Los buenos días de Manuela.

Buenos días, amigos de Sevilla.

Vamos hoy con otra mujer que visitó Sevilla en el verano de 1919.
Poetisa chilena, de la que voy a contar rasgos de su belleza y de su personalidad.
Sus poemas los dejo a vuestro criterio. Podréis encontrar algunos de sus libros, en librería de viejo, y quién sabe si en Internet.

En el siglo XX, quitando a Concha Espina y a Emilia Pardo Bazán, la literatura era un mundo de hombres.
Y mira por donde, aparece en escena Teresa Wilms.
Mujer hermosa y bohemia.

Abandonó a su marido y se fugó a Buenos Aires con el poeta Huidobro.
Anteriormente había sido la amante de Max Ernest, en Paris.
Esto propició que todos los poetas empezaran a elogiar su obra, con la secreta intención de meterle mano.

Se entiende, en parte, si contemplamos sus retratos.
Según sus contemporáneos, era guapísima, bellísima y estupendísima.
De sus poemas no he oído referencias dignas de comentar. Se ve que su belleza copó su arte.

Escapó de Nueva York porque la creyeron una espía alemana. Y así recaló en España.
Los españoles creyeron que era una diosa mundana y todos querían besar al santo.
¡Somos de otra raza!

En Madrid cortó oreja y rabo.
Julio Romero de Torres la retrató al óleo.
S. M. Alfonso XXIII, que sentía fascinación por ella, le regaló una alhaja en forma de cruz.
Pero no hay duda que los mejores presentes fueron las opiniones de los poetas.

De ella dijo Huidobro:
“Es la mujer más grande que ha producido América. Perfecta de cara, perfecta de cuerpo, perfecta de elegancia, perfecta de inteligencia, perfecta de fuerza espiritual, perfecta de gracia.”

¡Qué falta de delicadeza para las mujeres españolas!

Y el colmo, fue el comentario de Juan Ramón Jiménez, poco dado a los elogios.
En su estilo poético más puro escribió de ella:
”Tú das una cosa que no es la usual, pero que puede serlo desde que tú la tocas. Tus caminos son otros, otros que son uno, uno, en el momento mismo en que tú pones en ellos tu pie, tu planta, mística tú, diferente de todas las místicas”

¿Qué pensaría Zenobia de Camprubí, su esposa, amiga y secretaria? Y además excelente escritora y traductora de la obra de Tagore.

Teresa se suicidó en Paris a los veintiocho años.
Final muy propio de la época romántica, que aún en sus postrimerías seguía haciendo estas gracias.

Vivió intensamente la vida. Fue querida y admirada, y tomó la decisión de acabar con todo.
¿Cansada? ¿Aburrida?
¡Tonta!

Ramón Gómez de la Serna, al conocer la noticia dijo.” Fue una mujer hermosa a la que persiguieron los hombres”

Dejo, a los amigos de Sevilla, un esbozo de la personalidad de esta mujer que conquistó a todos y se perdió a sí misma.
Bella, bohemia, mística…
¿Sería feliz?

Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos y de otra persona ilustre que nos visitó.

 

Manuela Sosa Martin.

Deja una respuesta