La Giralda es el monumento de Sevilla que más fascina a los extranjeros. Buena prueba de ello es que ha tratado de ser ‘exportada’ a muchos puntos de la geografía internacional y, muy especialmente, a Estados Unidos, donde se realizaron varias réplicas. Hoy hablaremos de la más famosa, la de Nueva York, aunque desgraciadamente no haya llegado a nuestros tiempos. Terminó de construirse en el año 1890 y las obras fueron supervisadas por los arquitectos Charles McKim, William Rutherford Mead y Stanford White, quienes, a raíz de esta obra, se convirtieron en unos de los más cotizados de su profesión.
Estaba situada en el corazón de Manhattan. De hecho, fue concebida para ser el emblema del segundo Madison Square Garden, el enorme pabellón deportivo en el que se celebraban importantes combates de boxeo, partidos de baloncesto (el recinto actual es sede de los New York Knicks), conciertos musicales, etcétera. Tenía un esqueleto de hormigón, aunque, para imitar a la estructura sevillana, fue revestida de ladrillos. Sus dimensiones doblaban al monumento original (medía casi 200 metros de altura) y estaba coronada por la diosa Diana, que hacía las veces de Giraldillo.
Sorprendentemente, solo 35 años después de haberse edificado (1925), la Giralda de Nueva York fue demolida por el impago de una hipoteca. Pese a ello, pasó a la posteridad por haber sido el escenario del denominado ‘crimen del siglo’. Todo ocurrió el 25 de junio de 1906 en la terraza superior, donde cenaba tranquilamente Stanford White, uno de los arquitectos del edificio. Su romance con Evelyn Nesbit había llegado a oídos de su legítimo marido, quien no dudó en dirigirse hasta allí para dispararle tres veces en la cabeza. El asesinato tuvo una repercusión mediática de proporciones bíblicas por la popularidad de sus protagonistas y sigue siendo una de las historias negras más famosas de Nueva York.