El edificio de la Puerta de Jerez hacía las veces de Colegio (para los colegiales) y Universidad (para los manteístas) de forma simultánea. Sin embargo, esta dualidad llegó a su fin en el siglo XVIII, cuando se llevó a cabo una profunda renovación en la enseñanza. Y es que la fiebre por estudiar de los primeros años había dado paso a una desidia generalizada en la que los títulos se conseguían más por dinero que por méritos académicos, hasta el punto de que la asistencia no era ni siquiera obligatoria. Llegados a este punto, hubo dos factores que propiciaron las reformas: la expulsión de los jesuitas (1767) y la intervención de Pablo de Olavide.
Este escritor peruano necesitó muy poco tiempo para darse cuenta de los problemas que
presentaba la enseñanza en nuestra ciudad y elaboró un informe en el que subrayaba el poder despótico del Colegio de Santa María de Jesús y la importancia de considerar la educación como un servicio público. En otras palabras, Olavide quería cortar el lazo que unía al Colegio de la Universidad para que empezaran a caminar por senderos distintos. Además, propuso suprimir las escuelas de Teología (controladas por las órdenes religiosas) y aumentar el catálogo de estudios de la Universidad con Cánones y Leyes, Medicina, Matemáticas, etcétera.
“No se comprende la razón de una institución tan extraña ni qué motivo puede haber para que un Colegio domine por instituto a una Universidad, que la parte absorba al todo y que al Rector de un Colegio, que lo suele ser el más joven y por consiguiente el menos versado e instruido, se le fíe la dirección y gobierno de un Cuerpo tan serio como debe ser el de la Universidad. El Colegio de Maese Rodrigo debe quedar como un Cuerpo dependiente de la Universidad, adonde deberán hacer sus cursos los colegiales que los necesiten”, escribió Pablo de Olavide.
El proyecto fue bien acogido por la monarquía y aprobado en 1769. A partir de entonces, fueron ocupándose progresivamente los inmuebles que dejaron libres los jesuitas: la Casa Profesa (calle Laraña), el Noviciado (calle San Luis), el Colegio de las Becas (Alameda de Hércules), el de San Hermenegildo, con el anejo Hospicio de Indias (calle Jesús del Gran Poder), el de Irlandeses (calle de la Garbancera) y el de Ingleses (Alfonso XII). El primer emplazamiento nombrado, el de la calle Laraña, fue el elegido para impulsar definitivamente a la Universidad de Sevilla como ente público e independiente.