Los buenos días de Manuela

Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos días, de homenaje.

Gérard Philipe, actor francés, que por su belleza se le conocía como “El príncipe de los actores”, no llegó a visitar Sevilla.
Al menos yo no tengo constancia de ello.
Si algún amigo lo encuentra agradecería que nos lo contase.

Lo que si me consta es que deseaba venir.

Veamos que le une a España.

Durante la Segunda Guerra mundial su padre colaboró con los nazis. Al acabar la contienda fue juzgado y condenado a muerte.
Logró escapar y se exilió en España.

Gérard estaba en el bando contrario. Apoyaba a la Resistencia y ayudó a muchos a salvarse del espanto y el dolor que ésta, y todas las guerras, producen.

Frente al ultraderechismo del padre, el hijo se hizo socialista por amor a su pueblo.
Independientemente de las ideologías políticas me parece muy noble que alguien tome partido por amor a los otros.

No sabemos con exactitud qué relación tenía con su padre, pero sí que a raíz de esto se entusiasmó con la idea de visitar España y especialmente Sevilla.

Varios dramaturgos y actores amigos le habían hablado de la belleza de la ciudad sevillana.
Creo que no llegó a venir. Por eso desde aquí mi homenaje.

Ya es de agradecer para un sevillano que personas de otros países quieran conocer nuestra ciudad. Que se sientan atraídos por ella. Y lo que es más, que algunos, la amen en la distancia, sólo por las referencias de otros que la han visitado y disfrutado.

No es el único caso que conozco de personajes célebres cuya mayor ilusión era conocer Sevilla y quedarse a vivir para siempre.
Tanta era la expectación y el deseo de vivir aquí, que algunos vendieron todas sus pertenencias y se instalaron definitivamente.
Ya hay que amar algo en la distancia y en el desconocimiento para hacer semejante cosa.

Sin embargo yo encuentro una explicación, no tengo argumentos para justificarla, más bien es una intuición.

Muchos de los escritores conocían Sevilla por la obra de Al-Mutamid.
No es de extrañar que leyendo los poemas de este poeta sevillano, enamorado de su tierra, como si de una mujer se tratase, cundiera el deseo de visitarla.

Los poetas del Siglo de Oro, y en especial Cervantes también contribuyeron.
Y hay constancia de viajeros ilustres que vinieron a Sevilla atraídos por conocer el lugar donde se gestó parte del Quijote.

Y también es cierto que los poetas de la Generación del 27 y Juan Ramón Jiménez, fueron nuestros mejores embajadores.

Pero hablábamos de Gérard Philipe.
Su belleza física la podemos ver en cualquiera de las fotos que se pueden encontrar en Internet.
Sin negar que fuera muy apuesto y muy guapo, para mí su mayor encanto estaba en su voz.

Para los amantes del cine hay muchas películas que aún se pueden encontrar. Claro que, en español no apreciamos su voz.

Hizo una versión radiofónica de Le Petit Prince, prácticamente la lectura del libro, y es un placer oírla aunque no se sepa francés. La musicalidad de su voz enamora.

Murió a los treinta seis años, víctima de un cáncer.

Su mujer, Anne Philipe, nos ha dejado un relato enternecedor de esta época, en su libro, “Le temps d´un soupir”. “El tiempo de un suspiro.”

Si después de escuchar su voz, leemos este libro, la emoción y el placer de los sentidos están servidos.

Merece la pena conocer a este actor, que sin conocer Sevilla, la amaba.

Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos y de homenaje.

 

Manuela Sosa Martin.

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