La nieve, esa gran desconocida

Ahora que el frío aprieta y nos obliga a echar mano de bufandas, gorros, guantes y todo tipo de calefactores para combatirlo, puede que sea un buen momento para recordar las nevadas que se han producido en Sevilla a lo largo de la historia. Han sido tan pocas como sonadas, ya que este fenómeno climatológico ha hecho acto de presencia en la ciudad en contadas ocasiones. La primera que está documentada fue la del 6 de enero 1505, una fecha señalada en la que se alcanzó los veinte centímetros de espesor. Como no podía ser de otra forma, los sevillanos de aquella época recibieron aquella lluvia blanca con júbilo y la interpretaron como una señal divina.

Fue necesario esperar más de un siglo para que el episodio se repitiera, aunque el 3 de enero de 1622 no hubo tantos motivos para la alegría, ya que el temporal de nieve bloqueó varias calles y algunas casas próximas a la Puerta de San Juan cedieron ante el peso del hielo y terminaron hundiéndose. En 1694 se produjo otra nevada y las crónicas la calificaron como “inusitada”. 1905 fue especial porque fue la única vez que se registraron dos nevadas en el mismo año (22 de febrero y 24 de marzo). Sin embargo, probablemente la que más se recuerda en estos tiempos es la del 2 de febrero de 1954, tanto por su intensidad como por las preciosas estampas que creó. Y, naturalmente, los objetivos de las cámaras no dejaron escapar la oportunidad de inmortalizarlas.

Así, tanto en el Archivo Municipal como en la red podemos encontrar imágenes bellísimas que muestran una Plaza de España teñida de blanco, los copos enredados entre las ramas de los árboles de la calle San Fernando, el Monumento al Cid cubierto de escarcha, niños haciendo muñecos de nieve, etc. Lamentablemente, el último precedente, el del 10 de enero de 2010, no permitió volver a contemplar algo semejante, puesto que la nieve sí cayó con fuerza en la provincia creando un manto nacarado de grandes proporciones, pero en la capital las precipitaciones fueron débiles, y si fueron perceptibles, fue más por las ansias de los sevillanos de volver a ver la nieve caer del cielo que por su densidad. Este año, pese al gélido frío que nos persigue sin dar una tregua, parece no nevará. Por tanto, habrá que esperar para reencontrarnos con la nieve, esa gran desconocida que viene y se va de Sevilla con la misma celeridad.