Los buenos días de Manuela.

Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos días de túnicas, fajas, sandalias y capirotes.
Buenos días de preparación semanasantera.

Sevilla está preparando la Semana Grande, ahora la llaman así.
No es un término que me guste, pero si hay que estar con los tiempos, se está.

Sevilla y los sevillanos están preparando su Semana Santa.
Los operarios municipales están ultimando todos los detalles para que el Domingo de Ramos todo salga de dulce.
De dulce de torrijas y pestiños.
Ya están los palcos de San Francisco a punto de caramelo. De caramelo de manzanas colorás, de esas que manchan los vestidos de estreno.
“A quién no estrena el Domingo de Ramos, se le corta la mano”
Verdad o mentira, más bien lo segundo, es tradición sevillana estrenar algo.
Recuerdo, con cariño, a una amiga cuya economía era escasilla, que me dijo con cierto miedo:
– ¿Tú crees que servirá el novio? Como este año es nuestra primera Semana Santa, es como si fuera de estreno.

Y le sirvió, porque sigue con las dos manos.

La calle Sierpes ya tiene balcones engalanados.
Y en la Avenida de la Constitución se empiezan a colocar los palcos-sillas, y huele a cacahuetes tostados.

Sevilla hierve en preparativos.
Los hermanos nazarenos sacan la túnica, las sandalias, la faja y el capirote.
La papeleta de sitio ya está guardada en el cajón más seguro de la casa.
A toda prisa, se hacen túnicas nuevas, se alargan las del año anterior, se acomoda la del padre al hijo, se busca el capirote viejo o se compra a la carrera uno de esos que ahora son de rejilla.

Recuerdo que antes, algunos hermanos cofrades llevaban zapatos con una gran hebilla pegada.
Y los niños les decíamos: “Nazareno, dame un caramelo.
Si no me lo das,
Una hebilla menos”
Yo se lo decía a todos, llevaran o no hebillas. No siempre caía el caramelo.
Lo que sí caía era la cera hirviendo que aguantaba, con las lágrimas saltadas, para hacer la bola. Entre más grande y con más cera de colores, mejor.
Ya está aquí la Semana Santa.
¡Ya está la primera en La campana!

Y para terminar, este trocito de José Mª Pemán, que pasó en Sevilla su juventud de estudiante de Derecho

No voy de la gloria en pos,
ni torpe ambición me afana,
y al nacer cada mañana,
yo sólo le pido a Dios:
casa limpia en que albergar,
pan tierno para comer,
un libro para leer,
y un Cristo para rezar

En Sevilla tuvo la ocasión de rezarle al Cristo.
¡Vaya sí la tuvo!

Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos días, de preparativos y de olor a Semana Santa.

 

 

Torre de la Plata.
La Torre de la Plata de Sevilla es una torre octogonal del, siglo XVIII, situada en la calle Santander,:Se unía a la Torre del Oro por un paño de muralla. Se derribó este paño de unión en 1821.
Desconozco las causas. ¿Fue accidental, o fue la mano del hombre?
En tiempos de Alfonso X, se la conocía también como la Torre de los Azacanes.
En el siglo XIX, el arquitecto italiano, Vermondo Resta, hizo un proyecto de construcción de varias viviendas, y la Torre de la Plata quedó ocultada tras ellas.
Se podía haber quedado en su tierra y todos los monumentos de Italia hubieran sufrido sus descabellados proyectos.
Pero, no. Tuvo que ser en Sevilla con su lunita de plata…
En el colmo del dislate, en el siglo XX, fue utilizado como cobijo por los indigentes.
Con motivo de la Exposición Universal de 1992, se restauró parcialmente.
En la actualidad está en un estado pésimo y la vegetación campa a sus anchas, inundando gran parte del terreno que la circunda.
Por si todo esto no fuera ya un colosal disparate, ahora, un muro vulgar divide un patio adyacente con un parking.
En el siglo XVII, este espacio lo ocupaba el Corral de las Herrerías.
¡Vaya diferencia!
¿Hasta cuando vamos a permitir que se destroce con tan malas artes, tan poco sentido de la estética y tanta falta de respeto, el patrimonio cultural de varios siglos de historia sevillana?
Se comenta que hay un proyecto para acondicionar este terreno como jardines.
¿Cuándo? ¿Qué Consistorio municipal va a emprender el adecentamiento de la Torre de la Plata?
Mientras tanto que sigan aparcando coches con la impunidad vulgar y el desconocimiento de la estética.
No es de extrañar, que incluso, muchos sevillanos desconozcan su existencia. Y no digo ya su historia.
Que conste para quien corresponda.

En la actualidad un muro de nuestra época divide un patio adyacente con un parking, sobre el que en el siglo XVII se situó el Corral de las Herrerías. Hay voluntad para acondicionar este terreno como jardines.

 


 

Torre del Oro


 

Esta torre se erigió en el primer tercio del siglo XIII, en el último periodo de los reinos de Taifas.

Su nombre en árabe es Borg-al-Azajal.

Su traducción expresa que su revestimiento de azulejería dorada destellaba al sol como el oro y se reflejaba con tanta intensidad en el río, que dañaba la vista.

El objetivo que pretendía con su construcción Abu-al-Ula, gobernador en 1220, era el de defender la ciudad.

Se cerró la entrada al puerto con gruesas cadenas que cruzaban el río y se sujetaban en otra torre en la orilla de Triana.

De esta otra torre sólo quedan vestigios escritos.

Cuando la Reconquista, Ramón Bonifaz en1248, rompió las cadenas con la flota de guerra.

Existe una curiosa leyenda que cuenta que la Torre del Oro servía como refugio a las damas que cortejaba el rey Don Pedro el Cruel.

La más célebre de sus cortejadas, fue Doña Aldonza, hermana de Doña María Coronel, que vivía en la Torre del Oro.

La esposa del rey, Doña Mariana de Padilla, vivía en el Alcázar…

Años más tardes, la torre sirvió de capilla y de prisión.

(La explicación de su arquitectura la dejo a personas más preparadas que yo.)

Con el transcurso de los siglos la torre se fue deteriorando y llegó a tal estado de ruina, que se hizo precisa una consolidación urgente.

Así, pudo llegar al siglo XVII, cuando el terremoto de Lisboa de 1755, que sacudió la ciudad, la dañó seriamente.

Y lo que os cuento ahora, es para tirarse de los pelos, o para tirarse de la Torre.

En 1760, el Marqués de Monte Realse, planteó demolerla. Pretendía ensanchar el paseo de coches de caballo, con el fin de dejar el paso de San Telmo al Puente de Triana, más derecho.

¡Qué manía persecutoria tienen los coches con las torres, ya sean de plata o de oro!

Felizmente, para la gloria de Sevilla y del mundo, el pueblo se echó a la calle, y opuso una fuerte resistencia.

Tanto empeño pusieron los sevillanos de esa época, que llegaron hasta el rey y así impidieron que se cometiera esta barbaridad.

¿Imagináis Sevilla sin su Torre del Oro?

Me pongo mala sólo de pensarlo.

Por favor, cuidemos nuestro patrimonio. Vándalos hay en todas la épocas.

Insensibles a la belleza, también.

 

Manuela Sosa Martin.

 

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