El palacete de estilo francés que se encuentra en el centro de la Alameda de Hércules es la llamada ‘Casa de las Sirenas’. No siempre tuvo este nombre, ya que su denominación original fue ‘El Recreo de la Alameda’, pero sí mantuvo su aspecto hasta que el paso del tiempo hizo mella en su estructura. Su construcción data de mediados del siglo XIX, momento en el que el marqués de Esquivel (Lázaro Fernández de Angulo) se propuso levantar una pretenciosa mansión para vivir en ella… y mostrársela a toda la aristocracia sevillana.
Llegados a este punto, confió en el arquitecto Joaquín Rodríguez Ayarragaray para que transformara su sueño en realidad. El resultado fue un inmueble de 1.800 metros cuadrados compuesto por un edificio principal de gusto refinado, otros dos anexos que hacían las veces de caballerizas y almacén, un vistoso patio central y unos jardines afrancesados que estaban separados de la calle por un muro repleto de detalles. En las rampas del mismo se instalaron dos grandes sirenas de bronce asentadas sobre pedestales, y en las jambas de la portada, otras de menor tamaño, de ahí que la villa adoptara este curioso nombre.
Solo siete años después de que la obra concluyera, el marqués de Esquivel vendió el palecete, que a partir de entonces fue pasando de mano en mano sin encontrar un propietario estable. Tanto es así que, en un determinado momento, llegó a ser una casa de citas. Después de tantos vaivenes, la Casa de las Sirenas fue abandonada a su suerte en los años ochenta, época en la que sufrió numerosos desperfectos. Afortunadamente, en 1992 el Ayuntamiento de Sevilla adquirió el edificio y lo restauró profundamente, una actuación que ha permitido que hoy día funcione como Centro Cívico del Distrito Casco Antiguo.