Sabemos mucho de Itálica, pero no tanto de Arva, otra ciudad romana que se levantó en la provincia de Sevilla. Para más señas, en una colina situada entre los antiguos municipios de Axati (Lora del Río) y Canama (Alcolea del Río), o lo que es lo mismo, entre el arroyo de Los Premios y el Guadalquivir. Justo allí, el emperador Vespasiano ordenó construir un asentamiento que tenía como objetivo controlar la economía de la provincia bética. Y no sólo en términos recaudatorios, sino también a nivel productivo, tal y como quedó más que demostrado en 1981 con la excavación de cinco hornos en los terrenos de El Tejarillo.