Visitas bastantes, compras muy pocas

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visitantesNo se sabe qué está peor, el tiempo o el bolsillo, pero lo cierto es que en la mañana de ayer, primer domingo de diciembre en que el comercio permanecía abierto y en pleno puente, había gente en la calle, pero sin bulla, y la mayoría de los comercios del centro estaban casi vacíos. La gente entraba, pero más para mirar o preguntar que para comprar.

La excepción, aunque este año sin colas que esperar, se encontraba en el palacio gótico del Alcázar. El imán de los dulces de conventos sevillanos congregó a buen número de personas que, a diferencia del resto de tiendas, aquí sí salían cargados de bolsas con las delicias que las monjas de 19 conventos de clausura realizan en sus cocinas.

 

Este año regresa después de varios años el convento de las clarisas de Estepa «con mantecados, roscos de vino y mazapán que tienen mucho éxito», afirma Claudia Rodríguez, una de las encargadas de la organización. Además, se estrenan las clarisas de Alcalá de Guadaíra y otras religiosas, como las de San Clemente, presentan productos nuevos: las clementinas, unas pastas de té que dan ganas de comérselas sólo con verlas. Como todo.Palmeras, alfajores mozárabes, roscos, magdalenas, mermeladas, corazones de almendra, tronquitos de chocolate… y unos «bombones de mazapán a la naranja de las jerónimas de Constantina que están de lujo, pruébelos», insisten tras el mostrador.La mayoría de los compradores repiten cada año: «Vienen gente de los pueblos, que recuerdan que una tía se los ponía para merendar, o que los hacía su madre o su abuela, el olor les trae nostalgias y el sabor de la familia», cuenta Carmen Rincón que lleva «bastantes años» colaborando en estas fechas y que recuerda como uno de los momentos más curiosos que le ha tocado vivir el «explicarle a una americana en inglés qué es un convento de clausura y que las monjas mientras oran, trabajan».Saliendo del Patio Banderas se encuentra la única cola de gente esperando para entrar: la que da acceso a los Reales Alcázares. Ni en las puertas de entrada a la Catedral, ni en las administraciones de Lotería del Gato negro o Sagasta, ni en la feria de belenes (donde conviven con el olor a incienso), ni en los comercios las hay. Y apenas en la calle. La lluvia viene y va bajo un cielo gris plomizo que invita a quedarse en casa, y con eso se gasta menos.»Son días para enseñar y para pasear, pero se abre por si cae algo», dice Rocío Lerma, propietaria de una tienda de moda en plena calle Sierpes. «Hay menos de la mitad de gente que el año pasado y aunque hay más ganas no hay dinero. La gente está aburrida y cansada de tanta crisis, pero nos están metiendo el miedo en el cuerpo», explica.Muchos comercios no se unieron al reclamo de los grandes almacenes y no abrieron. En otros que sí lo han hecho, los dependientes están tan aburridos que se dedican a limpiar escaparates y a ordenar el género. «Normalmente los domingos abiertos hay gente, pero entre el tiempo y la crisis… Al menos hemos tenido la suerte de que los pocos que han entrado han comprado», afirma Beatriz Delgado, encargada de una céntrica zapatería.Y por los pasillos de El Corte Inglés del Duque la cosa no está mucho mejor. Rosario García esperaba a alguien en la puerta cargada con una bolsa: «He venido expresamente a comprar un regalo, pero como está el día hoy no hubiera venido», relata. Y no hay que irse muy lejos para que las dependientas de las firmas de belleza cuenten cómo va el día: «Está muy tranquilo, hay gente que viene a comprar pero muchas más que vienen de paseo», señala Eva Torrente, y no hay más gente en el entorno de la plaza. Por los pasillos, en los que algunos se resguardan de la lluvia, la gente parece mirar más lo que van a comprar para las próximas fiestas que para ahora.Hoy y el miércoles los comercios no abrirán pero el tiempo seguirá igual de borrascoso y en alerta amarilla por lluvias. Estas inclemencias unidas al caos en los aeropuertos están tirando por tierra las expectativas del sector turístico sevillano. El gerente de la Asociación de Hostelería de Sevilla y Provincia, Santiago Padilla, se lamentaba ayer de que «la mezcla entre los controladores y el comportamiento de la climatología no nos está ayudando en nada. El viernes a algún hotel se le cayó el 30% de las reservas y eso no afecta un día sino a todo el puente, porque muchos venían para varios días».Habrá que poner al mal tiempo, en todos los sentidos, buena cara. Parece que el próximo fin de semana lloverá menos.

 

Fuente: http://www.elcorreoweb.es/sevilla/110447/visitas/bastantes/compras/pocas

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