La Valiente

La Valiente

La ValienteMuchos recuerdan la Semana Santa de 1932, fecha desventurada en la que el ambiente envenenado no era nada propicio para la magna manifestación de las procesiones sevillanas. Pasó el Domingo de Ramos, sombrío y helado, bajo la amenaza vociferante de la exaltación atea.Pero llegó el Jueves Santo, y la Hermandad de la Estrella decidió salir a la calle. A su estación de penitencia acudió Sevilla entera, uniéndose en el testimonio viril de la Hermandad de temple y valor a raja tabla.Durante el camino no falta el atentado sacrílego. En las puertas mismas de la catedral un forajido, que no era sevillano, hizo a la sagrada imagen dos disparos de pistola, que, gracias a Dios, ní le rozaron. La fuerza pública hubo de proteger al desdichado.El regreso de la Cofradía hasta el templo trianero de San Jacinto fue una apoteosis de fervor. Miles de sevillanos acompañaron a los hermanos, desagraviando a la Virgen de la Estrella en una pletórica demostración de sentimiento religioso.La proclamación de la Republica en abril de 1931 puso inquietos a muchos. Tanto para los que pensaban que solo era un escalón en su camino a la Revolución, como para los que consideraban que era un salto bastante grande. Los incidentes no tardaron en surgir.Estos sucesos no incidieron en la Semana Santa de 1931., que transcurrió en paz e hicieron estación de penitencia cuarenta y cuatro cofradías. Pero, después del empeoramiento experimentado a lo largo de ese año, dieron motivos a los cofrades para coger miedo y el ambiente se enrareció.Y antes de concluir el año hubo contactos propiciados por las autoridades para garantizar la salida de las cofradías en la Semana Santa del venidero año.

 

Es mas, en diciembre de 1931 se le recibió ya el oficio del Ayuntamiento para conocer qué cofradías saldrían en estación de penitencia. Al notificársele a la cofradía de la Estrella, acordó contestar que haría estación de penitencia “de acuerdo con la visita hecha al señor Alcalde y de los acuerdos derivados de la misma, siempre que las circunstancias económicas y sociales lo permitan”.A los dos meses del anterior Acuerdo, ya no se hallaba tan claro la postura de salir, por los motivos que hoy son bien conocidos. En vista de este conjunto de causas, se convocó un nuevo Cabildo para el 13 de febrero de 1932 en el que, mediante votación nominal, se debía determinar si se procedía o no a efectuar la salida procesional. La votación  dio lugar a un resultado de ocho votos a favor de realizar la estación y siete en contra.Una vez adoptada la histórica decisión –la única corporación que decidía efectuar la salida-, se iniciaron los preparativos para organizar la misma, de modo que en los días siguientes se desarrolló con normalidad el reparto de túnicas y el montaje de los pasos.En principio, se pensó en llevar a cabo la estación de penitencia en el día acostumbrado, el Domingo de Ramos, pero por una errónea interpretación se suspendió la salida procesional. A las cinco de la tarde del Jueves Santo, que resultó ser un espléndido día primaveral, la gente, según refieren las crónicas periodísticas de la época, se agolpaba por todo el itinerario para seguir la cofradía. La procesión continuó lentísimamente por San Jacinto y el Altozano hasta alcanzar el puente, ya que aquel año no se fijó ningún tiempo determinado para cumplir la estación de penitencia, por se la única cofradía en la calle. Aunque en las primeras horas todo transcurría con absoluta normalidad, instantes después de dejar la calle Rioja e irrumpir en la de Velásquez, fue lanzado un ramo de flores con un objeto sólido que afortunadamente cayó en la candelería. Cundió enseguida el pánico entre los que presenciaban el cortejo, y comenzó el desconcierto y las carreras de las gentes, si bien ningún nazareno se movió del sitio asignado en el cortejo. La reacción de público, ante la actitud de la cofradía, después del primer susto, fue de delirante ovaciones a la Virgen y de imprecaciones al desconocido autor del supuesto atentado. ya en la calle Sierpes, desde los altos del antiguo Kursaal, fue arrojado un ladrillo al paso del Señor, originando desperfectos en unos de los ángeles de la canastilla. Fue inmediatamente reconocido y detenido el autor. al entrar el paso de Virgen por la Catedral por la puerta de San Miguel, se dispararon dos tiros alevosos a la Sagrada Imagen, sin que por fortuna le llagaran a alcanzar. El autor se dio a la fuga entre la confusión y el pánico de la multitud, enfrentándose con varios números de la Benemérita delante del edificio del Archivo General de Indias, fue sorprendido por alguien que la propinó un fuerte bastonazo, cayendo conmocionado al suelo, instante que aprovechó la Guardia Civil para proceder a detenerlo. Se cerraron enseguida las puertas de la Catedral, quedando la cofradía dentro unos instantes. El itinerario, para mayor seguridad, fue alterado a su salida de la Catedral, regresando la procesión por la calle Alemanes, Avenida, Plaza Nueva, Tetuán a Rioja, para posteriormente, discurrir por Reyes Católicos hasta su templo. Al dejar atrás el puente, en el mismo Altozano, arrojaron sobre el paso del Señor unos huevos conteniendo gasolina, sin que, por fortuna, se produjera incendio alguno.Sin más incidentes, entre el fervor y el entusiasmo popular, la cofradía entró en su templo con el mismo número de nazarenos que con que saliera. Un detalle digno de resaltar en esta histórica salida de la cofradía trianera, por la que desde esa época recibió el calificativo de “La Valiente».

 

Fuente: http://www.hermandad-estrella.org/historia/valiente.htm

 

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