Los buenos días de Manuela.

Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos días, que por motivos tecnológicos, llegan con retraso.
Pero llegan.

Blas Infante, publicó en 1920,” Motamid, último rey de Sevilla.”
Es un drama donde la vida del Rey de la Taifa de Sevilla, corre paralela a la tragedia del pueblo andaluz.

Motamid, es el símbolo del pacifismo y la tolerancia. Distante del fanatismo, representa el espíritu libre andalusí. Segundo hijo de al-Mutadid, se convirtió en su heredero, por circunstancias que dejo a los historiadores.
Nosotros nos vamos a acercar a su vida, sus sentimientos y su poesía.

Se educó en el Algarve y su maestro fue el poeta Abenámar, que después sería su favorito.
Al- Mu´tamid fue un poeta notable. Durante su reinado, la cultura floreció en Sevilla y en su corte gozaron de favor poetas y literatos.
También visitaron Sevilla intelectuales, geógrafos y astrónomos del mundo árabe y cristiano.

Depuesto, Al- Mu´tamid se exilia en África, donde muere.
El lugar de su tumba se conoce como la tumba del forastero. Probablemente es debido al epitafio que el mismo rey escribió:

“Tumba de forastero, que la llovizna vespertina y la matinal te rieguen, porque has conquistado los restos de Ibn´Abbad”

Y aquí os dejo, leyendas de este rey poeta, amante de una Sevilla que hizo florecer y resplandecer en todo el mundo.

Se guardan numerosas leyendas de su vida.
Como todas las leyendas tienen su parte de verdad y la parte que con el paso de los años ha añadido el vulgo Es curioso que después de tantos años de su muerte estas leyendas sigan vigentes, y con distintas variaciones.

La partida de ajedrez.
Se cuenta que Ibn Ammar, Abenámar para los cristianos y favorito del rey, jugó una partida de ajedrez con Alfonso VI de León, que estaba asediando Sevilla.

La apuesta era elevada. El ganador decidiría el destino de la ciudad.
Ganó Abenámar y le pidió al rey castellano que respetase la ciudad.
Alfonso cumplió su palabra y no atacó Sevilla. Se llevó, sólo, el tablero y las piezas del juego.

La realidad es menos poética. Almutamid tuvo que pagar un cuantioso tributo a Alfonso VI.

Otra versión nos dice que fue el propio rey el que jugó la partida.

Y ya, en el colmo de lo inverosímil.
Se relaciona esta leyenda con Fernando III, después rey de Sevilla y santificado como San Fernando, cuyos restos incorruptos se guardan en la Catedral de Sevilla.

Inverosímil porque estos dos reyes no coincidieron en el tiempo. Basta con repasar la historia.
Cuando Fernando III conquista Sevilla Al´Mutamid estaba bien muerto y enterrado en el exilio, en Africa.
Pero la leyenda ha llegado hasta mí y os la cuento.
Se dice que Fernando III estaba cercando la ciudad en la otra margen del río.
Al´Mutamid acudió a su encuentro. Y en una barca, en medio del río, jugaron varias partidas de ajedrez.
El que ganara sería el rey de la ciudad.
Las ganó el rey taifa y Fernando dijo que se marcharían y respetarían la ciudad.
Se dieron la mano y conciliaron sus intereses.
Al´Mutamid volvió confiado y contento a palacio.
Por la noche, con total impunidad, los cristianos entraron a saco en la ciudad, la saquearon y asesinaron a numerosas personas.

Si esto fuera así, no honra en nada la memoria del Rey Santo.
Pero ya os digo que esto es imposible en el tiempo. Aunque sí es más acorde con la idea que tenemos de los dos reyes.

Otra leyenda. Ésta, relacionada con la que luego sería su esposa.

Se dice que un día, paseando a las orillas del Guadalquivir con su amigo Abenámar, jugaban a improvisar poemas.
Éste era un entretenimiento muy popular en la sociedad andalusí de la época.
Como se levantara una ligera brisa sobre el río, dijo Al- Mu´tamid:
“El viento tejiendo lorigas en las aguas”
Esperaba la respuesta de su compañero.
Abenámar no tuvo tiempo y oyeron que una voz femenina completaba la rima.
“!Qué coraza si se helaran!”

Las lorigas son las armaduras que se usaban en la guerra.

La voz correspondía a una muchacha escondida tras los juncos.
Una joven bellísima, esclava de un arriero.
Al-Mutamid quedó inmediatamente enamorado, la llevó a su palacio y la hizo su esposa, tomando el nombre de Itimad.
Siempre estuvieron juntos y cuando el rey fue depuesto, partió con él al exilio.
La relación de Al-Mu´tamid y Rumaikiyya, fue la fuente de numerosas historias, como la que aparece en el “Libro de los ejemplos del Conde Lucanor y de Patronio” en el cuento XXX, obra, como sabéis, de Don Juan Manuel.
¡Sevilla en la literatura española gracias a estos amores!

Y ahora, leyendas de esta joven del pueblo que conquistó a un rey.

Se dice, que un día estando en Córdoba en el mes de febrero, cayó una nevada y, cuando Romaquia –nombre cristianizado- de la joven, vio la nieve, se puso a llorar.
El rey le preguntó por qué lloraba, y ella le contestó que porque nunca la dejaba ir a sitios donde nevara.
Para complacerla, el rey mandó plantar almendros en toda la sierra de Córdoba. De esa forma, al florecer, parecerían cubiertos de nieve y la reina vería cumplido su deseo.

Hay una variante que sitúa esta leyenda en Sevilla, que por sevillana me gusta más.
Quejándose la reina de lo mismo, el rey plantó almendros en todo el Aljarafe. En primavera, desde el palacio se veía toda esta ladera blanca como la nieve.
Puede no ser cierto, pero es hermoso.
¡Qué gran muestra de amor!

Y por hoy os dejo. Otro día seguiré hablando de este rey, que fue un propulsor de Sevilla.
No sé si se le han reconocido sus méritos.
En Sevilla, en el barrio de Nervión, hay una calle que lleva su nombre.
Y también recuerdo una seguidilla, un cante por sevillanas que habla de él.
Cuando menos la vida de este rey es interesante.
Buenos días, amigos de Sevilla.
Buenos días, amigos de su historia.

Manuela Sosa Martin.

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