Nuestra particular Altamira

La cueva de Altamira, situada en el municipio santanderino de Santillana del Mar, es famosa por albergar las pinturas más antiguas de España. Algunas tienen nada más y nada menos que 33.000 años de existencia y son imprescindibles para entender la Prehistoria, o lo que es lo mismo, el origen más remoto de la especie humana. Dado que Cantabria nos ‘pilla’ un poco lejos, hoy vamos a hablar del sitio más parecido que podemos hallar en nuestra tierra. Hilando fino, podríamos decir que, si limitásemos el perímetro a Sevilla y su provincia, el equivalente a Altamira lo encontraríamos en la Sierra Norte de Sevilla, y más concretamente, en el municipio de Almadén de la Plata, ubicado a 70 kilómetros de la capital hispalense.

Allí, entre dos canteras de la época romana, una misteriosa cavidad conduce hacia nuestra meta: la cueva de Los Covachos. En su interior podemos contemplar las primeras pinturas rupestres de Sevilla, que datan de la última etapa del Neolítico. En total, son 1.286 signos –todos ellos realizados con trazos simples y esquemáticos- los que podemos encontrar a lo largo de un estrecho recorrido de 300 metros marcado por un acentuado desnivel.

¿Y qué significado tienen estas pinturas? Todo apunta a que están relacionados con los ritos de fertilidad que realizaban los moradores de la cueva, quienes convivían con murciélagos. Algunos ejemplares de esta especie siguen presentes en el interior de la cueva, donde se sienten cómodos en la oscuridad rodeados de estalactitas y estalagmitas. El acceso a la caverna está restringido a los meses de marzo, abril, septiembre y octubre precisamente para que el ser humano no interfiera en el desarrollo de dicha colonia. Sea como fuere, los expertos en la materia consideran que la cueva de Los Covachos no ha recibido nunca la atención que merece por parte de las autoridades, y algunas voces autorizadas exigen más financiación para preservar su conservación y su declaración como Monumento Natural de Andalucía.  

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