El pasado 11 de diciembre la parroquia de San Roque tuvo que ser clausurada y desalojada por graves problemas estructurales. No en vano, en la última revisión rutinaria fueron detectadas grietas importantes y los técnicos decretaron que tanto la cúpula del presbiterio como la cubierta se hallaban en un estado tremendamente delicado, de ahí que al Arzobispado de Sevilla no le haya quedado más remedio que cerrar sus puertas indefinidamente hasta reparar los daños. ¿Y qué pierde la ciudad mientras tanto? Pues, resumiendo, un hermoso templo con más de 250 años de historia que ya sufrió trágicos accidentes previamente, pero vayamos por partes.
La sede de la Hermandad de San Roque fue diseñada por Pedro de Silva y levantada en la actual Plaza de Carmen Benítez entre los años 1760 y 1764, sobre el solar de la antigua ermita, que fue presa de las llamas. De planta rectangular y dispuesta en torno a tres naves que están separadas entre sí por columnas toscanas de mármol, contaba con un retablo mayor de un enorme valor artístico, obra de Gabriel de Astorga, pero se perdió (junto a los Titulares) en un incendio provocado el 18 de julio 1936. No hace falta ser muy avispado para relacionar la fecha de este triste acontecimiento con uno de los periodos más convulsos de la historia de nuestro país, cuando muchas iglesias, entre ellas la de San Roque, fueron saqueadas.
Afortunadamente, la corporación se sobrepuso a este fuerte revés y buena prueba de ello es que en la actualidad está afrontando con suma madurez este nuevo contratiempo. Así, nada más conocer los riesgos, la junta de gobierno, con la colaboración de los hermanos, trasladó las imágenes al oratorio de la casa de hermandad, donde aguardan la elección de una nueva sede temporal. Y en este sentido, se barajan varias opciones: San Ildefonso, que ya prestó su ayuda durante la Guerra Civil, San Benito, Santiago, San Román, la Anunciación, etcétera. La decisión se tomará probablemente a finales del mes de enero.