Los buenos días de Manuela.

Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos días, de indigestión.

¡Ay, el pescaíto!
¡Y, mira que estás bueno!
Me he comido hasta las espinas. Es una exageración, pero casi.

Yo no estuve en la Feria. No me gusta mentiros. Compramos pescaíto y lo comimos en casa. No es lo mismo, pero…
Eso, sí. La indigestión es la misma.
Ese adobito, esa merlucita, esas acedías…ay! ay!
¡Y las huevas fritas!

Espero que lo hayáis pasado bien y que mis amigos franceses hayan encontrado una caseta dónde poder entrar.

Eso es lo que menos me gusta de la Feria de Sevilla.
Me parece bien que haya casetas particulares. Si la gente se lo puede permitir, pues vale.
Pero debería haber más casetas públicas.
Ya sé que ahora hay más, pero no son suficientes.
Y no sólo por los que vienen de fuera, si no por muchos sevillanos que no pueden permitirse una caseta particular ni ser socio de ninguna.
Cuando la gente nos critica por esto, me da mucha pena, pero debo reconocer que es verdad.
No sé si es falta de espacio, si no son rentables o simplemente que no hay voluntad.
La Semana Santa está en la calle para todos. Hay quien puede ir a los palcos o a las sillas, pero todo el mundo puede ver las cofradías, de pie o sentado en un bordillo.

La Feria parece que está pensada para los más pudientes.
No me parece bien. No me parece justo.

Espero que el comité de festejos o a quién le corresponda, busque una solución.

Y mañana hablaremos del alumbrao.

Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos y de indigestión.

 

Manuela Sosa Martin.

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