La Hermandad de la O, la primera de Triana que cruzó el río Guadalquivir e hizo estación de penitencia a la Catedral de Sevilla, también tuvo que padecer las vicisitudes de la Guerra Civil. No en vano, uno de sus titulares, Nuestro Padre Jesús Nazareno, resultó mutilado durante una de las revueltas, mientras que la imagen mariana quedó tremendamente deteriorada. Ante la dificultad que entrañaba la restauración, la junta de gobierno optó por encargar una nueva y fue entonces cuando el célebre escultor Antonio Castillo Lastrucci se puso manos a la obra y talló la actual Virgen de la O (1937) por un precio que hoy se nos antoja ridículo: 2.000 pesetas.
De advocación Dolorosa, aunque también de Esperanza, la imagen reúne todos los elementos distintivos de su autor (realismo, tez morena, ojos profundos y oscuros, boca entreabierta, cejas tensadas…), si bien guarda un razonable parecido con la escultura original de Pedro Roldán (1667). Mide aproximadamente 1,62 metros, presenta una postura erguida y coloca las manos a la altura de la cintura, aferrándose al pañuelo y al rosario. Su aspecto es jovial, de ahí que el dolor que transmite consiga cautivar con más motivo.
El paso de palio en el que procesiona cada Viernes Santo es el más grande de Sevilla y cuenta con siete trabajaderas. Trágicamente, fue atropellado por un tranvía que descarriló en la Plaza del Altozano en la Semana Santa de 1943. No hubo que lamentar víctimas mortales, aunque los daños materiales fueron considerables. Entre sus enseres, destaca especialmente el manto diseñado por Juan Manuel Rodríguez Ojeda y confeccionado en hilo de oro sobre terciopelo burdeos por Guillermo Carrasquilla (1939). Por último, cabe destacar que la Virgen de la O, que se venera en la iglesia que lleva el mismo nombre y está situada en la calle Castilla, fue coronada canónicamente el 2 de junio de 2007.