La Virgen del Socorro

socorroEstá perfectamente documentado que el Santísimo Cristo del Amor fue tallado por Juan de Mesa, pero en relación a la autoría de otro de los titulares de la hermandad, Nuestra Señora del Socorro, sí existen dudas sobre su autoría. Hay indicios de que fue el propio Juan de Mesa quien realizó la obra original, pues, al recibir el encargo de la imagen del Cristo en 1618, también se comprometió por escrito a esculpir “una hechura de imagen de Nuestra Señora, que sea de altura de dos varas, con sus manos y brazos de goznes, hasta medio cuerpo de escultura, la cual ha de ser de tristeza acabada en toda perfección y vista de oficiales que de ello entiendan”.

Otra teoría sostiene que la restauración llevada a cabo a principios del siglo XIX fue integral, de ahí que podamos estar hablando de otra talla diferente a excepción de las manos. La firma de dicha remodelación también es confusa, pues mientras unas pistas apuntan a Juan de Astorga, otras señalan a su hijo, Gabriel de Astorga. Lo que sí está fuera de toda duda es que Castillo Lastrucci retocó la zona de los en 1934 y que la fina mascarilla actual fue realizada por Francisco Buiza en 1967.

La Virgen del Socorro, que recibe culto en la iglesia del Salvador y procesiona cada Domingo de Ramos, es una de las imágenes más finas de la Semana Santa de Sevilla y se caracteriza principalmente por su elegancia en el vestir. De hecho, su paso de palio es una de las grandes joyas de la orfebrería hispalense y parece estar hecho a la medida de sus diferentes mantos y sayas. En su día, la Hermandad de El Amor contó con un palio ‘persa’, llamado así por sus amplias caídas y la presencia de bisutería decorativa (esmeraldas verdes y rubíes rojos), elementos que provocaban un movimiento muy original y una iluminación propia. Esta pieza de José del Olmo fue vendida a la Hermandad del Sagrado Descendimiento de Carmona en 1963.  

La Esperanza de todo un barrio

La corporación que hoy tiene como sede la Capilla de los Marineros es el resultado de una serie de adhesiones amistosas que tuvieron lugar en los últimos cinco siglos. Así, la Esperanza de Triana. SevillaHermandad de la Esperanza que fundaron los ceramistas en 1418 se fusionó con la de San Juan Evangelista, constituida por pescadores, en 1542, y posteriormente incorporaron a la Hermandad de las Tres Caídas de Cristo, formada por gentes de la mar y creada por el clérigo Francisco de Lara en el convento de las Mínimas de Triana. No fue la última conciliación, ya que más recientemente, en 1971, también se unió la Hermandad Sacramental de la Parroquia de Santa Ana.

Todas estas uniones  fraternales no se habrían dado sin el abrazo de la Esperanza, a la que se venera en Triana desde antes mucho antes de ser tallada la imagen que deslumbra actualmente en la Madrugá del Viernes Santo. Su autoría no está acreditada, aunque se le atribuye a Juan de Astorga, imaginero malagueño que pudo terminarla a principios del siglo XIX.  El rasgo que más y mejor le identifica es su tez morena, inconfundible y prodigiosa al mismo tiempo. Y es que su piel oscura, lejos de restarle vitalidad, irradia luz en todas las direcciones gracias a la compañía de unos ojos que son luceros de azabache.

El 2 de mayo de 1898 fue un día triste para la Hermandad, pues estando en la Iglesia de San Jacinto, la imagen fue presa de las llamas de un incendio devastador que asoló prácticamente todo el altar. Pero esa tragedia también puso de manifiesto que no hay nada que pueda con Ella y sí mucha gente dispuesta a darlo todo por su integridad. De hecho, la rápida actuación del padre prior, un concejal del Ayuntamiento, un maestro y un guardia civil permitió que se salvaran algunos restos que sirvieron como patrón para las futuras restauraciones, llevadas a cabo por Gumersindo Jiménez Astorga, José Ordóñez Rodríguez, Antonio Castillo Lastrucci y Luis Álvarez Duarte. Porque la Esperanza, ya sea en mayúscula o en minúscula, es lo último que se pierde.