Nostálgicos hasta la médula. Hace ahora un año de este magnifico post de nuestra usuaria SoldeVivar.

Por: SoldeVivar

 

    Dijo Charles C. Colton que la imitación es la forma mas sincera de adulación (claro que al ser ingles, no dijo exactamente esto sino algo como “Imitation is the sincerest form of flattery”). Sin animo de cuestionar la opinión del Señor Colton (solo faltaba después de que tomo su frase prestada), me gusta pensar que la imitación es a menudo un arrebato de nostalgia.

    Dicen los nutricionistas que somos lo que comemos, por tanto nuestra salud refleja la calidad de nuestra alimentación. Dicen los psicólogos y filósofos que somos lo que pensamos y que nuestra realidad diaria es el resultado de nuestros pensamientos positivos o negativos. Yo, romántica hasta la médula, defiendo que somos lo que amamos, y que la esencia de nuestro entorno es (con suerte) aquello o aquellos que queremos, o (sin ella) aquello o aquellos que añoramos. Como muestra un botón. Después de una larga estancia en escocia, vuelvo (¿como no?) a Sevilla y escribo mientras disfruto del juego de los suaves rayos de sol entre las ramas de los naranjos, en este atardecer sevillano que amo, y de un scotch con hielo que parece traerme algo mas cerca a los amigos escoceses que añoro. 

    Algo así debieron sentir el arquitecto catalán Joan Riquer y su esposa Candelaria Negravernis de vuelta a su finca en L’Arboç del Penedès, tras poner rumbo al Sur en viaje de novios. Tal era su nostalgia de Sevilla que mandaron construir en sus tierras unas réplicas de la Giralda, el Salón de los Embajadores del Alcázar y el Patio de Los Leones de la Alhambra. Si Mahoma no puede ir a la montaña… Una vez fallecido su dueño, comenzó la renovación de esta obra que, como no podía ser de otra forma, continuo tocando corazones. A su paso por este municipio, el marino mercante Manuel Camino, decidió adquirir este conjunto arquitectónico y no contento con ello mando construir una copia del Giraldillo, que hace solo dos años fue finalmente subido a lo alto del cielo del Baix Penedès, como si buscase en el horizonte a su hermano sevillano.


     La añoranza por nuestra arquitectura, ha hecho levantar muchas otras réplicas de la Giralda. Inspirada en ella, lucio de 1890 a 1925 en el viejo Madison Square, la llamada Giralda de Manhattan. Viene a corroborar mi teoría de que somos lo que amamos, el hecho de que esta Giralda de Nueva York estuviese tan estrechamente ligada a una historia pasional. Uno de sus arquitectos, Stanford White, decidió sustituir el Giraldillo por la Diosa Diana. La joven amante del Señor White, la bella actriz Evelyn Nesbitt, sirvió de modelo para esta estatuilla que seria la primera escultura de una mujer desnuda exhibida en Nueva York. Varios años después, el marido de Nesbitt mataría de tres disparos a White durante el musical “Mam’zelle Champagne” representado en el jardín del ultimo piso de la torre, mientras sonaba la canción “Podría amar a un millón de chicas”. En Kansas City, ciudad hermanada con Sevilla, no escatimaron en esfuerzos a la hora de llevar su pedacito de Sevilla a su entorno. Uno de los puntos turísticos mas visitados es precisamente el Country Club Plaza en el centro comercial Edificio Swanson, donde se encuentran una réplica a escala 1:3 de la Giralda y una imitación de la Fuente-farola de la Plaza de la Virgen de los Reyes (a la que ellos bautizaron con el nombre entrañable de Fuente “Luz de Sevilla”). Tal es el hechizo de esta fuente en los americanos, que sus vecinos de Florida no quisieron ser menos e inspirados en ella crearon la Fuente Sevilla para la Plaza de Fernando VII en el distrito de Pensacola. En Méjico, en el centro de la Plaza de Tacuba en Zacatecas, una fuente conocida como la Fuente de los Faroles me trae recuerdos. ¿Adivinas? Si, !una copia fidedigna!.

     En recuerdo a la Giralda, se construyeron el Edificio Wringley de Chicago, y La Torre del Reloj del Embarcadero de ferrys de San Francisco. En Miami no se conformaron con una sola réplica de la Giralda y de hecho hay dos edificios inspirados en nuestra torre, la llamada Torre de la Libertad y el Biltmore Hotel (previamente un hospital militar). En lo que, me divierte imaginar como un pique “¡a ver quien tiene mas pedacitos de Sevilla!” entre los de Miami, los de Kansas y los de Florida, parece que estos últimos hubiesen pensado “Okay, veo vuestra segunda Giralda y vuestra Fuente-farola, y subo a una original réplica de la Torre del Oro”. Algo parecido debieron pensar los arquitectos del Hotel Rolyat en Pasadena, FL, cuando decidieron levantar su propia versión de la Torre del Oro. El hotel fue renovado y es actualmente parte de la primera Universidad de Derecho de Florida, la Universidad Stetson, que en su logo muestra orgullosa al mundo la réplica de nuestra torre.

      Pero, dejemos por un momento las Américas. Y otros continentes?… En África, supongo que mención obligada es Medina Mediterránea, Hammammet, Túnez. Toda una ciudad dedicado a la cultura Árabe y Andaluza, donde encontramos otra —preciosa— réplica de la Torre del Oro. En Marruecos se encuentra la que serviria de borrador para la Giralda: la Torre de la mezquita Koutoubia, y la inacabada Torre de Hassan. En Europa, los polacos recibieron de los rusos un (como hemos visto) no-tan-original regalo: ¡una torre inspirada en la Giralda!. La Giralda de Varsovia es actualmente el Palacio de la Cultura y de la Ciencia. Con el tiempo veríamos que Stalin no fue el único georgiano (Rusia) al que se le antojaría regalar trocitos de Sevilla. Zurab Tsereteli autor de “El Nacimiento de un Hombre Nuevo”, (vulgarmente conocido como “el huevo de colon”) del Parque de San Jerónimo, duplico su escultura a una escala aproximada de 1:3.5, como regalo para la entrada de la sede central de la UNESCO en Paris (de la que es colaborador). Aunque sospecho que la elección de esta obra (a mi parecer, no precisamente la mas bella de Tsereteli), quizás tuvo mas que ver con su nombre — el nacimiento de un hombre nuevo, comprometido con la paz mundial, como reza el lema de la UNESCO— que con un homenaje a Sevilla o Colon.

    No es necesario echar la vista tan lejos para ver a cuantos enamoro el embrujo almohade de nuestra Giralda. Pensemos en las hermanas pequeñas de la Giralda o Giraldillas de Badajoz, Carmona y Lebrija. En Molina de Aragón, Guadalajara, se encuentra el Giraldo, nombre que se da a la torre del Convento de San Francisco por tener en su cúspide una veleta metálica con una figura humana con un escudo. Nuestros avispados vecinos de Umbrete, en su visita a la Plaza de la Virgen de los Reyes, reconocieron que ya estaba “demasiado visto” eso de hacer réplicas de la Giralda y de la Fuente-farola, y sin cortarse ni un pelo y a solo 15 kilómetros de Sevilla, levantaron su propia copia del Palacio Arzobispal para el júbilo y revuelo de sus arzobispos. Porque ellos lo valen (no lo pongo en duda).

    El hechizo de nuestra cultura ha llevado a muchas otras ciudades a hermanarse con Sevilla; La Habana (Cuba), Columbus (Ohio), Barcelona, Buenos aires, Angers (Francia), Krakow (Polonia), Guadalajara (México) y Rabat (Marruecos). Pero, para mí sin duda, de entre todas nuestras ciudades hermanas, La Habana representa la historia de amor mas hermosa. Un romance que comenzó con la segoviana Doña Inés de Bobadilla casada con el explorador pacense Hernando de Soto. De Soto fue nombrado Gobernador de Cuba, y desde allí partía a menudo en expediciones a Norteamérica. En la torre de vigía del Castillo de la Real Fuerza (por entonces vivienda del Gobernador de Cuba) Doña Inés esperaba a la nave que traería a su esposo de vuelta a casa de su ultima expedición a Florida. La leyenda cuenta que pasaba horas mirando al horizonte, por años enteros le espero. El amor y la lealtad de esta mujer inspiro al escultor Martín Pinzón a esculpir una figura en su recuerdo. Después de un largo periodo de dificultades, de Soto murió de unas fiebres en Florida, y Doña Inés murió de amor en 1953, poco después de conocer la muerte de su esposo. El entonces gobernador de la Habana, el sevillano Juan Bitrián Viamonte, movido por la fe y la esperanza de Doña Inés, mando colocar su escultura a modo de veleta en lo alto de la torre y la bautizo con el nombre de La Giraldilla, en recuerdo de su ciudad natal. Desde entonces la veleta despedía a los navíos que salían hacia Sevilla (destino final de todas las naves que iban a Europa) y confortaba a los navegantes que volvían, quienes junto a la felicidad del estallido de un grito ¡TIIIEEERRAAA!, les inundaba el nostálgico recuerdo de Doña Inés. Y fue así como La Giraldilla se convirtió en estandarte de exploradores y navegantes, y finalmente en el símbolo más querido de la Habana.

    Y podríamos seguir con una larga lista de nostálgicos enamorados de Sevilla, cuyo amor jamás podría conformarse con un souvenir-miniatura en la estantería. Necesitaban transformar su entorno, rodarse de aquello que añoraban. Arrebatos de una nostalgia doliente…que duele hasta en la médula. Ya lo decía nuestro poeta…

 

Sevilla para herir

¡Siempre Sevilla para herir!

 

 


Un saludo a tod@s.

SoldeVivar.


p.d. En la categoria de fotos «Sevilla en el Mundo» puedes ver las imagenes de estas réplicas de Sevilla. Click aquí para verlas ahora.

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