El barrio del Cerro del Águila goza de una excelente vitalidad. Tanto es así que los datos del Consejo de Cofradías demuestran que su hermandad es la que más crece en Sevilla y qué decir de la Velá de Nuestra Señora de los Dolores, la segunda más antigua de la ciudad tras la de Santa Ana (Triana). El origen de esta fiesta se encuentra -valga la redundancia- en el origen del barrio, es decir, a principios del siglo XX, cuando muchos sevillanos dejaron los corrales de vecinos para marcharse a la periferia y edificar una casa propia. Una vez asentados, quisieron recuperar las tradiciones que tenían en sus lugares de procedencia y fue así como fomentaron la creación de una ‘velá’ en los años cuarenta.
La fecha elegida fue el mes de septiembre, coincidiendo con los cultos dedicados a la Virgen de los Dolores, de ahí que el evento tenga un trasfondo religioso. De hecho, se celebraba una procesión para poner el colofón, aunque desde 1987 ya no se hace y en su lugar viene realizándose un Besamanos. La Velá del Cerro del Águila, como todos los festejos, ha ido evolucionando con el paso de los años y perdiendo una pizca de espontaneidad en favor de una mejor organización. Los juegos deportivos que acaparaban buena parte de la atención han dado paso un variado repertorio musical, donde la copla y el flamenco adquieren casi todo el protagonismo.
El programa de esta última edición (que se celebra del 25 al 28 de septiembre) incluye el pregón de la diseñadora Inma Castrejón, así como diferentes actuaciones de cantantes, coros y humoristas. Asimismo, se ha convertido en todo un clásico reconocer la labor de algunos cerreños, ya sean autóctonos o ‘adoptivos’, de ahí que todos los años se entreguen distinciones a empresarios, artistas, personas de letras… Pero si hay algo poderoso e intangible en la Velá del Cerro del Águila, es la posibilidad de reunir a los que viven en el barrio con los que una vez vivieron en él.