Sevilla tuvo una playa. No como las que prometieron algunos políticos a principios de los noventa, ni como las que anhelamos en las calurosas tardes de verano, pero la tuvo. Fue bautizada con el peculiar nombre de ‘María Trifulca’ y estaba situada justo debajo del Puente del V Centenario, naturalmente, cuando éste aún no había sido construido. Funcionó desde finales de los años veinte hasta principios de los sesenta, y tenía dos orillas -una en cada margen del Guadalquivir- con públicos diferentes. La zona más próxima a Heliópolis solía reunir a familias y chavales, mientras que en el lado opuesto se congregaban personas más adultas y ‘avispadas’, por llamarlas de alguna forma.