El último sueño de Aníbal González

bibliotecaDe Aníbal González ya hemos hablado en multitud de ocasiones, pues su sello está presente en buena parte del patrimonio de Sevilla. Sin embargo, nunca habíamos ahondado en su gran sueño incumplido: la construcción de una biblioteca al aire libre en la Plaza de España, su obra más emblemática. Debido a su pasión por la lectura, el mejor arquitecto que ha dado nuestra ciudad decidió instalar estanterías al lado de los bancos, con la idea de que en un futuro se colocaran libros allí. Y ese futuro ha llegado ahora, justamente cuando se cumplen cien del nacimiento de la idea.

La editorial Punto Rojo ha sido la que ha decidido recoger el testigo y donar casi mil libros para el disfrute público. No han sido dispuestos de manera aleatoria, sino que, como imaginó Aníbal González, han sido organizados por temática. Así, en cada anaquel se han colocado libros relacionados con la región del banco anexo. ¿Y quién va a velar por la conservación y gestión de estos ejemplares? En principio, nadie. Se confía en la buena fe de sevillanos y turistas. De hecho, la iniciativa consiste en crear un flujo de entrada y salida de libros en uno de los lugares más bellos de la ciudad.

¿Cómo? Permitiendo a cualquier persona llevarse el libro a casa con el compromiso moral de devolverlo una vez leído. Del mismo modo, también se invita a rellenar libremente las estanterías con libros de particulares, para que, de esta manera, lleguen a otras manos y a otros ojos de forma gratuita. Además, se ha creado el ‘hashtag’ #libroslibres para fomentar el intercambio a través de las redes sociales. ¿Y qué pasará cuando llueva? En teoría, nada, pues las inclemencias meteorológicas no preocupan en exceso, ya que todo el mobiliario está bien protegido. Si Aníbal González soñó con un biblioteca al aire libre fue porque sabía que se podía materializar.  

La otra Expo

entrada expo sevilla 1929Por proximidad en el tiempo, la Exposición Universal de 1992 suele ser uno de los temas más recurrentes de los sevillanos, pero en nuestra ciudad hubo otra muestra internacional de gran envergadura. Hablamos, naturalmente, de la Exposición Iberoamericana que arrancó el 9 de mayo de 1929 y duró hasta el 21 de junio de 1930. La idea fue concebida por el comandante de artillería Luis Rodríguez Caso y desde el primer momento tuvo muy buena acogida tanto en la Administración local como en la nacional, pero, como es habitual en proyectos de gran magnitud, precisó de un periodo amplio de maduración (dos décadas) para que se transformara en realidad.

La Exposición Iberoamericana le dio un lavado de cara a Sevilla, que hasta entonces no estaba preparada para ser un foco turístico de primer nivel. Por esta razón se llevó a cabo una profunda remodelación de las infraestructuras relacionadas con la luz, el agua, la pavimentación y el hospedaje, y con ella, la ciudad rejuveneció y se adaptó a los nuevos tiempos. Además, la implicación del rey Alfonso XII y la participación de las mentes hispalenses más brillantes del momento, como las de Aníbal González (arquitecto) y Torcuato Luca de Tena (periodista), garantizaron el éxito de una feria que movió más de ochenta millones de las antiguas pesetas, una ingente cantidad de dinero teniendo en cuenta que la entrada costaba dos pesetas.

La muestra abarcaba el Parque de María Luisa, el Prado de San Sebastián, los jardines del Palacio de San Telmo, el Paseo de las Delicias y una parte de lo que hoy es el barrio de Heliópolis. Argentina,Chile, Guatemala, Perú,Colombia,Uruguay, México,Cuba y República Dominicana tuvieron un pabellón permanente, mientras que Venezuela, El Salvador, Panamá,Costa Rica,Bolivia y Ecuador expusieron sus ‘tesoros’ de manera intermitente. Como datos curiosos, cabe destacar también que se construyó un estadio deportivo (el ‘Stadium’) y un parque de atracciones junto a la Avenida de la Raza. Y para recorrer todas las instalaciones de la Exposición Iberoamericana de 1929 de una manera cómoda y amena, se puso en marcha un carismático tren urbano llamado Liliput.

El legado de Aníbal González

Aunque le hayamos nombrado en más de un artículo, puede que el nombre de Aníbal González le siga resultando un tanto desconocido a gran parte de los sevillanos. Y es una lástima, pues hablamos de uno de los urbanistas que más ha influido en la fisonomía de la ciudad, dejando como legado no sólo monumentos emblemáticos, sino también una manera de concebir las calles de Sevilla con los ya tradicionales naranjos y jardines.

Nació en 1876 en la capital hispalense y a los 18 años logró el título de arquitecto como número uno de su promoción. Gracias a su innegable talento y también a los buenos contactos que poseía (Torcuato Luca de Tena, fundador de ABC, era su primo), consiguió hacerse un nombre rápidamente, tal y como quedó patente en 1910 con su nombramiento como director de las obras de la Exposición Universal Iberoamericana de Sevilla. Antes de esa designación se había inclinado por el estilo modernista, con trabajos muy vistosos como el desaparecido Café de París de la esquina de Campa con O’Donell, en el espacio que hoy ocupa el Burger King. Sin embargo, poco a poco fue dejando a un lado sus ideas vanguardistas y desarrollando un estilo propio, autóctono, muy del sur: el denominado regionalismo andaluz.

En su cabeza se forjaron bocetos tan preciosistas y dispares como los de la Plaza de España, la Capilla del Carmen, el Pabellón Real del Parque de María Luisa, la antigua Audiencia de Sevilla (hoy sede de Cajasol), el Museo Arqueológico Provincial, etc. Y todo ello, sin contar los encargos que recibió de particulares, entre los que se incluyen panteones, casas, mansiones, edificios de uso administrativo, fincas, restaurantes y hoteles, entre otros.

Ahora, más de 80 años después de su muerte, Aníbal González vuelve a ser motivo de actualidad. La razón no es otra que la puesta en marcha de un museo que llevará su nombre y estará emplazado en su obra más universal, la Plaza de España. Allí ya se levantó una estatua dedicada a él y pronto se podrán contemplar también sus planos, herramientas, fotografías y enseres personales. En definitiva, todo lo necesario para conocer mejor al arquitecto más prolífico que ha dado Sevilla.