Los buenos días de Manuela.

Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos días de sábado de dolores-

Torre de oro y peineta,
blanca mantilla.
Regio el Guadalquivir,
cruza Sevilla.

Sevilla se mete en agua, me decía ayer un señor con la seguridad de un meteorólogo.
“Es más, niña, ya está metía en agua”.
Le agradecí lo de niña.
No me sentí ni me creí más joven.
Recordé a mi padre cuando llamaba niño y muchacho a amigos de más de ochenta años.
Es una forma de hablar muy sevillana, no sé si de otros lugares.
“Hay que ver lo estropeado que está este niño” Y el niño en cuestión superaba con creces los ochenta.
A lo que iba.
Sevilla se mete en agua. Sevilla ya está metida en agua.

Da lo mismo. Sevilla ya está metida en su Semana Santa, y si los pasos no pueden salir iremos a visitarlos a sus templos.
Lo que de verdad me preocupa, ya os lo dije, son las personas que pierden el trabajo que esperaban estos días.
Esto sí es una preocupación. Esto sí es un contratiempo.

Por otra parte, es muy probable que la semana transcurra entre nubes, claros, chubascos y aguaceros más o menos fuertes.
Ya cada hermandad decidirá qué hacer o qué puede hacer.
Me gusta la Semana Santa como al que más.
Sé lo que significa esperar con ilusión todo el año. Sé lo que significa esperar con ansias salir con tu Cristo o tu Virgen y hacer la estación de penitencia.
Lo he vivido en carnes propias.

Lo que no soporto, y pido perdón por lo que voy a decir, es que digan las hermandades, que han hecho mucho gasto.
Si han hecho gasto es porque tenían dinero. Si han comprado un manto nuevo, una candelería o un llamador de oro, es porque han querido.
La Semana Santa, aún en Sevilla, debe ser más austera.

Veo cada día tanta pobreza a mi alrededor, que estas cosas, además de superfluas, me parecen una ofensa.
Todas las parroquias saben de sus feligreses en apuros. Saben que no pueden pagar la luz, que no pueden pagar el gas, que no pueden atender las necesidades más elementales. Más necesarias. Más urgentes.
Hay quien no tiene ni para comer.
¡Para comer!
¿Pensáis que les preocupa que por la lluvia no salgan los pasos a la calle?
Yo creo que no.
Tienen otras necesidades mucho más perentorias.
¿Nos ponemos en su pellejo?
¿Nos ponemos en su situación?

Me gusta la Semana santa como al que más.
Pero por encima de todo quiero a los sevillanos y, en especial y con más cariño, a los que lo están pasando mal.
Si alguna vez mi preocupación fuera el lucimiento de las cofradías en la calle, no merecería llamarme sevillana, ni llamarme persona.

Vuelvo a pedir perdón si he molestado a alguien. Yo escribo lo que siento. Esto es lo que siento y me preocupa hoy.
Lo demás, si lleva siglos existiendo, seguirá igual.
Yo, hoy, quiero pedir por los que sufren.
Ellos no me leerán. No tienen ordenador ni conexión con Internet.
¿Pero cómo van a tenerla?
Para ellos mi amor y mis torrijas.
¡Que llueva! Todos los que me leéis tenéis paraguas.
Y que siga la vega del Guadalquivir regándose.

Torre de oro y peineta,
blanca mantilla.
Regio el Guadalquivir,
cruza Sevilla.

 

Manuela Sosa Martin.

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