La integridad de José Laguillo

Seguimos desvelando quiénes se ‘esconden’ detrás de las calles y avenidas más concurridas de Sevilla y en esta ocasión nuestro protagonista es José Laguillo, uno de los periodistas más influyentes de la ciudad a principios del siglo XX. Nació en 1870 en el seno de una familia acomodada y desde muy temprana edad mostró interés por las letras: literatura, historia, filosofía, etcétera. Pese a que se dedicó en cuerpo y alma al mundo de la comunicación, estudió para ser maestro, profesión que nunca llevó a desempeñar. Y es que lo que verdaderamente le gustaba era narrar la actualidad y por eso pululó por distintos periódicos pequeños hasta que en 1902 ingresó el El Liberal.

Esta rotativa fue fundada en Madrid en 1879 por Miguel Moya y tenía una línea editorial popular, demócrata y republicana, sin caer en extremismos. Muy pronto se extendió a otras ciudades como Barcelona, Bilbao, Murcia o la propia Sevilla, donde José Laguillo se labró un nombre haciendo gala de sagacidad e independencia, pues, como se diría coloquialmente, no se casaba con nadie. En 1909 fue nombrado director del periódico y extrapoló sus señas de identidad a toda la redacción. Nunca tuvo una filiación política, aunque  sí mostró simpatías por los ideales andalucistas. De hecho, llegó a entablar una estrecha amistad con Blas Infante.

Estuvo al frente del periódico nada más y nada menos que 27 años, que fue el tiempo que pudo mantener su integridad. No en vano, en 1936 el Frente Popular ganó las elecciones y presionó al comité de empresa para ganarse el favor del periódico, pero José Laguillo no se plegó a las nuevas directrices y dimitió. Una vez terminada la Guerra Civil, retomó su actividad periodística colaborando con distintos medios, unas veces con seudónimo y otras sin él, pero ya en la segunda línea de fuego. Cuando cumplió los 70 años escribió ‘Memorias de antetumba, mi vida y mi tiempo’, un testimonio valioso para comprender el periodo que le tocó vivir. Incuestionablemente, uno de los más convulsos de la historia de España.

Luis Montoto: el enamorado de Sevilla

Con relativa frecuencia, el nombre de una persona nos evoca más a la calle titulada en su honor que a su biografía, y con Luis Montoto sucede algo así. Quien más, quien menos, sabe dónde está situada la avenida que antiguamente era conocida como ‘Oriente’ y también cómo llegar a ella, pero mucha gente ignora quién fue y qué méritos hizo para recibir tal reconocimiento. La mejor respuesta a estas preguntas se encuentra en una placa de la calle Mateos Gago, lugar donde vivió y pereció.

“En esta su casa morada falleció el día 30 de septiembre de 1920 el Exmo. Sr. D. Luis Montoto y Rautenstrauch, poeta del hogar, cantor de los mártires del trabajo, insigne polígrafo, cronista de Sevilla a la cual consagró en su corazón y su pensamiento, espejo de caballero y dechado de humildad. La ciudad de Sevilla consagra este mármol a la grata memoria de su hijo predilecto. 1929”, reza la insignia.
Luis Montoto fue una persona eminentemente culta. Buena prueba de ello es que cursó estudios tanto de Ingeniería (en Madrid) como de Derecho (en Sevilla), llegando a ser un reputado notario eclesiástico. Pero, al margen de su formación universitaria, también exhibió un talento innato en otras disciplinas artísticas. De hecho, demostró con creces su talento para la escritura, publicando (a veces bajo el pseudónimo de ‘Lorenzo de Miranda’) numerosas y variadas obras literarias: poesías, obras de teatro, ensayos históricos… Además, era un experto en paremiología, es decir, en el estudio de los refranes.

Como enamorado de la capital hispalense, le resultaba casi imposible desarrollar una actividad sin que su ciudad natal fuese la protagonista, de ahí que el denominador común de todos sus trabajos fuese Sevilla. Dicho esto, no es de extrañar que llegara a ser concejal del Ayuntamiento, que se le considerara como el cronista oficial de la ciudad, que perteneciera al Ateneo de Sevilla y a la Real Academia Sevillana de Buenas Letras y que le apodaran el Patriarca de las Letras Hispalenses por haber reunido en su propio domicilio a los sevillanos más brillantes de su época. Sus coetáneos afirmaban que su gran obsesión era convertir la cultura sevillana popular en algo académico que pudiese ser exportado y admirado en cualquier otra región del mundo.

Por último, cabe destacar que, gracias a la propuesta de los hermanos Álvarez Quintero, una de las glorietas del Parque de María Luisa también está dedicada a Luis Montoto. Resulta fácil identificarla porque la constituyen un estanque y una figura femenina recostada.

Una piedra como paño de lágrimas

Si caminamos por la calle Alfonso XII en dirección a Plaza de Armas por la acera de la derecha, justo antes de llegar al cruce con Marqués de Paradas nos toparemos con una pequeña y solitaria piedra que no se caracteriza precisamente por belleza. Sin embargo, a su espalda se encuentra insertada en la pared una placa que resume su intensa historia y nos hace ver que no estamos ante un peñasco cualquiera. Su origen data de mediados del siglo XIX, época en la que Isabel II reinaba en España, aunque quien gobernaba de facto era el general Narváez. En un ambiente de descontento generalizado por los estragos de las guerras carlistas, un grupo de jóvenes sevillanos decidió levantarse en armas con más corazón que cabeza.

Tenían ideas liberales, quizás excesivamente románticas para aquellos tiempos, pero creían firmemente en ellas. Tanto es así que rápidamente pusieron rumbo a Ronda a las órdenes de un coronel retirado llamado Joaquín Serra con la idea de expandir la rebelión. El ímpetu y la animosidad les condujeron a realizar alguna que otra demostración de fuerza por el camino, aunque en ningún momento llegaron a infundir pavor. De hecho, las tropas isabelinas consiguieron detenerles con suma facilidad a la altura de Benaoján (Málaga), donde murieron 25 insurgentes. Los demás fueron devueltos a Sevilla y encarcelados en el cuartel de San Laureano a la espera de ser juzgados.

No hubo perdón ni piedad, ya que el comisionado Manuel Lassala dictaminó el fusilamiento de los 82 supervivientes en el Campo de Marte, que era un espacio vacío situado entre la Puerta de Triana y la de Goles. Allí se concentraron cientos de personas para presenciar el fin de sus vidas, pero solo una de ellas trató de frenar la ejecución: el alcalde García de Vinuesa. En un intento a la desesperada, acudió con dos alguaciles para pedir clemencia, pero sus palabras quedaron en saco roto. Para colmo, los disparos también alcanzaron fortuitamente a dos chavales que se habían subido a un árbol para contemplar la escena. Desolado y sumido en la impotencia, el alcalde se marchó del lugar con la cabeza gacha, pero al llegar a la Puerta Real, decidió parar y romper a llorar apoyándose sobre una piedra, la misma que mencionábamos al comienzo de este artículo.

Antonio Puerta tendrá una calle

El poder de las redes sociales va claramente en aumento y una prueba de ello es lo que ha ocurrido en la última semana en torno a la figura de Antonio Puerta. Una iniciativa surgida de forma espontánea entre los aficionados sevillistas empezó a reclamar una calle con su nombre y fue ganando adeptos a la velocidad de la luz. De hecho, en apenas unas horas se convirtió en uno los temas candentes en Twitter, recibió la adhesión de seguidores de todos los equipos, futbolistas, entrenadores, periodistas e instituciones y el tema llegó hasta la mesa del alcalde de la ciudad, Juan Ignacio Zoido, quien ya ha anunciado públicamente que materializará esta petición.

La idea es que la calle Antonio Puerta esté situada en Nervión, a medio camino entre su núcleo familiar y el lugar en el que se consagró como futbolista: el estadio Ramón Sánchez Pizjuán. El primer edil se reunió hace unos días con sus padres para comunicarles la noticia y éstos la han acogido de buen grado. No será la primera vez que la ‘Zurda de Diamantes’ reciba una distinción. De hecho, ya cuenta con una estatua en la Ciudad Deportiva José Ramón Cisneros Palacios y su nombre preside el antiguo centro deportivo de Piscinas Sevilla tras su remodelación y la escuela de fútbol creada por el Sevilla. En cualquier caso, este reconocimiento tiene más valor si cabe puesto que ha surgido como un clamor popular sin la intermediación de ninguna autoridad.

Todo lo que se le haga a Antonio Puerta es poco. Hablamos de la persona que guió al sevillismo a su época dorada con aquel inolvidable gol frente al Schalke 04 el Jueves de Feria de 2006. Hablamos de un joven que siguió haciendo el bien incluso después de fallecer, puesto que consiguió lo que nadie había podido lograr: unir a las aficiones del Sevilla y del Betis, quedando patente que puede existir rivalidad sin enemistad. Hoy es un símbolo de la concordia y la armonía, un ejemplo de cómo se puede se puede alcanzar la gloria desde la humildad, un mito que se hace más grande conforme pasan los días, los meses y los años.

Trajano: el emperador sevillano (Parte II)

Trajano estaba en Colonia (Germania) cuando recibió la noticia de la muerte de Nerva pero, lejos de dejarlo todo y regresar apresuradamente a Roma para ponerse al mando, prefirió asegurar antes la línea defensiva. De esta manera, no hizo su entrada triunfal hasta casi dos años después. Sus primeras decisiones fueron mejorar la red de carreteras, liberar a muchos de los ‘presos políticos’ y devolver a los campesinos las tierras que habían sido expropiadas por Domiciano. Por el contrario, con los cristianos se mostró intransigente y no permitió que practicaran su religión públicamente, aunque tampoco llevó a cabo una persecución al uso. En cualquier caso, si por algo ha pasado a la historia Trajano, no ha sido por su manera de gobernar a los civiles, sino por haber expandido el imperio romano más que ningún otro emperador.

Y es que Trajano era, ante todo, un general. Mejor dicho, un excelente general. En el año 101 invadió Dacia (lo que hoy es Rumanía), un territorio que históricamente había estado vedado para los romanos, y cinco años después ya lo dominaba por completo. A renglón seguido, se dirigió hacia Oriente, anexionó Siria, Damaco, Palmira y Bostra y se enfrentó a los partos, a los que terminó derrotando. Llegados a este punto, se dio cuenta de que había cometido una imprudencia similar a Alejandro Magno: Trajano, emperador Sevillanosu imperio era demasiado grande para ser gobernado con eficacia. Resultaba prácticamente imposible tener a los ejércitos en permanente movimiento y al mismo tiempo, atentos a las rebeliones de los bárbaros.

En un clima de máxima incertidumbre, Trajano cayó enfermo volviendo de una campaña militar y murió sin dejar descendencia. No obstante, antes de exhalar su último aliento, se encargó de dejar bien atada su sucesión y nombró a su sobrino Adriano, también sevillano de nacimiento, como heredero. De él ya hablaremos en otro momento, pero para cerrar este artículo sobre Trajano, el primer emperador romano no nacido en Roma, sino en Itálica (Santiponce), hay que destacar que en Sevilla hay una calle y un monumento en su honor. La vía está en pleno centro de la ciudad y la estatua, en la orilla de Triana del río, entre el Puente de Triana y el del Cachorro.

Algo más que una juguetería

Hubo un tiempo no demasiado lejano en el que no había centros comerciales en cada esquina y los pocos que operaban en la ciudad aún no inspiraban confianza a todo el mundo. Tampoco existía Internet, o al menos, no estaba lo suficientemente extendido como para realizar compras a través de él. Y en ese contexto, cuando a un niño se le antojaba un juguete en particular, porque lo había visto anunciar en televisión o en las manos de su amigo, costaba sangre, sudor y lágrimas encontrarlo. Afortunadamente, los padres sabían que en el centro de Sevilla existía una tienda que solucionaba todos esos ‘problemas’ que se daban principalmente en Navidad: Juguetes Osorno.

 

Con más de 40 años de historia, esta juguetería sigue instalada en el mismo sitio, es decir, en la calle San Pablo, y se ha extendido también a la provincia, concretamente, a Tomares y Mairena del Aljarafe. Tiene un mérito enorme que haya sobrevivido con entereza a la invasión de los hipermercados conservando su esencia tradicional y adaptándose a la modernidad, tal y como demuestra su diversificación hacia los muebles de jardines y terrazas. Y es que cuando una tienda tiene como objetivo vender felicidad y además lo hace bien, difícilmente podrá caer en el olvido por mucho que la competencia apriete con sus gigantescos tentáculos.

 

Al fin y al cabo, Osorno es algo más que una juguetería. Evoca momentos muy singulares que se han transmitido de generación en generación y nos hace recordar los coches teledirigidos, scalextric y muñecas con los que jugábamos en nuestra infancia. Sus almacenes son testigos de cómo se le secaban los ojos a miles de niños, en su afán de mantenerlos abiertos sin pestañear para no perderse ni un detalle de aquella fábrica de sueños. Pero la mejor noticia es que podemos hablar de esta tienda usando los verbos en pasado, en presente y en futuro, porque Juguetes Osorno sigue estando vivo y forma parte de la idiosincrasia de Sevilla.

 

La calle de la serpiente

La manera más rápida de conocer la idiosincrasia de Sevilla es darse un paseo por la calle Sierpes y recorrer sus 400 metros de longitud sin pestañear. Sin embargo, una vez completada la tarea, puede que la curiosidad no esté del todo saciada y surja la intriga de saber cómo esa calle llegó a ser lo que es actualmente.

Originalmente, la calle Sierpes era sencillamente un brazo del río Guadalquivir y a sus márgenes se levantaron conventos y comercios. Por allí transitaban los que llegaban de las Américas para vender sus preciadas mercancías, aunque a veces, en lugar de encontrar compradores, se topaban con todo tipo de malhechores que les robaban o les estafaban con hábiles trucos. Era por tanto, un lugar concurrido y a veces peligroso. Dado el momento histórico, cargado de beligerancia, uno de los productos más demandados eran las espadas y por eso la calle acuñó el nombre de Espaderos en la época gremial. Sin embargo, esta denominación no tuvo demasiado recorrido y dio paso al de Sierpes gracias a un rumor que corrió como la pólvora.

Al parecer, de la noche a la mañana comenzaron a desaparecer niños sin dejar rastro en aquella calle. La gente llegó a asustarse tanto que, el regente de la ciudad, Alfonso de Cárdenas, se vio obligado a intervenir y ordenó investigar los sucesos, pero lo único que pudo obtener fue el testimonio de un preso que, a cambio de su libertad, ofrecía delatar al asesino. Cuando el gobernador dio su visto bueno, el reo, llamado Melchor de Quinta y Argüeso, relató que había acabado con la vida del malvado ser mientras trazaba un túnel para huir de la cárcel. Las autoridades acudieron al lugar señalado en las galerías subterráneas y comprobaron que lo que decía era verdad, aunque había obviado un importante detalle: quien yacía inerte con una daga clavada no era una persona sino una enorme serpiente venenosa.

Según cuenta la leyenda, el reptil fue mostrado en público para acabar con los temores de los sevillanos, los crímenes cesaron y a partir de ese momento, la vía empezó a conocerse como Calle de la Sierpe, aunque los más incrédulos se niegan a creer este relato y prefieren atribuir el nombre a su forma serpenteante.

La » Calle del Infierno»

calle infiernoEscuchar la risa de los más pequeños cuando se comparte con ellos un día de emociones y sensaciones en el parque de atracciones, o más conocido como «Calle del Infierno», en la feria no tiene precio. Si se acercan a la Feria de Abril de Sevilla no pueden irse sin visitar la “Calle del Infierno” y perderse el magnifico espectáculo de movimiento, sonido y luces que harán las delicias de los más pequeños. La Calle del Infierno ofrece una oferta lúdica importante y de gran interés para todos los gustos. Cada año los feriantes nos sorprenden con algunas novedades. Aquí nos podemos encontrar desde las atracciones más tradicionales como la noria, el látigo, los coches locos, montaña rusa, etc.  a una serie de atracciones más modernas e impactantes como los tirachinas humanos, los molinos de cestas o la caída vertical, atracciones que alcanzan gran altura y velocidad.

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Los veladores en Mateos Gago se duplican en tres años

veladoresEl número de bares pasa de siete a catorce · La mitad de los establecimientos no tienen aún la correspondiente licencia para colocar mesas en la vía pública.El número de veladores en la calle Mateos Gago se ha duplicado en los últimos tres años, así como el número de establecimientos hosteleros. Antes sólo había bares de tapas, ahora hay hasta un restaurante italiano y uno chino, entre otros. En el año 2007, siete bares solicitaron a la Gerencia de Urbanismo la correspondiente licencia para poder instalar mesas y sillas en la vía pública. En aquel entonces había 25 repartidas por toda la vía. Tres años después, el número de locales se incrementa a 14 – la mitad son nuevos- y la cifra de veladores legalizados asciende a 45. Es decir, los bares se han duplicado en dicha calle, al igual que el número de terrazas. Algunos colocan más mesas y sillas de las permitidas; otros las ponen sin tener aún la correspondiente licencia, que suele ser de carácter anual. No todos los bares han tenido siempre veladores ni en todos los casos han venido solicitando y renovando los permisos, cuentan algunos hosteleros de la zona, que no quisieron dar sus nombres. Así, desde finales de 2010 y hasta comienzos de este mes de marzo, sólo siete de estos locales han renovado la licencia, por lo que pueden instalar terrazas, según los últimos datos facilitados a este periódico por la Gerencia de Urbanismo.

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