Las llaves de la Casa de las Dueñas

Muchos han oído hablar de él y muy pocos han podido visitarlo. Hablamos del palacio de Las Dueñas, propiedad de la Casa de Alba y uno de los inmuebles más valiosos de Sevilla. Se construyó entre los siglos XV y XVI por orden de la familia Pineda, la cual se vio obligada a venderlo antes de lo deseado. Y es que uno de sus miembros fue secuestrado por los musulmanes y, para pagar el rescate, no les quedó más remedio que deshacerse de su residencia más preciada. Así pasó a manos de Catalina de Ribera en 1484, condesa de Los Molares, estirpe que regentaría el lugar hasta que fue traspasado a la Casa de Alba a mediados del siglo XVII.

El palacio tomó el nombre del monasterio de Santa María de las Dueñas, cuyas monjas prestaban servicio a las esposas de los reyes de Castilla (Fernando III el Santo y Alfonso X el Sabio). A diferencia del Real Alcázar, con el que guarda similitudes estéticas, en sus dependencias nunca vivieron monarcas, pero podrían haberlo hecho sin ningún tipo de modestia. No en vano, el complejo era (y es) lo suficientemente amplio, lujoso y hermoso. De hecho, fue declarado Bien de Interés Cultural en 1931, una distinción que le obliga a ser abierto al público gratuitamente al menos cuatro días al mes.

Sin embargo, la Casa de Alba encontró un resquicio legal para no ‘entregar las llaves’, esgrimiendo que Cayetana Fitz-James Stuart la utilizaba como residencia habitual, de ahí que todos estos años atrás sólo fuera accesible para familiares y amigos. Tras la muerte de la duquesa en 2014, el panorama cambió y la familia puso en marcha unas obras para que el espacio residencial y el museístico quedaran delimitados. Esos trabajos están a punto de concluir, por lo que antes de que termine 2015 la Casa de Dueñas abrirá sus puertas al público. Así, sevillanos y turistas podrán contemplar sus patios andaluces, sus cerámicas y tejas regionalistas, su amplísima colección de arte (1.425 piezas) y hacerse una idea del lugar en el que nació Antonio Machado allá por el año 1875. Pero de la relación entre el poeta y el palacio hablaremos detenidamente en el siguiente artículo. 

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