La baranda de la calle Betis

El tema de la baranda de la calle Betis es realmente espinoso. Por un lado, todos queremos pasear por lugares seguros, sobre todo, después de haber sido testigos indirectos del trágico accidente de Sylwia Rajchel, una joven polaca de 23 años que perdió el equilibrio al intentar hacerse un ‘selfie’ y cayó trágicamente al río, donde murió ahogada. Y por otro, todos queremos pasear por lugares bonitos y contemplar las mejoras vistas sin tener que hacer más esfuerzos de los estrictamente necesarios. Desafortunadamente, ambas cosas parecen estar reñidas en el asunto que estamos tratando.

Continuar leyendo «La baranda de la calle Betis»

Sánchez Mejías: el torero más polifacético

Para definir a Ignacio Sánchez Mejías se necesita tener a mano un diccionario. No en vano, son muchas las palabras que servirían para describir la personalidad y las andanzas de este sevillano de pura cepa que nació en 1891 en el seno de una familia acomodada de quince hermanos. Con sus parientes compartía la sangre y el inevitable vínculo emocional, pero nada más, ya que sus inquietudes eran totalmente diferentes. Buena prueba de ello es que siendo un adolescente hizo las maletas y se escapó de casa a hurtadillas en busca de aventuras.

Continuar leyendo «Sánchez Mejías: el torero más polifacético»

Una regata con solera

regataLa sana rivalidad entre Betis y Sevilla no conoce límites y va mucho más allá de lo futbolístico. Tanto es así que, desde hace más de 50 años, heliopolitanos y nervionenses vienen retándose en el Guadalquivir con motivo de una regata que fue concebida por Miguel López Torróntegui, integrante de la famosa delantera ‘Stuka’, poco después de que se fundara el Club Náutico de Sevilla. Los clubes, personificados en Benito Villamarín y Ramón de Carranza, no sólo acogieron de buen grado la propuesta, sino que accedieron a comprar las embarcaciones que eran necesarias para la prueba (el ocho con timonel), cuyos costes eran inasumibles para el resto de asociaciones deportivas.

Así las cosas, la primera regata Sevilla-Betis se celebró el 16 de octubre de 1960,  aunque poco después, concretamente tras la tercera edición, hubo un parón debido a problemas organizativos. La competición se retomó en los años setenta y la que se celebrará este sábado 9 de noviembre será la 47ª en la historia de este evento. Hasta el momento, los sevillistas han ganado más veces (el premio es un trofeo con forma de cocodrilo), aunque en los últimos años los verdiblancos están equilibrando la balanza con varios triunfos consecutivos. Cabe destacar que con el paso de los años el nivel de la prueba ha ido en aumento y buena prueba de ello es que ha contado con la participación de 15 remeros olímpicos, incluyendo al medallista Fernando Climent.

La regata Sevilla-Betis está inspirada en la que enfrenta a los universitarios de Oxford y Cambridge en el río Támesis (Londres), la cual ha llegado a congregar en los últimos años a más de 250.000 personas. Además, gracias a su difusión televisiva, está al alcance de más de 500 millones de personas, cifras que dejan a las claras su repercusión mediática. No obstante, hablamos de un evento deportivo creado en 1859 que respeta al pie de la letra las tradiciones, pues se sigue celebrando el mismo día, con la misma distancia y el mismo recorrido que hace 150 años, sin ni siquiera alterar el punto de salida y el de llegada. Es más, el sorteo de las calles se realiza con la misma moneda de oro que se utilizó la primera vez. Casi nada. 

El Stadium de la Exposición (II)

fachadaComo casi todos los recintos deportivos, el Stadium quedó articulado en torno a cuatro gradas. La más importante era la de Preferencia, que a su vez se dividía en tres partes: alta (la de mayor capacidad), intermedia (donde estaba ubicado el palco de autoridades) y baja (para la sociedad más elitista). Justo enfrente se situó el uniforme graderío de Fondo, que daba a lo que hoy es la Avenida de la Palmera, y a los lados, dos pequeños Goles con sólo ocho filas de plazas. Oficialmente, el Stadium poseía una capacidad para 20.000 espectadores, aunque la prensa de la época sostenía que era algo inferior (unos 16.000, de los cuales 13.000 podían sentarse y otros 3.000 debían estar de pie).

Fue inaugurado el 17 de marzo de 1929 con un partido amistoso de fútbol entre España y Portugal, cuyo resultado final fue de 5-0 para los locales.  Un día más tarde se disputó otro encuentro entre una selección hispalense (formada por jugadores del Betis y del Sevilla) y otra lisboeta, y en fechas sucesivas también recibió la visita de otros equipos europeos y sudamericanos. Una vez finalizada la muestra internacional, el Stadium cambió el balompié por carreras automovilísticas, concursos de hípica y fiestas benéficas, es decir, por espectáculos menores que le dieron excesiva vitalidad.

Tanto es así que llegó un momento en el que quedó abandonado a su suerte, aunque el Ayuntamiento tuvo una última idea para resucitarle: convertirlo en sede del Real Betis Balompié. Por aquel entonces el conjunto verdiblanco jugaba en el Campo del Real Patronato Obrero, de propiedad municipal, y se le propuso un traslado, algo que acogió de buen grado. Así las cosas, el 16 de julio de 1936 se firmó un contrato de cesión por diez años y el Betis se comprometió a correr con los gastos de mantenimiento y reformas. Pero poco pudo hacer, ya que sólo unos días más tarde estalló la guerra civil y el Stadium se convirtió en una especie de campamento para las tropas marroquíes. Una vez que las balas dejaron de silbar, el Betis recuperó el control y el estadio pasó a llamarse Heliópolis, germen del actual Benito Villamarín.  

El Stadium de la Exposición (I)

stadiummEn los primeros planos que entregó Aníbal González en 1912 para la Exposición Iberoamericana figuraba un gran recinto deportivo entre el Parque de María Luisa y el Prado de San Sebastián. Sin embargo, el proyecto fue modificado al año siguiente para descongestionar la zona, de ahí que en dicho emplazamiento se construyera finalmente la Plaza de España y se acordara trasladar el Stadium (así se le bautizó) a lo que hoy es el barrio de Heliópolis. La idea del Comité Ejecutivo era que este escenario no sólo albergara partidos de fútbol, sino también carreras, juegos, cabalgatas y otros espectáculos al aire libre, por lo que la obra se antojaba faraónica.

Así las cosas, en 1923 el arquitecto Antonio Illanes del Río terminó los bocetos de unas instalaciones deportivas de 60.000 metros cuadrados con capacidad para 22.000 espectadores, donde lo estético y lo funcional brillaban con la misma fuerza. El único problema fue su elevado presupuesto (un millón y medio de pesetas), ya que el resto de las obras supusieron un coste más alto del previsto y el déficit por aquel entonces ya era considerable. Para colmo, los dueños de los terrenos se mostraron inflexibles en la negociación y exigieron la nada desdeñable cifra de 15 pesetas por metro cuadrado.

Con todos estos inconvenientes encima de la mesa, el comisario Cruz Conde decidió cancelar su edificación y poner en marcha otro concurso con unas directrices más modestas. De esta manera, el proyecto terminó cayendo en manos del Manuel María Smith Ybarra, el artífice del estadio de San Mamés (Bilbao), que supervisó unas obras valoradas en algo menos de un millón de pesetas. El resultado fue un estadio notable, muy por encima de la mayoría de los escenarios deportivos del país, pero por debajo del que se ideó inicialmente. De cómo quedó configurado, su inauguración y su trayectoria hablaremos en el siguiente artículo. 

El balcón del edén

calle betis sevillaUna de las formas más rápidas de apreciar el brillo de Sevilla es recorrer la calle Betis y dejar que nuestros ojos miren en todas las direcciones, pues apunten donde apunten siempre encontrarán algo admirable.  Lo primero que llama la atención es la proximidad del Guadalquivir, que discurre de forma paralela a un palmo de terreno, de ahí que la vía tomara prestado el antiguo nombre del río (Betis, para los romanos). Asimismo, sin necesidad de fruncir el ceño, desde esta ubicación podemos divisar dos hermosos puentes (el de Isabel II y el de San Telmo), la Torre del Oro en su esplendor e incluso la preponderancia de la Giralda sobre el cielo hispalense.  

Y qué decir de su principio y de su final, pues en un extremo de la calle Betis se encuentra la Plaza del Altozano y en el otro, la de Cuba. Entre medias, una hilera de hermosas casas diseñadas bajo el patrón de la arquitectura popular andaluza del siglo XVIII, con patios coloridos y balcones que ofrecen unas vistas inigualables. Además, esta vía alberga un buen puñado de restaurantes, pubs, cafeterías, terrazas, discotecas y otra serie de locales que la convierten en una de las zonas más ambientadas de Sevilla durante la noche. Y por si fuera poco , también es ‘sede’ temporal de la Velá de Santa Ana que se celebra todos los años en el mes de julio.

Si retrocedemos en el tiempo, debemos reseñar que en la calle Betis se encontraba la Universidad de Mareantes, centro en el que se instruían los marineros para posteriormente viajar hacia América. Y si nos referimos a la rabiosa actualidad, es imposible no hacer referencia al debate sobre su peatonalización. En estos momento está implantada una fórmula ‘mixta’ que consiste en permitir exclusivamente el acceso de los vehículos de los residentes autorizados, pero desde las esferas políticas se está estudiando tanto la posibilidad de peatonalizarla por completo como la de abrirla al tráfico sin restricciones. El tiempo dirá. 

Portadas con encanto

La Portada de la Feria es la puerta de entrada al Real, el mayor punto de encuentro de todo el recinto, el eje sobre el que se orientan los despistados y también el monumento camaleónico de todas las primaveras. Originalmente no era cambiante, sino que se aprovechaba para tal efecto alguna estructura cercana a los antiguos emplazamientos, como por ejemplo la Puerta de San Fernando, situada a la altura de la Real Fábrica de Tabacos, o la célebre Pasarela en el Prado de San Sebastián. Sin embargo, tras la desaparición de ésta última en 1921, empezó a implantarse la costumbre de instalar cada año una portada que pusiera en relieve el patrimonio de Sevilla.

Las primeras fueron pequeñas y escuetas, pero poco a poco fueron mejorando tanto en originalidad como en calidad.  Ya en 1948 se diseñó la recordada ‘Torre de los Toreros’, levantada sobre una fuente y decorada con capotes y cabezas de toros. A partir de los cincuenta se pierde el miedo a las alturas y se edifican portadas de mayor envergadura. Sin ir más lejos, la de 1966 abarcaba dos calles. La de 1974 estaba rodeada de escaleras que permitían el acceso a su interior y fue la más visitada de todos los tiempos, mientras que la de 2003, que homenajeaba el 500 aniversario de la fundación de la Universidad de Sevilla, alcanzó la máxima altura hasta la fecha (47 metros). Más recientemente fueron dedicadas a los 100 años de existencia de los dos clubes de fútbol de la ciudad: Sevilla (2005) y Betis (2007).

La portada de este año, ideada por Manuel Jesús Jiménez Varo y Miguel Ángel Pérez Cabo, los mismos autores de la del año pasado, mata tres pájaros de un tiro, ya que está inspirada en la Plaza de España, conmemora el 75 aniversario de la Fundación Once y hace alusión a la Hermandad del Rocío de Triana. El jurado la eligió por unanimidad pese a que se presentaron más de 80 proyectos y su construcción ha sido laboriosa. No en vano, se han necesitado unas 15.000 horas de trabajo, 2.500 metros de cables, 20.000 bombillas, 4.000 metros cuadrados de pintura y 500.000 euros de presupuesto. Eso sí, el esfuerzo ha merecido la pena, ya que ha tenido una muy buena acogida tanto por los entendidos en la materia como por el por el público en general.

Triana: sus rincones

Podría decirse que Sevilla y Triana están separadas por un río, pero desde otro punto de vista también podría afirmarse que están unidos por él, ya que la ciudad y el barrio son interdependientes y el Guadalquivir siempre ha sido el mayor denominador común. Cruzar desde la orilla meridional hasta la occidental a través del Puente de Triana implica adentrarse en un barrio con solera para dar y regalar, y la primera parada obligatoria es la Plaza del Altozano, el corazón de Triana y posiblemente el lugar que al que más cariño le tienen los trianeros. Antiguamente era punto de encuentro de los aljarafeños que querían llegar hasta la capital a través del puente de barcas y actualmente alberga un monumento en honor a uno de los mejores toreros de la historia: Juan Belmonte.

Muy cerca de la estatua se encuentra la Capilla del Carmen, pintoresca obra de Aníbal González construida con ladrillo y cerámica, material que siempre ha estado muy ligado al barrio, tal y como corroboran los talleres de las calles Callao, Antillano o Alfarería, que siguen desprendiendo el aroma de la tradición. A tiro de piedra también está el Mercado de Triana, y debajo de él, los restos del Castillo de San Jorge. Las tres arterias más importantes de Triana son las calles Castilla, San Jacinto y Pureza. La primera de ellas está presidida por la Capilla de la O, cobija a numerosos comercios y conserva algunos de los enraizados corrales de vecinos. En la segunda sobresalen la Iglesia de San Jacinto y la Capilla de María Santísima de la Estrella, mientras que en la tercera destacan la ‘Casa de las Columnas’, edificio en el que se formaban siglos atrás los marineros, y la sede de la Hermandad de la Esperanza de Triana.

Pero no todo se encuentra ahí. Triana no sería lo que es sin su calle Betis, cuyas maravillosas vistas suelen ser objeto de deseo de todas las cámaras fotográficas, sin su calle Pagés del Corro y su Convento de las Mínimas, sin su ‘catedral’, es decir, sin su Iglesia de Santa Ana, sin su Barrio León, sin su Tardón, etc. Y es que Triana es más grande de lo que dicen los mapas y tiene más lugares de interés de los que se pueden enumerar sin parecer reiterativo.

Antonio Puerta tendrá una calle

El poder de las redes sociales va claramente en aumento y una prueba de ello es lo que ha ocurrido en la última semana en torno a la figura de Antonio Puerta. Una iniciativa surgida de forma espontánea entre los aficionados sevillistas empezó a reclamar una calle con su nombre y fue ganando adeptos a la velocidad de la luz. De hecho, en apenas unas horas se convirtió en uno los temas candentes en Twitter, recibió la adhesión de seguidores de todos los equipos, futbolistas, entrenadores, periodistas e instituciones y el tema llegó hasta la mesa del alcalde de la ciudad, Juan Ignacio Zoido, quien ya ha anunciado públicamente que materializará esta petición.

La idea es que la calle Antonio Puerta esté situada en Nervión, a medio camino entre su núcleo familiar y el lugar en el que se consagró como futbolista: el estadio Ramón Sánchez Pizjuán. El primer edil se reunió hace unos días con sus padres para comunicarles la noticia y éstos la han acogido de buen grado. No será la primera vez que la ‘Zurda de Diamantes’ reciba una distinción. De hecho, ya cuenta con una estatua en la Ciudad Deportiva José Ramón Cisneros Palacios y su nombre preside el antiguo centro deportivo de Piscinas Sevilla tras su remodelación y la escuela de fútbol creada por el Sevilla. En cualquier caso, este reconocimiento tiene más valor si cabe puesto que ha surgido como un clamor popular sin la intermediación de ninguna autoridad.

Todo lo que se le haga a Antonio Puerta es poco. Hablamos de la persona que guió al sevillismo a su época dorada con aquel inolvidable gol frente al Schalke 04 el Jueves de Feria de 2006. Hablamos de un joven que siguió haciendo el bien incluso después de fallecer, puesto que consiguió lo que nadie había podido lograr: unir a las aficiones del Sevilla y del Betis, quedando patente que puede existir rivalidad sin enemistad. Hoy es un símbolo de la concordia y la armonía, un ejemplo de cómo se puede se puede alcanzar la gloria desde la humildad, un mito que se hace más grande conforme pasan los días, los meses y los años.