Los buenos días de Manuela.

Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos días, de “ya huele a Feria”.

¡Sevilla está imparable! ¡Los sevillanos también!
Aquí, el que no corre, vuela.
Todavía las calles están enceradas, de cera, y ya está la Portada de la Feria, calentita.
Hay quien no ha guardado la túnica y ya ha sacado el traje de los volantes.

¡Que no se para, que no!
Sale la última de la Catedral y ya está la primera corrida en la Maestranza.

¡Qué nos gusta una fiesta, qué nos gusta una bulla, qué nos gusta un jaleo, qué nos gusta una juerga, qué nos gusta disfrutar!
¡Qué nos gusta vivir!

Y, como mientras seguimos trabajando, llevamos un ajetreo de locura.
Cualquier año, con las carreras, vamos a tener que pintarle lunares a la túnica, hacer un mantoncillo con el antifaz y usar el capirote como cartucho de pescaíto frito.
¡Cosas peores se han visto!

Pues, sí. Sevilla, ya huele a Feria.
La flor de azahar ha dejado paso al clavel reventón.
Y así, vamos, reventaos.
¡Pero vamos! ¡Ya lo creo que vamos!
El trabajo no se puede perder nunca. ¡Nunca, Dios mío!
Pero ¿Nos vamos a perder una juerga?
Como decían los castizos: “!Te quié i ya!!

No sólo, estoy pensando en los que preparan la Feria para disfrute propio.
Pienso en todos los que se dan la tupitina de prepararla para los demás.
Hay muchos trabajadores haciendo que la Feria sea un éxito.
Sacando fuerzas de flaqueza y echando horas extras que nadie les paga.
Hay muchos que son profesionales de la Feria y otros, los más, que buscan paliar con este trabajo algo de la economía maltrecha de sus casas.
¡En todos hay que pensar!

Los dos grupos se necesitan.
Si no se monta la Feria no se puede disfrutar.
Y si no hay quién venga a disfrutar, no se puede montar la Feria.
Es una cuestión muy sencilla de oferta y demanda.

¿Hay crisis? La hay.

Pero hay que cambiar algunos euros de mano.
El que tiene algo de dinero, aunque sea poco, tiene la obligación de conciencia de hacerlo rodar.
Del carnicero al de la fruta. Del panadero a los taxistas. Del lechero al pescadero. De la peluquera a los puestos de chucherías. Del pintor al de las flores. Del restaurante a los proveedores. Del proveedor a los pequeños negocios…
Podría seguir ad infinitum.
Lo resumo: del hermano al hermano.

El dinero en el arca no crea riqueza. Crea miseria.
El que acumula fortuna y no la comparte puede convertirse en un pobre hombre.
“Era un hombre tan pobre, tan pobre, que sólo tenía dinero”
¡Qué pena!

¡Vamos a compartir y vamos a disfrutar!

El sur siempre ha sido así.
¡Y yo soy del sur!
Yo soy de:
“la tiré al pozo, mi arma, la tiré al pozo”, de amarivirivillo es el oro, blanca la plata, de María, la morena puso un potaje, de entre cortinas verdes, azules ojos, de por el puente Triana pasó la reina…”
Y sobre todo de mírala cara a cara. De afrontar las cosas y llamarlas por sus nombres.

Pues vamos a mirarnos cara a cara, vamos a enamorarnos a nuestra manera, vamos a salvar el sur.
Vamos a salvar a Sevilla, que tiene un color especial.
¡Vamos a salvarnos nosotros!
¡Vamos a salir de esta!

De cosas peores hemos salido.

Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos, y de “ya huele a Feria”.

 

Manuela Sosa Martin.

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