La mutación de Nervión

nervion sevillaDesde el punto de vista geográfico, Nervión es el centro de Sevilla; desde el económico, el mayor foco empresarial de la ciudad; y desde el sentimental, un barrio con más de cien años de historia. Todo comenzó en 1910, cuando Luis Lerdo de Tejada propuso que los terrenos que hoy ocupa, que en su día eran propiedad del Marqués de Nervión, fueran destinados a la construcción una ciudad jardín como las que proliferaban en Inglaterra en aquellos momentos. El Ayuntamiento vio con buenos ojos la idea y solo unos años después encargó a Aníbal González la plasmación de la misma.

El célebre arquitecto sevillano tenía muy claro que la Gran Plaza, donde confluyen las avenidas Eduardo Dato, Marqués de Pickman, Ciudad Jardín y Cruz del Campo, debía ser el eje de aquella nueva zona rectangular. Sin embargo, discrepancias con la Inmobiliaria Nervión propiciaron que abandonara el proyecto antes de tiempo, de ahí que la expansión hacia el este se llevara a cabo por otros derroteros a los inicialmente previstos. Sea como fuere, el barrio fue ensanchando con paso firme y decidido. Así las cosas, la conexión con el tranvía (1923) motivó la edificación de las grandes arterias y múltiples áreas residenciales. Al principio (años veinte) predominaron los chalets cerrados con espacios ajardinados, pero posteriormente (a partir de los años sesenta) se optó por los bloques de pisos, factor clave para el crecimiento demográfico. Y ya en los ochenta, empezaron a levantarse los hoteles, edificios de oficinas y centros comerciales que hoy le garantizan una actividad frenética.

En Nervión hay muchos lugares de interés y de diferente índole, tales como la iglesia de la Concepción Inmaculada, la cárcel de Ranilla, el Humilladero, la Fábrica de Cruzcampo, los Caños de Carmona, los restos de la desaparecida Plaza de Toros Monumental, el Matadero, el estadio Ramón Sánchez Pizjuán, etcétera. Y todo ello, sin olvidar el Palacio de la Buhaira, donde se ha habilitado una interesante exposición fotográfica titulada ‘Camino a Nervión’. Son 80 imágenes las que ilustran la enorme transformación que ha sufrido el barrio a lo largo de sus 110 años de existencia. La muestra puede visitarse hasta el 31 de enero de 2014, de lunes a viernes de 8:30 a 21:30 horas y los sábados de 8:30 a 14:30 horas, con un horario especial de Navidad (entre el 21 de diciembre y el 7 de enero) de 7:45 a 15:15 horas entre semana. 

El Stadium de la Exposición (I)

stadiummEn los primeros planos que entregó Aníbal González en 1912 para la Exposición Iberoamericana figuraba un gran recinto deportivo entre el Parque de María Luisa y el Prado de San Sebastián. Sin embargo, el proyecto fue modificado al año siguiente para descongestionar la zona, de ahí que en dicho emplazamiento se construyera finalmente la Plaza de España y se acordara trasladar el Stadium (así se le bautizó) a lo que hoy es el barrio de Heliópolis. La idea del Comité Ejecutivo era que este escenario no sólo albergara partidos de fútbol, sino también carreras, juegos, cabalgatas y otros espectáculos al aire libre, por lo que la obra se antojaba faraónica.

Así las cosas, en 1923 el arquitecto Antonio Illanes del Río terminó los bocetos de unas instalaciones deportivas de 60.000 metros cuadrados con capacidad para 22.000 espectadores, donde lo estético y lo funcional brillaban con la misma fuerza. El único problema fue su elevado presupuesto (un millón y medio de pesetas), ya que el resto de las obras supusieron un coste más alto del previsto y el déficit por aquel entonces ya era considerable. Para colmo, los dueños de los terrenos se mostraron inflexibles en la negociación y exigieron la nada desdeñable cifra de 15 pesetas por metro cuadrado.

Con todos estos inconvenientes encima de la mesa, el comisario Cruz Conde decidió cancelar su edificación y poner en marcha otro concurso con unas directrices más modestas. De esta manera, el proyecto terminó cayendo en manos del Manuel María Smith Ybarra, el artífice del estadio de San Mamés (Bilbao), que supervisó unas obras valoradas en algo menos de un millón de pesetas. El resultado fue un estadio notable, muy por encima de la mayoría de los escenarios deportivos del país, pero por debajo del que se ideó inicialmente. De cómo quedó configurado, su inauguración y su trayectoria hablaremos en el siguiente artículo. 

La Catedral del Toreo

Aunque nos parezca una tradición contemporánea, lo cierto y verdad es que los orígenes de la tauromaquia se remontan a la antigua Roma, cuando se introducían a los uros (una raza bovina que ya quedó extinguida) en los circos para que fuesen cazados por los nobles a los ojos del público.  En la Edad Media, este tipo de animales también formaban parte de espectáculos festivos en sitios abiertos y a veces, como es lógico, generaban el caos debido a su bravura. Quizás fueron los incidentes los que provocaron que el hombre probase a enfrentarse a ellos a caballo y está documentado que en el siglo XVI, Carlos I de Inglaterra y su mano derecha, el Duque de Buckingham, participaron en un rejoneo durante su visita a España. No obstante, siempre hubo escuderos a pie que distraían al toro o lo guiaban hacia el lugar ideal para que el valeroso caballero tuviera el honor de matarlo.

De forma progresiva y constante, el arte del toreo fue evolucionando hasta tal y como lo conocemos hoy pese a la firme oposición de algunos prelados y monarcas. En Sevilla, la historia de la tauromaquia está estrechamente ligada a la de la Maestranza. Tras dar Felipe V su permiso, la orden de la Real Maestranza de Caballería decidió edificar en 1733 su propia plaza en el monte del Baratillo, la primera que tuvo forma ovalada en Real Maestranza de caballeríanuestro país (anteriormente eran rectangulares). Antes de que se levantara ya había corridas en la capital hispalense, pero fue su construcción la que aglutinó la afición de los sevillanos por los toros. Obviamente, su aspecto actual no tiene nada que ver con el de entonces. Poco a poco fueron incorporándose a la estructura (que inicialmente fue de madera y posteriormente de piedra) las dependencias, los palcos, la Puerta del Príncipe, la cubierta, la solería, los pasillos interiores, etc.

A principios del siglo XX, el arquitecto Aníbal González llevó a cabo una profunda remodelación del coso y no sólo cambió la piedra por el ladrillo, sino que cimentó de nuevo todo el tendido con una pendiente más suave y elegante. El resultado fue impecable y ya en aquel momento era consideraba como lo que es hoy día: la plaza más bella e importante de España y la mayor cuna de toreros del mundo. Por su arena han pasado las grandes figuras de la tauromaquia, tales como Joselito el Gallo, Pepín, Juan Belmonte, el Niño de la Palma, Chicuelo, Pepe Luis Vázquez, Cagancho, Curro Romero, Carlos Arruza, Manolete, José Tomás… Se puede afirmar sin miedo al error que ningún diestro ha sido encumbrado en su profesión sin salir a hombros de la Maestranza. Por eso la llaman la ‘Catedral del Toreo’.

La Plaza de España recupera su esencia

El pasado, cuando es bello y esplendoroso, siempre termina imponiéndose a cualquier presente e incluso a cualquier futuro. Algo así es lo que ha sucedido con la Plaza de España, uno de los lugares más emblemáticos de Sevilla sin ningún tipo de discusión. Fue diseñada por Aníbal González para la Exposición Iberoamericana de 1929 y se estima que más de mil hombres participaron en su construcción simultáneamente. El resultado fue un precioso conjunto arquitectónico de forma semicircular que simbolizaba el abrazo de España a sus antiguas colonias. Tanto los turistas que visitaron la ciudad por aquellos tiempos como los propios sevillanos no tardaron en quedar embelesados con aquel despliegue de arte regionalista, y su popularidad creció Plaza de Españaexponencialmente con el paso de los años hasta convertirse en un emplazamiento histórico, ideal para el recreo, para inmortalizar bodas y en definitiva, para deleitar los cinco sentidos.

Desgraciadamente, buena parte de aquel ambiente familiar y mágico se fue disipando progresivamente en las últimas décadas, puede que por la dejadez de los organismos públicos, por el deterioro material, por la indiferencia de todos y cada uno de nosotros o por un cúmulo de circunstancias. El caso es que la Plaza de España estaba perdiendo su esencia, pero con la restauración a la que ha sido sometida recientemente podemos decir sin miedo al error que la ha recuperado totalmente. Primero, desde un punto de vista físico, ya que se ha rehabilitado la balaustrada tradicional, los azulejos trianeros, la solería, los bancos, la jardinería, el Monumento a las Razas… sin olvidar la peatonalización de la avenida de Isabel la Católica para unir este espacio con el Parque de María Luisa. Y segundo, desde un enfoque sentimental y La Plaza de Españaemotivo, puesto que el agua y las barcas han regresado a la ría para devolverle la vida que tenía antaño gracias a la instalación una nueva estación de saneamiento y de 900 metros de tuberías. Además, por volver ha vuelto hasta el genuino burro que paseaba a los niños durante las tardes de domingo mientras sus padres escuchaban los partidos del Betis y del Sevilla a través de los clásicos transistores, consiguiendo que sintamos una especie de déjà vu al verle de nuevo dando vueltas.

Fueron necesarios nueve millones de euros y dos años de obras para que esto fuera posible, pero ha merecido la pena, ya que la Plaza de España ha vuelto a ser la que nunca debió dejar de ser, la que imaginó Aníbal González en su cabeza, la que nos encanta a todos.

Aníbal González

anibal gzlezNació en Sevilla en 1876 y era el primer hijo de los tres que tuvieron Catalina Álvarez-Ossorio y Pizarro y José González Espejo, sus estudios universitarios supusieron un esfuerzo para su familia que no poseía grandes recursos económicos, desde joven comenzó una gran afición hacia los libros, llegando con los años a completar una gran biblioteca. El 25 de noviembre de 1902 recibió el título de arquitecto tras superar el examen de reválida con el número uno de su promoción.Un acontecimiento importante en su desarrollo laboral fue su encuentro con su pariente Torcuato Luca de Tena y Álvarez-Ossorio, fundador del diario ABC que sería durante muchos años su protector y consejero. Contrajo matrimonio con Ana Gómez Millán, hija del constructor y arquitecto José Gómez Otero, miembro de una larga familia de arquitectos. Instalado laboralmente en Sevilla, en 1910 es nombrado director de las obras de la Exposición Universal Iberoamericana de Sevilla, cargo en el que permanecería hasta 1927.El 9 de enero de 1920 sufre un atentado junto a su casa del que sale ileso, en el que le disparan dos tiros que no llegan a acertarle y del que fue autor un grupo anarquista del sindicato de peones albañiles, relacionado con la huelga de la construcción que en aquellos días se vivía en Sevilla.

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