruz de los Jóvenes, después, ambos portados por jóvenes voluntarios. Llegaba la hora de partir, «una hora temida», como bien acertó a calificar el delegado diocesano de Pastoral Juvenil, Adrián Ríos. No tanto por el riesgo de la misión, como por la tristeza de decir adiós a «una cruz que ha sacado a la calle a los jóvenes sevillanos, a los que ha hecho vivir la experiencia de la comunión eclesial», destacó el obispo auxiliar, Santiago Gómez, que sustituyó a monseñor Asenjo en la misa previa en la que agradeció al Consejo de Cofradías y a las hermandades «su participación y colaboración».Los miembros de la tripulación del Galeón Andalucía tomaron el relevo de las andas del cuadro de la Virgen para subirlo a bordo del navío, en el que ya se encontraban varios representantes de la ciudad, como el citado obispo auxiliar, el presidente del Consejo de Cofradías, Adolfo Arenas, y su junta superior; el presidente de la Fundación Nao Victoria, Juan Miguel Salas; el hermano mayor de la Real Maestranza de Caballería, Alfonso Guajardo-Fajardo; y el candidato del PP a la Alcaldía de Sevilla, Juan Ignacio Zoido.En su mayoría fueron muchachas las que portaron el madero del altar efímero a la ribera. Antes de embarcar, una última pará en suelo sevillano. Muchos la aprovecharon para besar y tocar la cruz. Fue entonces cuando callaron las sevillanas y comenzaron a sonar las cornetas y los tambores de la banda de las Cigarreras, que interpretaron varias marchas: Jesús Nazareno, Maestro, Rocío… La entronización de la cruz en el barco fue saludada con la Marcha real y un encendido aplauso entre los que se quedaban en tierra, que agitaban globos, banderas, pañuelos blancos y hasta gritaban: «¡Adioooos!A las doce del mediodía se levaron anclas. El navío, réplica de la Nao Victoria, surcaba las aguas. Muchos siguieron los primeros metros de esta travesía andando por la ribera. Algunos lo hicieron desde zódiacs y embarcaciones pequeñas, al más puro estilo de las procesiones carmelitas del 16 de julio en los puertos de mar. No faltaron las fotografías que muchas familias se hicieron con el barco de fondo fondeando el Guadalquivir. «Qué salga bien la cruz y la Virgen», insistía una abuela que posaba con sus hijos y nietos bajo un sol de justicia.El navío dejaba tras de sí un reguero de globos que flotaban en el agua a modo de boyas. Próximo puerto: Sanlúcar de Barrameda, donde la cruz seguirá completando su peregrinar por las distintas diócesis del país.

 

Fuente: http://www.elcorreoweb.es/semanasanta/118764/travesia/ritmo/sevillanas/cornetas

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