Buenos días.
Buenos días, de más Arenal.
Vamos a seguir conociendo este barrio. Os aseguro para los que no lo conozcáis que merece la pena.
Yo he tenido la suerte de vivir en él muchos años.
Mi infancia y mi primera adolescencia, las viví en Placentines, en el cogollito de Sevilla.
Jugaba y paseaba por el Barrio de Santa Cruz. Otro día recorreremos sus calles y su historia.
¡Qué suerte que pusieran la Giralda al lado de la casa en la que nací!
Mi segunda adolescencia y mi juventud las viví en Pastor y Landero, en el barrio del Arenal. ¡Otra suerte!
Hay muchos barrios en Sevilla y todos con su historia y su encanto. También hablo de ellos y los que seguís los buenos días lo sabéis.
Pero es natural que le tenga un cariño preferente a estos dos barrios.
Sigamos adentrándonos en su historia.
Si paseamos por el barrio, podemos conocer gran parte de la historia de la ciudad, con edificios como el Hospital de la Santa Caridad, del que ya hablamos, la capilla de la Hermandad de la Carretería y la capilla del Baratillo.
Este arrabal, porque estaba extramuros de la ciudad, era una extensión de arena, un espacio abierto, que iba desde la Puerta de Triana a la Torre del Oro.
Dos puntos importantes de la Sevilla de esa época. Pero este arenal tenía un valor importante por sí mismo por ser donde se desarrollaban las actividades portuarias que se complementaban en la ribera trianera.
Era la zona más pintoresca y activa de la ciudad. Atraía a todo tipo de personas, viajeros de todo el mundo venían a Sevilla y visitaban e incluso se alojaban en el Arenal.
Entre ellos esta Cervantes que se alojaba en una lujosa pensión, lujo de la época, cerca de la plaza del Cabildo.
Más adelante estuvo hospedado en la cárcel sevillana que estaba en la calle del Pópulo, hoy Pastor y Landero.
No sé porqué me parece que Cervantes hubiera preferido seguir en la fonda o pensión.
Aunque se dice que en esta cárcel escribió parte del Quijote, con lo cual la estancia le valió su reconocimiento universal.
Y hoy, desde aquí, quiero hacer una alusión a la obra de este escritor, que vivió muchos años en Sevilla y extendió su nombre al mundo en sus obras.
Merece nuestro reconocimiento, nuestra gratitud y nuestro interés por su obra.
Invito a todos los amigos de Sevilla, a que lean y disfruten del Quijote. O que lo relean.
Además de todo el valor literario, que es reconocido y valorado en el mundo, el Quijote tiene una gracia sevillana que nos hace sonreír, reír, y a veces casi reventar de risa.
Y ahora. Si me lo permitís, un tirón de orejas.
Me apena, a veces me enfurece, que fuera de Sevilla, que fuera de España se conozca y se valore la obra de Cervantes, más que aquí.
Yo voy a coger un libro suyo, me voy a sentar en una cafetería del barrio y voy a leer a Don Miguel.
Me gustaría sentarme orilla del río, o donde estaban las atarazanas reales, pero llueve y se pueden borrar las letras.
Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos y de más arenal.
Manuela Sosa Martin.