Los buenos días de Manuela.

Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos días, de Miércoles Santo.

¡Ay, ay, ay! Es lo único que me sale. ¡Ay, ay, ay!

Tiene razón el señor que me dijo que Sevilla estaba metida en agua.
Y lo que más me duele es que el pesimista, de ¡todos los años pasa igual!, se va a salir con la suya.

¡Ilusiones mojadas!
Hermandades sin salir otro año. Hermanos nazarenos y hermanos costaleros llorando.
Y el agua sin dar tregua.

San Pedro ha abierto el grifo y se le debe haber roto la zapatilla.
¿No habrá fontaneros en el cielo?
¿O quizás nuestros Titulares saben de la necesidad de la lluvia?

¡Ay, ay, ay! ¡Qué dilema! ¡Qué contradicción!
¿Con qué me quedo?
¿Con la tristeza y la desilusión de no ver salir los pasos?
¿O con la alegría de que llueva, al fin, y se remedie el campo y la contaminación?

¡Ay, ay, ay! ¡Qué difícil lo tengo!
Mi corazón está dividido. Mis sentimientos y mi razón no se ponen de acuerdo.
¿Será cierto que Dios escribe con renglones torcidos?
¡Pues será el único que puede, porque a mí en el cole no me dejaban!

¡Otro año será!, se oye salir de todas la bocas.
¡Otro año será! Se ve en los ojos empañados de lágrimas.
¡Otro año será! Le dice la madre al nazareno primerizo.
¡Otro año será! Dios lo quiera. Piensa para sus adentros el hermano que se ve y se siente mayor. Que le flaquean las fuerzas. Que las piernas no aguantan la carrera, que la mano le tiembla sujetando el cirio. ¡Otro año será!
Y con esa ilusión enjugamos las lágrimas.

Ayer fue así.
Tengamos la esperanza de que hoy podamos disfrutar de nuestra Semana Santa.

Y si no es así. ¡Otro año será!
Y que estemos todos para verlo.

Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos días, desde la esperanza y las lágrimas.

 

Manuela Sosa Martin.

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